La Sábana Santa (II)
Refuto el supuesto origen milagroso de la Sábana Santa, defendiendo que se trata en realidad de un fraude medieval
Este artículo es parte de una serie de artículos contra el cristianismo, que podréis encontrar organizados aquí:
En el anterior artículo hemos hablado de los registros históricos que tenemos sobre la Sábana Santa, y de como estos nos permiten concluir que lo más probable es que esta no sea más que una falsificación del siglo XIV. No obstante, el objeto de nuestro estudio no es meramente un suceso histórico, sino que estamos hablando de un objeto físico que tenemos a nuestra disposición para poder hacerle las pruebas que queramos si sus dueños lo permiten, y afortunadamente sus dueños lo han permitido en varias ocasiones a lo largo del tiempo.
En este artículo, hablaremos justamente de esas pruebas, y de como confirman más allá de toda duda razonable que, como ya habíamos concluido en el artículo anterior, no puede ser la mortaja de ningún hombre, mucho menos de Jesús, sino que es una mera falsificación del siglo XIV.
¿Cómo se hizo?
Los sindonólogos no solo dicen que la síndone es un retrato milagroso, sino que creen poder probar que su origen solo puede ser milagroso, y es por eso por lo que estamos hablando de ella en primer lugar, ya que muchos la lanzan como un milagro que prueba la veracidad del cristianismo. A esta conclusión llegan tras una serie de análisis “científicos” (más bien pseudocientíficos) de la tela, en los que catalogan ciertas características que esta posee, y al ponerlas en conjunto concluyen que es imposible crearla de modo natural, con lo que solo puede ser la imagen de Jesús de Nazaret tras la resurrección.
Veamos qué características son esas y por qué no impiden de modo alguno que una persona pueda hacer una obra similar.
La negatividad
Esta propiedad fue descubierta a finales del siglo XIX, cuando se le hizo a la Sábana la primera fotografía y, a la hora de revelarla, el fotógrafo (de nombre Secondo Pia) se dio cuenta de que el negativo de la imagen podía distinguirse mejor que el positivo.
Esto ha llevado a muchos a decir no ya que la imagen se aprecie mejor en el negativo, sino que se trata verdaderamente de un negativo fotográfico, uno anterior a la invención de la fotografía1, pero esto es falso. Creer esto nos llevaría a pensar que el pelo y la piel de Jesús eran del mismo color2, que su sangre era blanca o, sobre todo, que tenía espacios vacíos en su cara, ya que podemos ver espacios en blanco en varias partes del retrato, como alrededor de la boca o de los ojos3. Incluso Jorge Manuel hace una concesión inusual en él, reconociendo que no se trata de un verdadero negativo fotográfico ya que la iluminación que observamos no tiene ningún tipo de sentido4.
Independientemente de si la consideran un verdadero negativo fotográfico o no, todos los sindonólogos parecen entender la negatividad como algo único de entre todas las imágenes anteriores a la fotografía5, pero eso es falso. Pongamos unos ejemplos
En este caso, la negatividad se debe al distinto modo en que los diferentes pigmentos utilizados se degradaron con el paso del tiempo, justamente una de las primeras hipótesis que se avanzaron para explicar la negatividad de la imagen6. No creo que ese sea el caso de la Sábana Santa, mi explicación es otra, pero baste esta imagen para ver que no es un fenómeno ni mucho menos inaudito y que puede tener muy diversas causas.
Más interesantes todavía son las imágenes cuya negatividad proviene del método con el que se crearon. Esto es lo que vemos en muchas obras de la Gran Bretaña medieval y moderna, donde se popularizó la técnica de frotar con grafito u otro material similar una especie de papel colocado sobre unas placas, para obtener el dibujo por su relieve. Los resultados hablan por sí mismos.
