Contra el cristianismo: Índice y preámbulo
Índice
Argumentos a favor del cristianismo
La resurrección y los milagros de Jesús
Las fuentes históricas
El argumento de los Hechos Mínimos
Últimas consideraciones
Más milagros
Argumentos en contra del cristianismo
Errores de la Biblia
Contradicciones internas
Preámbulo
En las últimas semanas he ido publicando varios artículos dirigidos a criticar el cristianismo (con especial énfasis en el catolicismo), una tendencia que seguiré en los próximos meses hasta que, finalizado este proyecto, me embarque en uno similar dirigido contra el teísmo. Lo anterior es un índice en el que pretendo reunir más o menos bien organizados y ordenados los artículos que he ido e iré escribiendo, para facilitar su lectura conjunta.
En un inicio esto no pretendía ser una serie de artículos de blog, sino una única obra unificada, pero lamentablemente el archivo de esta se perdió cuando ya llevaba un progreso razonable. Para no verme abrumado con la tarea de rehacerlo todo desde el inicio, decidí cambiar a este formato en el que puedo ir publicando lo que vaya haciendo poco a poco.
¿Por qué?
Esto es algo que se me presenta en gran frecuencia al hablar de esto. Unas veces en forma de pregunta “¿por qué te dedicas a criticar la religión? ¿por qué no hablas mejor de otros asuntos?”, otras veces de forma más imperativa como en “no hables de este tema, respeta las creencias de los demás, no te hace ningún daño que alguien crea en Dios”.
Esta clase de respuesta es suficientemente genérica como para que pudiera aplicarse a cualquier cosa que yo dijera cambiando apenas un par de palabras, y sin embargo no recuerdo que se me haya presentado nunca si no es hablando de religión, a pesar de ser yo una persona dada a hablar de temas polémicos adoptando posiciones impopulares de una forma enfática e irrespetuosa. En mis críticas al feminismo o al socialismo, por poner dos ejemplos de temas sobre los que suelo hablar, he recibido numerosas reacciones, pero nunca nadie me ha dicho que debería dejar de hablar del tema independientemente de lo que piense.
¿Por qué aquí si se presenta esta réplica pero no en ningún otro tema? tengo mis teorías, pero ninguna me lleva a concluir que hay mejores motivos que la apoyen, sino tan solo tratan de los sesgos y la implicación de las partes implicadas. No obstante, estoy dispuesto a atender si alguien me presenta alguna razón por la que sería una respuesta más válida hablando de cuestiones religiosas que hablando de política, economía, deportes, cine, sexo o cualquier otro tema imaginable.
¿Por qué debería no criticar lo que me venga en gana, pudiendo luego debatirse si esta crítica es más o menos acertada? ¿por qué debería requerir algún motivo para llevar a cabo mis críticas más allá de la crítica en sí? Son estas las preguntas que más relevantes veo. No solo es que nadie me haya exigido abandonar mis críticas hacia el feminismo, por muy despreciables que las vieran y por muy en desacuerdo que estén con ellas, es que a nadie se le ocurre s quiera planteárselo ni preguntarme por qué lo hago. El motivo por el que lo hago es evidente, porque no estoy de acuerdo con lo que sea de lo que esté hablando, eso es algo que habría dicho que se considera universalmente una razón para la crítica, si no la única razón para la crítica. Y si alguien se pregunta ¿por qué no estás de acuerdo? eso es lo mismo que pedirme que lo critique, lo contrario de lo que estamos hablando.
Y sin embargo durante mucho tiempo he seguido esa pauta. A pesar de haber sido toda mi vida igual de ateo que ahora, nunca lanzaba ningún ataque como los que lanzo hoy, sabedor de que la respuesta que encontraría sería esa y pensando “bah, si quieren solo quieren evitar la guerra ¿por qué romper esta paz? ¿para qué entrar en discusiones?”. No obstante, no soy yo quien rompió esa dinámica, sino que esta se basaba en una reciprocidad que vi como fue dejando de cumplirse mientras que se iba popularizando entre ciertos círculos usar el cristianismo como base para una ideología conservadora y autoritaria. Al igual que había un tabú hace unos años respecto a los ataques a la religión, también había un tabú respecto a usar la religión como base para cualquier argumento en un debate sobre otro tema, y hace tiempo que ese tabú se ha perdido.
Una vez el cristianismo pasa a ser la base de muchos de los argumentos que me encuentro en mis debates políticos ya no puedo ignorarlo si quiero mantener el enfoque político de mi cuenta. Como propagandista del liberalismo voy a enfrentarme a todos aquellos grupos que atenten contra esta ideología, y en los círculos que yo frecuento en redes sociales es últimamente el cristianismo el que más y peores ataques a la libertad está defendiendo y proponiendo. En estos momentos veo una ideología más perniciosa en el catolicismo que en el marxismo, y por eso veo más relevante replicar la autoridad de las escrituras que la Teoría del Valor Trabajo.
Es en ese contexto que inicié un ataque más sistemático tanto al cristianismo como al teísmo en general, redactando una obra que ahora está perdida por la pérdida de los archivos en los que se encontraba, como ya comenté antes. Lamentablemente es el mismo contexto en el que me encuentro hoy reconstruyendo esa obra a través de los artículos que voy publicando.
¿Qué esperar?
Soy una persona particularmente autista, en el sentido coloquial usado habitualmente en redes sociales. Esto quiere decir que si me embarco en una empresa como esta no me basta cualquier crítica superficial, y a la vez que tengo la capacidad y la tenacidad suficientes como para no quedarme ahí.
Durante meses he estado devorando la literatura académica más relevante sobre estas cuestiones, junto con la teológica y apologética en aquellos puntos que fuera a contradecir. Esto se ve reflejado en lo que escribo, donde encontraréis una amplia bibliografía y un alto rigor (para lo que uno esperaría encontrar de algo así).
No es esto lo que pretendo, pero creo que una consecuencia de esto será que los artículos tienen valor no ya como crítica, sino por la información que aportan a quien quiera recibirla. El artículo sobre la datación y la autoría de los Evangelios, por poner un ejemplo, será útil no solo para el ateo militante o el cristiano que busque confrontación, sino para el que tenga genuino interés por saber más de esos cuatro libros y de esas dos cuestiones que planteo sobre ellos.
Esto tiene su reverso negativo, que es que me obliga a escribir numerosos artículos de gran extensión (al menos para lo que suele verse en medios como estos) para tratar cuestiones de detalle, antes siquiera de entrar a mostrar cuáles son mis argumentos sobre el meollo de la cuestión que toque. Esto consume no solo el tiempo del valiente que se eche a leerlo, sino por supuesto también el mío, con lo que no es de esperar que el ritmo de publicación sea alto ni constante, lo que unido a la gran cantidad de artículos previstos hace improbable que esta serie alcance su fin en un futuro cercano.
Con todo, la extraña persona que crea que vale la pena, no tiene más que ir al índice y seguir los hipervínculos.