¿Y qué más da si resucitó?
Sobre las implicaciones, o más bien la falta de ellas, de la resurrección de Jesús
Este artículo es parte de una serie de artículos contra el cristianismo, que podréis encontrar organizados aquí:
Los primeros siete artículos de esta serie contra el cristianismo los he dedicado a un argumento concreto: aquél que pretende probar el cristianismo a través del hecho histórico de la resurrección. En concreto, los he dedicado a refutar la primera premisa, que la resurrección es un hecho probado, y es probable que en el futuro vuelva aquí para refutar más intentos de probar dicha premisa. Este artículo, sin embargo, lo dedico a la segunda premisa de dicho argumento, una que recibe mucha menos atención en los debates pero que no por ello es menos cuestionable: que la resurrección de Jesús implica que el cristianismo es cierto.
Admitir la resurrección de Jesús tal vez nos puede llevar a pensar que ocurrió algún evento sobrenatural (aunque también podría explicarlo mediante alguna tecnología o algún fenómeno biológico todavía desconocidos), pero ¿debería llevarme a admitir la inspiración divina de los Evangelios o de los demás libros del Nuevo Testamento? ¿la divinidad de Jesús y la doctrina de la santísima trinidad? ¿la autoridad del Papa en el caso del catolicismo, o de los primeros siete concilios ecuménicos en el caso de la Iglesia Ortodoxa y la mayoría de las protestantes? en resumen ¿debería llevarme a aceptar el cristianismo, y no digamos ya alguna variedad concreta de este? Soy incapaz de ver por qué.
Incluso dentro del cristianismo se admite que no todos los milagros vienen de Dios, sino que existen otras criaturas de naturaleza sobrenatural capaces de realizar actos similares, verbigracia, el diablo. Yendo al Nuevo Testamento, Mateo 24:24 nos dice que “surgirán falsos mesías y falsos profetas, y harán signos y portentos para engañar, si fuera posible, incluso a los elegidos.”, con afirmaciones similares en 2 Tesalonicenses 2:9 y Apocalipsis 16:14. Entonces ¿por qué pensar que esta sería distinta?
Y no solo tiene que venir de demonios, sino que la resurrección de Jesús puede integrarse en muy distintos sistemas de creencias. Los mormones, a quienes dediqué mi último artículo, también creen que Jesús fue resucitado por Dios y que era el hijo de Dios, pero aún así sus creencias son suficientemente distintas del cristianismo ortodoxo (entiéndase en oposición a heterodoxo) como para considerarse una religión distinta; lo mismo que ocurre con ramas unitarias que también creen en la resurrección de Jesús, pero niegan su divinidad, creyendo que tan solo Dios padre es Dios. Y si la resurrección puede ser compatible con distintas ramas del cristianismo o con descendientes de este, también lo puede ser con su ascendiente, o al menos eso creía el judío Pinchas Lapide, que afirmaba que Jesús fue un profeta judío para la salvación de los gentiles al que Yavé resucitó, pero no le da más importancia que esa1. También puede encajar con religiones totalmente ajenas al cristianismo como el budismo, para la que los milagros de Jesús no son algo tan extraordinario, sino que serían algo que cualquier persona puede alcanzar2; o con la cosmovisión de los mismos paganos a los que los primeros cristianos predicaban3. Podemos carecer incluso de cualquier tipo de religión, pensando en aquellas personas que aceptan hechos sobrenaturales como los fantasmas o la astrología, sin buscar en ellos ninguna implicación teológica, que bien podrían añadir también la creencia de que algunas personas pueden resucitar.
A pesar de que esta objeción me parece obvia, no debe serlo para todo el mundo, ya que me he encontrado con el problema de que apenas he encontrado autores intentando responderla. Dentro de los argumentos apologéticos basados en la resurrección, esto simplemente se asume.