Visto esto, parece inverosímil decir que nadie entendía el concepto de negatividad antes de la invención de la fotografía. No parece nada inverosímil que el método que se hubiese seguido para crear la Sábana Santa (tema en el que ahondaremos dentro de poco) fuese similar a este, teniendo en cuenta que lo que pretende imitar es la impresión que dejaría el cuerpo de Jesús sobre la tela que lo envuelve, no un mero retrato, y por tanto aquellas partes más coloreadas son las más prominentes (como la nariz o los pómulos), mientras que las otras, que son las que esperaríamos ver sombreadas, permanecen con el color más claro de la tela7.
Su tridimensionalidad
Si a finales del siglo XIX se descubrió que la forma “correcta” de ver la Sábana Santa era en su negativo, en 1977, el recién creado Proyecto de Investigación de la Sábana Santa de Turín (STURP, por sus siglas en inglés), descubrió una nueva: como imagen 3D. Mediante el uso de un analizador de imágenes VP-88, que permitía ver imágenes 2D como imágenes 3D obteniendo el eje Z por el brillo observado, vieron que la imagen tenía información tridimensional del cuerpo, algo que no consiguieron replicar en otras pinturas o fotografías, y que sería prueba definitiva del carácter milagroso de la imagen9. Pero lo cierto es que esta característica resulta mucho menos extraordinaria de lo que intentan mostrar.
En primer lugar, el resultado dista mucho de ser un a réplica tridimensional perfecta de una figura humana. Basta verlo para darse cuenta:
A pesar de que a la imagen ya le han aplicado cuestionables ajustes para hacerla más humana, basándose en la supuesta distancia que la sábana habría tenido hasta la piel en cada punto10, en su resultado todavía vemos enormes deformidades, véase por ejemplo la elevación de la ceja derecha o la enorme protuberancia en la frente. Si la intención de Dios era entregarnos una imagen tridimensional de su hijo, su trabajo fue más bien malo.
En segundo lugar, esta ni siquiera es una característica extraña, por mucho que se empeñen en afirmar lo contrario. Aunque algunas personas digan que el mero hecho de que podamos sacar una imagen tridimensionalidad de una bidimensionalidad ya es algo milagroso, eso es evidentemente falso, cualquier imagen bidimensional dará con este método una tridimensionalidad, porque para eso fue diseñado.
La cuestión es, entonces, si de alguna otra imagen podemos sacar una tridimensional con algún grado de realismo, al menos en comparación al que ofrece la Sábana Santa. Lo cierto es que sí, cualquier dibujo o imagen monocromática con iluminación frontal uniforme dará como resultado una imagen tridimensional con al menos cierta semejanza a la figura real que uno esperaría. Veamos un par de ejemplos que yo mismo he sacado:
Evidentemente, se ven en estas dos imagen claras deformaciones, especialmente la nariz aplanándose contra la boca en ambos casos, pero no muchas más que en la Sábana Santa, y es innegable que igualmente contiene cierta de esa “información tridimensional codificada” de la que tanto hablan los sindonólogos. En ambos podemos ver mentón, pómulos, frente y el puente de la nariz; en la segunda, podemos incluso ver las pestañas y los labios en la segunda imagen, aunque no sean precisamente hiperrealistas. Estoy seguro de que no costaría demasiado sacar una imagen todavía mejor si se le dedicase más esfuerzo a encontrar una que reúna las condiciones requeridas y a trastear con la configuración del programa.
Es más, que la proyección 3D de la Sábana Santa sea especialmente buena es algo que deberíamos esperar, y por el mismo motivo por el que explicamos antes para su negatividad. Recordemos lo que dije entonces “lo que pretende imitar es la impresión que dejaría el cuerpo de Jesús sobre la tela que lo envuelve, no un mero retrato, y por tanto aquellas partes más coloreadas son las más prominentes (como la nariz o los pómulos), mientras que las otras, que son las que esperaríamos ver sombreadas, permanecen con el color más claro de la tela”. Teniendo esto en cuenta, es evidente el por qué si (en el negativo) elevamos las partes más brillantes y deprimimos las más oscuras nos encontraremos con el relieve buscado.
Es por eso que, cuando uno somete a la misma prueba alguna réplica de la Sábana Santa para cuya creación se hubiera usado un método que tuviera eso en cuenta, el resultado es, igual que con la Sábana Santa real, un relieve similar al de una cara humana11.
La ausencia de direccionalidad
Otra característica de la Sábana, que fue señalada por primera vez en 1977 es la falta de direccionalidad, de la Sábana, esto es, el hecho de que no podemos ver la dirección de las supuestas pinceladas que habrían creado la obra, no hay marca de estas12. En opinión de Rodríguez Almenar, esto refuta completamente la idea de que la Sábana fuera manufacturada, ya que “como sabemos” todo pintor siempre le da direccionalidad a la pintura13.
La realidad es que esa última afirmación es, como mínimo, exagerada. En primer lugar, pintar con un pincel sobre la tela no es el único método posible para crear una imagen como la de la Sábana, y otros que se han propuesto (que trataremos luego) no presentan esa direccionalidad14. Incluso es discutible que todas las pinturas hechas con pincel dejen esas marcas15, y Mccrone, otrora colaborador del STURP, afirma haber logrado recrear la Sábana Santa sin ninguna direccionalidad de esa forma16
La presencia de sangre
Esta es la sección más difícil y en la que más he podido meter la pata de todo lo que he escrito en todos mis artículos, ya que hablaré de un tema bastante técnico sobre el que mis conocimientos previos eran casi nulos. He intentado hacer mi mejor esfuerzo para comprender la lógica de lo que os voy a resumir y creo que, al menos a muy grandes rasgos, lo he logrado, pero es muy probable que no sea así y que me leáis cometer errores de bulto. Si me lee alguien capacitado para ver esos errores, siéntase libre para reprochármelos.
La comisión de 1969-1973
La figura de la Sábana Santa tiene manchas de sangre en varios puntos, y por tanto una forma bastante evidente de comprobar su veracidad es determinar si realmente lo que hay es sangre, o si es algún tipo de pigmento. Esto fue evidente también para los primeros investigadores de la Sábana, que en cuanto tuvieron la posibilidad hicieron las pruebas pertinentes para comprobar si realmente había sangre o no en ella.
Fue en 1969 cuando el cardenal Pellegrino, arzobispo de Turín en aquel momento, decidió conformar una comisión de expertos que pusieran a prueba la autenticidad de la reliquia, conformada por científicos que, en palabras del propio Pellegrino “no tienen, ni siquiera en su inconsciente, postura a favor o en contra de la Sábana”17. Esta comisión se reunió ese mismo año, examinando su objeto de estudio durante dos días para establecer una hoja de ruta de futuras pruebas a las que someterlo, intentando extraer las máximas conclusiones con procedimientos lo menos invasivos posibles, en las que evidentemente incluyeron la determinación de la presencia de sangre18.
Los resultados de dicha comisión llegaron en 1973, siendo publicados en 1976. Para detectar la presencia de sangre, se realizaron múltiples pruebas independientes: sometieron muestras a luz ultravioleta tras tratarlas con ácido sulfúrico, lo que vuelve la hemoglobina fluorescente; la siguiente prueba fue con bencidina, que debería cambiar de color al contacto con trazas de sangre; finalmente por microespectrofotometría. Los resultados de todas esas pruebas fueron negativos, los autores de los análisis fueron incapaces de encontrar sangre alguna, lo único que encontraron por microscopía fueron gránulos de color rojizo de los que lo único que dijeron es que no eran sangre19.