Un ejemplo claro de lo mucho que esta cuestión se pasa por alto lo encontramos en Swinburne, que plantea un caso estadístico bastante detallado a favor del cristianismo a través de la resurrección, que abarca desde la teología natural como la misma existencia de Dios hasta cuestiones de teología dogmática como la expiación de nuestros pecados, pasando por las evidencias históricas de este evento. Sin embargo, cuando llega el momento de abordar esta cuestión, sortea una cuestión tan importante como la de si Jesús tuvo que resucitar por acción de Dios o no con un simple:
Pues si no hay Dios, el determinante último de lo que sucede en el mundo son las leyes de la naturaleza, y que alguien muerto durante 36 horas vuelva a la vida es (con inmensa probabilidad) una clara violación de esas leyes y, por lo tanto, imposible (...) Pero si hay un Dios del tipo tradicional, las leyes de la naturaleza solo operan porque él las hace operar, y él tiene el poder de anularlas por un momento o para siempre. Por lo tanto, si Jesús resucitó de entre los muertos, Dios lo levantó. Así que trataré la hipótesis de que Jesús resucitó como equivalente a que Dios resucitó a Jesús. Pero si hay un Dios con el poder de resucitar a Jesús, solo lo hará en la medida en que tenga razón para hacerlo; y si no lo hace, esta Resurrección no es de esperarse.4
Pero ya hemos visto que no es así. Ni la inexistencia de un dios implica la inexistencia de lo sobrenatural, ni la existencia de Dios implica que solo él puede violar leyes de la naturaleza, algo que incluso sería autocontradictorio desde la perspectiva de un cristiano. En otra de sus obras, el mismo Swinburne reconoce una parte de este problema, pero su solución es tan poco satisfactoria como afirmar que si bien hay ángeles, demonios y magos que pueden violar las leyes de la naturaleza, el caso de la resurrección es un “supermilagro” que solo Dios puede llevar a cabo5.
Supongamos que realmente podemos hacer esa división entre milagros y “supermilagros”, pudiendo los primeros llevarse a cabo por ángeles, demonios y magos, y los últimos solo por Dios ¿cómo podemos hacer esa distinción? Swinburne no da la más mínima guía en ese aspecto, simplemente asume que la resurrección debe ser uno, pero sin tener ningún criterio solo queda la especulación. ¿Una violación de la conservación de la energía cuantificada en 1.000 julios sería un mero milagro, pero una cuantificada en 1.001 ya es un supermilagro? ¿Y si juntamos a varios ángeles? ¿podrían entonces sumar sus fuerzas y lograr una violación de hasta 2.000 o 3.000 julios? Yendo al caso concreto, simplemente devolver un cadáver reciente a la vida no me parece un milagro demasiado impactante, mucho menos un supermilagro. Desde luego, me parece menos milagroso que transformar bastones en serpientes, como hacen los magos del faraón en éxodo 7:11-12.
Porque Jesús lo dijo
A todas las personas que he visto intentar profundizar en esta premisa, tanto en debates informales como formales, solo les he visto el empleo de un silogismo:
Jesús afirmó ser Dios
Jesús predijo su muerte y resurrección (esta a veces se omite)
Realmente resucitó
Por tanto Jesús dijo la verdad, era Dios
Los cuatro puntos presentan graves problemas
Que Jesús afirmó ser Dios
El problema con esta afirmación es que las evidencias para respaldarla, igual que para negarla, son casi nulas. Es cierto que hay algunas partes de los Evangelios en las que parece que Jesús da a entender que es Dios (en ninguna lo dice explícitamente), como Juan 8:58, pero también hay otros pasajes en los que parece negar que lo sea, como Marcos 10:18. En ambos casos el que Jesús dijera las palabras que se le atribuyen es, como mínimo, dudoso, ya que ya hemos visto que buena parte de los Evangelios no son más que desarrollos legendarios, y como tal es probable que no hagan más que adaptarse a la cristología del momento.
Podría decirse que podemos deducir qué es lo que dijo Jesús según lo que sus primeros seguidores creyeran que era, pero eso también es problemático no solo por la posibilidad de que fueran sus primeros seguidores los que desarrollaran una alta cristología tras su muerte, apoyados en la creencia de la resurrección, sino porque tampoco en ellos podemos ver una postura monolítica. Así, mientras que el autor de los primeros versículos de Juan parece asumir que Jesús es Dios, no ocurre lo mismo con pasajes como Romanos 1:3-4, aparentemente adopcionista.
Lo cierto es que la cuestión de si Jesús dijo ser Dios o no es una muy polémica y, lamentablemente, imposible de solventar, porque simplemente no tenemos la información necesaria para hacerlo.