El trabajo de McCrone
En 1978, el STURP también tuvo la oportunidad de acceder a muestras de la Sábana Santa para realizar sobre ellas distintos tipos de análisis. Algunas de esas muestras se enviaron al ya mencionado Walter McCrone, que llevaba un reconocido laboratorio especializado en detectar falsificaciones en obras de arte medievales, y que aceptó este encargo porque tenía el propósito explícito de demostrar la veracidad de la Sábana Santa20. Usando esas muestras, obtenidas de 32 puntos distintos de la Sábana, McCrone preparó dos sets iguales, uno para analizarlo él mismo, y otro que fue entregado a Ray Rogers, otro miembro del STURP, para que puedan realizar otras pruebas sobre él.
Si bien en un inicio intentó negarla, tras más de un año de investigación no pudo evitar llegar a la conclusión de que los gránulos rojos de los que hablamos antes, y que él pudo ver en todas las muestras de la Sábana que pertenecían al dibujo (22) y en ninguna que no perteneciera a él (10 que usó como control), era óxido de hierro, muestra de que se usó ocre rojo para pintar la figura, y por su observación de las partículas se atrevió a afirmar que se trata en concreto de rojo veneciano; que en las manchas de sangre se puede detectar cinabrio sobre el ocre rojo, un mineral que desde el siglo VIII se usaba para lograr un pigmento bermellón; de que además del ocre rojo y el bermellón, un tercer elemento presente en la Sábana es el colágeno, lo que deduce de la detección de un recubrimiento de proteínas en el tejido; y de que en ninguna de sus muestras había rastro alguno de sangre, replicando dos de los tests que ya se habían realizado en 1973, la bencidina y el ácido sulfúrico, y añadiendo otros dos, la fenolftaleína y el test de Takayama y Teichmann. Su conclusión final fue que la Sábana Santa fue pintada con ocre rojo muy diluido en una mezcla con colágeno y agua, con bermellón para lograr las manchas de sangre21.
A finales de 1979, McCrone envió dos artículos con los resultados de sus investigaciones al STURP para obtener su aprobación, pero ambos fueron rechazados con un “tus datos están tergiversados, tus observaciones son altamente cuestionables y tus conclusiones son pontificaciones en lugar de lógica científica”, sin más desarrollo, y se le prohibió publicarlos en ningún otro lugar amparándose en el contrato firmado con el STURP, que exige la aprobación del grupo para la publicación de cualquier estudio sobre esta materia. En enero de 1980, tres miembros de STURP se presentaron en su laboratorio para discutir sus resultados, y le reprocharon que el set que les había entregado era el peor de los dos, a lo que McCrone reaccionó ofreciendo un intercambio de ambos sets, intercambio en el que solo él cumplió su parte, por lo que perdió la posibilidad de continuar con las investigaciones. Posteriormente recibiría noticias de los abogados del STURP, exigiendo que les entregase cualquier lámina que todavía mantuviese y que hubiese preparado con el set de muestras que les entregó. En junio de 1980 McCrone dimitiría del grupo y ese mismo año publicaría los dos artículos rechazados22.
La réplica de los sindonólogos
Posteriormente otros dos miembros del STURP, Heller y Adler, sacarían la conclusión contraria al analizar las mismas muestras23. El hecho de que usasen las mismas muestras es relevante, ya que Raymond Rogers, uno de los principales miembros del STURP y el que se encargó de tomar las muestras en primer lugar y de quitárselas a McCrone después, acusó a este último de haberlas maltratado hasta dejarlas casi inutilizables y de haberlas contaminado enormemente24. Esta acusación probablemente tuviera la intención de desprestigiar el trabajo de McCrone, pero ¿no pone en cuestión también todos los posteriores? Heller y Adler no mencionan este supuesto hecho así que no explican cómo se habrían asegurado de que no interfiriera en sus estudios
Dejando esto a un lado, lo cierto es que su conclusión es la presencia de sangre, y para ello se basan en:
La detección de porfirina por fluorescencia roja ante la luz ultravioleta después de disolver el material en hidracina y ácido fórmico. Esto sería indicio de la presencia de sangre ya que el hemo es una porfirina, y es un componente de la hemoglobina, presente en la sangre.
La lenta disolución de ciertos fragmentos al aplicarles hidracina, pasando a un color rosa “similar al del hemocromógeno”.
El cambio de la muestra a “un color característico de la cianometahemoglobina” al tratarla con hidróxido de amonio y cianuro de potasio, lo que indica de nuevo la presencia de hemoglobina.
La detección de bilirrubina (la que me sube cuando te miro y no me miras) mediante un test disponible comercialmente. Esta sería un resultado de la degradación de la hemoglobina.
La detección de albúmina, proteína presente en la sangre, por el test del verde de bromocresol.
Nickell, en colaboración con el analista forense John F. Fischer, ofrece una crítica contundente a las pruebas realizadas por Heller y Adler25. En primer lugar señalan que, al contrario que los equipos de McCrone o Frache (líder del equipo de la comisión de 1973 encargado de la detección de sangre), Heller y Adler carecen completamente de experiencia en esta materia, lo que hace mucho más probable que cometan algún error en la realización de las pruebas que distorsione su resultado. En segundo lugar, y más importante, encuentran que pueden replicar los resultados obtenidos por Hellen y Adler si aplican sus tests sobre una copia de la Sábana creada con los componentes detectados por McCrone, Frache e incluso por los propios Heller y Adler, evidentemente sin sangre.
En la prueba 1, reprochan que solo detectan porfirina, pero no saben qué tipo de porfirina, así que esta puede venir de muchas fuentes además de la hemoglobina, como por ejemplo por las trazas de rosa garanza encontradas por McCrone y que él atribuyo a la contaminación que habría en la Sábana mientras estaba en el taller del artista que la creó; efectivamente, al hacer la misma prueba sobre la tela metiendo residuos de rosa garanza en la proporción encontrada en algunas muestras, da el positivo buscado. En las pruebas 2 y 3, no es necesaria contaminación alguna, sino que obtuvieron el mismo resultado al aplicar las mismas pruebas sobre una témpera de ocre rojo en colágeno como la que describió McCrone. En la prueba 4 la reacción la observarían por el oro, detectado tanto por McCrone como por la comisión de 1973, y que atribuyen al hecho de que en el siglo XIV solía usarse en pequeñas cantidades con el bermellón. En la prueba 5 Nickell y Fischer lograrían el resultado positivo por la sensibilidad del verde de bromocresol al PH, dado que tanto McCrone, como la comisión de 1973, y como los propios Heller y Adler encontraron calcio repartido uniformemente por la Sábana, Fischer y Nickell hicieron la prueba sobre telas tratadas con distintos compuestos que contienen calcio y que tendría sentido históricamente que estuvieran en una tela de esas características, encontrándose con que el test daba positivo a pesar de la ausencioa de albúmina.
Es de destacar el caso de la prueba 2, ya que este no es del estudio del 81 sino de uno anterior, realizado sobre una única lámina, antes de tener acceso al set de McCrone26. En ese artículo afirman que esperaban hacer pruebas adicionales sobre la disolución en hidracina y ácido fórmico para averiguar el tipo de porfirina y confirmar de esa forma si se trata o no de sangre, pero lamentablemente la muestra resultó demasiado dañada y por eso no pudieron hacerlo. Sabiendo esto, uno esperaría que intentasen repetir la prueba y completarla al disponer del nuevo set, pero no se nos dice nada de ello en el artículo del 81, sino que se limitan a repetir los resultados incompletos previos. Fischer se pregunta, y yo con él, si la realidad no sería que sí que hicieron las pruebas, pero decidieron no reportar los resultados al ser negativos.