Que predijo su muerte y resurrección
Este es justamente uno de los ejemplos de falso recuerdo que puse en mi segundo artículo contra Habermas. Repetiré lo que dije entonces
El ejemplo más claro de lo que parece ser un falso recuerdo es la predicción de Jesús de su propia resurrección, sobre la que en Marcos 9:32 y Lucas 18:34 se nos dice que los discípulos, ante lo que es una clara predicción de su muerte y resurrección por parte de Jesús, son incapaces de entenderlo o incluso que su significado les fue oculto6, cogiéndoles la resurrección de sorpresa para solo después recordar que había sido predicho por él (Lc 24:8)7.
Esto es, incluso aunque pensemos que lo dicho en los Evangelios se remonta a los apóstoles, e incluso aunque me arrebataseis de mi escepticismo ante eventos sobrenaturales como este, el mero hecho de que tal “recuerdo” de la predicción no apareciese hasta que dicha predicción se cumpliese es lo que me lleva a pensar que tal predicción nunca existió.
Que resucitó
Esto no requiere comentario, ya he dedicado mis últimos artículos a esto.
Que de esto concluimos que Jesús dijo la verdad, era hijo de Dios
Nos volvemos a encontrar con el mismo problema, que la conclusión no se sigue de ninguna forma de sus premisas. Incluso aunque aceptásemos que Jesús dijo que era Dios, que dijo que resucitaría, y que resucitó ¿por qué debería deducir de esto que estaba diciendo la verdad? No tengo ningún motivo para pensar que predecir correctamente tu muerte y resurrección está correlacionado con la sinceridad.
Si pensamos que la resurrección es obra de un demonio intentando confundir a los judíos, las tres premisas son exactamente lo que esperaríamos. Es razonable que les diga que es Dios, porque posiblemente quiera robar cuota de adoración al verdadero Dios, y la forma más efectiva de conseguirlo es acompañando dicha afirmación de milagros como este.
De nuevo, no hay forma de conseguir que la resurrección de Jesús nos lleve a escoger al cristianismo sobre otras cosmovisiones con características sobrenaturales.
Conclusión
No es una, sino que son muchas las teorías que podrían acoger la resurrección de Jesús como un hecho. En otro contexto, esta frase tiene fácil continuación: buscamos las implicaciones de cada una de las teorías y las ponemos a prueba empíricamente, comprobando así qué teorías se ven falsadas y cuáles salen reforzadas de estos test. Esto, sin embargo, es mucho más complicado en el ámbito de la religión, donde nada es replicable y donde todo se diseña con la idea de nada sea falsable, imposibilitando este test.
¿O tal vez sí sea falsable? En próximos artículos mostraré que, contrario a la creencia popular, no solo el cristianismo es falsable sino que este criterio de falsabilidad viene en la propia Biblia. Y no solo mostraré que es falsable, sino que lo falsaré de múltiples formas, la primera de ellas mediante una predicción dejada por el mismo Jesús.
Pero antes de llegar a esa sección, debo finalizar la actual, en la que interactúo con los argumentos que los cristianos ofrecen para tratar de probar que su religión es la verdadera. La mayoría de estos consistirán en supuestos milagros, con lo que lo dicho en este artículo será enteramente aplicable, pero además de eso pretendo mostrar, como creo que lo he hecho con el caso de la resurrección, que no hay motivo alguno para creer que realmente ocurrieran.
Pinchas Lapide, The Resurrection of Jesus: A Jewish Perspective (Minneapolis: Augsburg Publishing House, 1983).
Rupert Gethin, «The Resurrection and Buddhism», en Resurrection Reconsidered, ed. Gavin D’Costa (Oneworld Publications, 1996), 201-16.
Nicholas Thomas Wright, The Resurrection of the Son of God (Londres: Society for Promoting Christian Knowledge, 2003), 720-21.
Richard Swinburne, «The Probability of the Resurrection of Jesus», Philosophia Christ 15, n.o 2 (2013): 241, https://doi.org/10.5840/pc201315223.
Richard Swinburne, The Resurrection of God Incarnate (Oxford: Clarendon Press, 2003), 187-90.
John Nolland, Luke 9:21-18:34, World Biblical Commentary 35B (Dallas, Texas: Word Books, 1993), 514, interpreta que, en Lucas, esa incomprensión tiene un carácter sobrenatural
Lysander Spooner, The Deist’s Reply to the Alleged Supernatural Evidences of Christianity (Boston, 1836).