Tras Adler y Heller
Las de Adler y Heller son las “investigaciones sindonológicas” sobre la presencia de sangre más importantes, y por eso les he dedicado tanto espacio, pero no son las únicas. De hecho, dado que la sindonología es toda una industria, existe una producción regular de artículos intentando demostrar esto, sean más o menos originales y intenten mostrarse más o menos contundentes. Es imposible cubrirlos todos, primero porque, como dije, no tengo los conocimientos técnicos adecuados para este tipo de investigación, y segundo porque la cantidad es tan abrumadora que sería una tarea hercúlea, pero mencionaré unos cuantos para dar una imagen general.
Fuera del STURP, el único sindonólogo que pudo poner sus manos sobre la síndone para tomar muestras con las que comprobar la presencia de sangre fue Baima Bollone, que también la dio por probada27. Lamentablemente no tengo demasiado que decir sobre su obra, ya que lo extremo sucinto de sus artículos me hacen prácticamente imposible analizarlos por mí mismo. También es muy difícil encontrar científicos interactuando con él para sacar conclusiones de sus debates, probablemente debido tanto a lo que acabo de comentar como a que el propio Bollone no interactúa con la comunidad científica, como sí hizo el STURP, sino que solo publica en revistas sindonológicas, a pesar de tener prestigio y experiencia en su ámbito (medicina forense) para publicar en revistas revisadas por pares e indexadas. En ocasiones ha impedido deliberadamente que esta clase de críticas se puedan dar, y es que que cuando miembros del STURP le pidieron que compartiese sus muestras para intentar replicar sus resultados, ya que no estaban de acuerdo con la presencia de aloe y mirra que reporta junto a la de sangre, este se negó28 .
Sobre los demás estudios más recientes, hay que destacar que siempre hay una sombra de duda sobre ellos, y es la procedencia de las supuestas muestras sobre las que basan sus experimentos. La propia diócesis de Turín, encargada de la reliquia, se ha pronunciado en tres ocasiones, 1995, 2009 y 2013, para decir que nadie ha tomado material de la Sábana Santa desde 1988 (cuando se extrajo para el análisis del Carbono 14) y que no les consta que nadie haya conservado ninguno de anteriores análisis, con lo que instan a desechar las afirmaciones de todo aquel que afirme haber hecho experimentos sobre materiales de la Sábana, ya que el hecho de que verdaderamente perteneciera a la Sábana será siempre completamente incierto29. Con esto sería suficiente para descartar todo lo que voy a comentar ahora, pero aún así creo interesante el ejercicio de obviar esta crítica para poder comentar un par de investigaciones que creo reseñables.
El caso más curioso es el de la supuesta detección de ADN de sangre humana antigua, ni más ni menos que el del propio Jesús, anunciada a bombo y platillo primero por su artifice, Garza Valdés30, y luego repetido por otros entusiastas sindonólogos31. Aunque Garza Valdés no nos ofrece apenas detalle de los análisis, si nos dice a quien se los encargó, a Victor Tryon, director de un centro de tecnologías de ADN en la universidad de San Diego, pero el problema es que la versión de Victor Tryon no podría ser más distinta. Según relató a la revista Time32, lo único que puede decir es que encontró ADN de algún primate, probablemente de alguna de las muchas personas que tocaron la Sábana a lo largo de la historia (en caso de que realmente hubiese analizado parte de la Sábana), pero ni es posible saber si es de sangre o de alguna otra fuente (células epiteliales, por ejemplo), ni es posible conocer la antigüedad de tal ADN, atribuyendo esas dos afirmaciones al fanatismo y la manipulación deliberada de los sindonistas que le contrataron. No es difícil llegar a esa última conclusión leyendo el resto del libro de Garza Valdés, viendo que para promover sus intereses acaba anunciando el descubrimiento de un nuevo tipo de bacteria solo observada por él en toda la historia de la microbiología y con unas propiedades un tanto peculiares, pero de eso hablaremos luego.
Un sindonólogo de gran popularidad, Giulio Fanti, es coautor de un reciente (2017) artículo digno de mencionar, aunque solo sea por haber logrado publicarse en una revista científica revisada por pares y de cierto prestigio como PLOS ONE33. En este artículo concluyen, sobre el análisis de una fibra que supuestamente perteneció a la Sábana Santa, afirman no solo que contiene sangre, sino que esta sangre proviene de un humano que sufría politraumatismos. Sin embargo, apenas un año después, la revista retractó el artículo tanto por la incierta cadena de custodia de la fibra como porque las conclusiones que obtienen no se siguen de los experimentos realizados, y reprochan que no reportasen un conflicto de intereses por su relación con el Shroud of Turin Education and Research Association, organización sindonista que proveyó la fibra34.
Con los pocos ejemplos que he mencionado me atrevo a resaltar un patrón: la deshonestidad de los “investigadores”. La sindonología es una pseudociencia, es un intento de dar una pátina de credibilidad a una creencia previa, y por ello nos encontraremos continuamente con manipulaciones más o menos obvias para el observador externo. Como adelanté, en este repaso me he dejado muchas supuestas “evidencias” de la presencia de sangre, y después de que lo publique encontraremos año a año muchas más, como las encontramos de los ufólogos, los homeópatas o los antivacunas en sus respectivas mamarrachadas, pero como en esos casos la mayoría de las veces podemos limitarnos a rechazarlas sin siquiera dedicarle una lectura, sabiendo que lo más probable es que sean producto de los sesgos de sus autores.
En cualquier caso, debemos remarcar que incluso aunque se demostrase que la Sábana contiene sangre, que no creo que sea el caso, esto no probaría demasiado, ya que nada impediría que el artista usase sangre en su confección. De hecho, cuando McCrone hizo sus investigaciones para averiguar con qué aglutinante se mezcló el pigmento para crear la témpera con la que se pintó la Sábana, sus principales candidatos eran el huevo, el queso, el colágeno (su conclusión final) y la sangre.
La ausencia de pigmentos
Leyendo lo dicho anteriormente sobre el trabajo de McCrone, ya se podrá saber mi que postura es que sí había pigmentos en la Sábana Santa, al menos ocre rojo y bermellón. Resulta extraño encontrarse con que el STURP incluyese en sus conclusiones que no se detectó pigmento alguno35, ya que esto va no solo contra lo visto en el laboratorio de McCrone, sino contra lo publicado por otro miembros del STURP mucho menos críticos como los propios Adler y Heller que llegaron a detectar bermellón igual que lo hizo McCrone, si bien estos detectaron mucha menos cantidad al disponer de peor equipamiento (McCrone requirió de microscopio electrónico para observar el bermellón36, algo de lo que no disponían Adler y Heller37) y por eso se sintieron cómodos simplemente tratándolo como contaminación por parte de artistas pintando cerca de la Sábana, o incluso poniendo sus obras en contacto con ella38. Esta última explicación fracasa en explicar por qué McCrone encontró el bermellón únicamente en las manchas de sangre.
También detectaron, tanto Adler y Heller como otros sindonólogos, el óxido de hierro que McCrone identificó como ocre rojo. Para solventar esto también se han propuesto muchas hipótesis, pero ninguna de ellas es capaz de explicar por qué el ocre rojo se encuentra en toda la imagen (ya que algunas hipótesis involucran la degradación de la sangre) y únicamente en la imagen39. La desesperación llega a tal punto que la hipótesis más razonable que han logrado es que el ocre rojo sería en realidad sangre, que debido al complejo sistema de doblados con el que estaría almacenada la Sábana, se habría trasladado por la tela de tal forma que siglos después esta podría detectarse en todas las muestras tomadas en la imagen y en ninguna de las muestras tomadas fuera de la imagen40.
Discusión distinta, aunque muchos lo mezclen, es la de si estos pigmentos son lo que permiten que hoy veamos la imagen en la Sábana, y es que los sindonólogos la atribuyen exclusivamente a un amarillamiento de las fibras. Ciertamente este amarillamiento de las fibras es algo que contribuye a la imagen, ya que está mucho más presente en la imagen que fuera de ella (McCrone midió una media de alrededor de 20% de fibras amarillas en 4 muestras de fuera de la imagen y algo más de un 40% de media en 8 muestras de la imagen41), del mismo modo que es obvio que el ocre rojo contribuirá a que podamos ver una imagen distinta del fondo ya que está presente solo en esta.
Si una es más o menos relevante que la otra no es algo importante, tanto como el hecho de que ambas se encuentren justamente en la imagen, correlación que claramente nos indica alguna conexión causal entre ellas. ¿Cuál podría ser esa conexión? McCrone afirma que el amarillamiento se debe al color de la témpera utilizada42, pero puede haber otras explicaciones. Nickell resalta, dando por válidas las conclusiones de estudios realizados por sindonólogos al respecto, que las fibras de lino pueden adquirir ese tono amarillo por la degradación de la celulosa, lo que ocurre naturalmente con el paso del tiempo por el efecto de la luz o el calor, pero también puede ser acelerada por la presencia de otras sustancias. Dos ejemplos que dan de sustancias que pueden acelerar ese amarillamiento son justamente el óxido de hierro, que ya hemos dicho que se encuentra en toda la imagen y solo en la imagen, o cualquier medio ácido como el que hemos comentado que se encontró en la imagen y que explica el resultado del test del verde de bromocresol43.
En resumen, la síndone sí que contiene pigmentos, y el hecho de que la imagen pueda estar formada en mayor o menor medida por el amarillamiento de sus fibras es algo que ni contradice este hallazgo, ni es difícil de explicar.
La ausencia de imagen bajo la sangre
Esta es una característica citada especialmente por Giulio Fanti44, quien sospecho que es el que la popularizó en primer lugar (aunque no es el que la propuso por primera vez. Adquiere enorme importancia cuando hablamos de las hipótesis escépticas, ya que estas suelen implicar dibujar primero el cuerpo y luego pintar sobre él la sangre.
El problema con esta afirmación es que parece no tener ninguna base, ni siquiera para los sindonólogos que Fanti cita, por mucho que este se haya obcecado en tomarlo como un hecho comprobado. En todos sus artículos, solo le he visto citar tres fuentes para apoyar esta afirmación: la primera es el artículo de Adler y Heller del que tanto hemos hablado45, el siguiente es el artículo de Schwalbe y Rogers resumiendo las investigaciones llevadas a cabo por el STURP hasta el momento de su publicación46, y el último es un artículo en el que el propio Fanti es coautor47.
Ninguno de los tres ayuda en nada a creernos esta afirmación. En el artículo de Heller y Adler soy incapaz de siquiera encontrar una alusión a este tema, ni tras leerlo completo en varias ocasiones, ni siquiera tras subirlo a chatgpt con el plugin de askyourpdf para pedir su ayuda; creo que Fanti simplemente mintió al incluirlo como referencia de esta afirmación. El escrito por el propio Fanti se limita a afirmarlo en su primera página, sin ningún tipo de desarrollo y sin siquiera dar otra fuente, por lo que no entiendo por qué lo citaría48.
El de Schwalbe y Rogers si menciona esta hipótesis49 para explicar un fenómeno concreto, las llamadas “auras pálidas” alrededor de algunas de las manchas de sangre más oscuras, lo que parece apreciarse especialmente por la fluorescencia ante luz ultravioleta, más similar a la observada en las zonas en las que no hay imagen que en las zonas de la imagen, que no presentan apenas fluorescencia. Este es un fenómeno que sí aparece mencionado en el artículo de Adler y Heller, aunque ellos en ningún momento lanzan una hipótesis como esa, sino que lo que dicen es que se trata de suero sanguíneo50, justamente la principal hipótesis defendida por el artículo de Schwalbe y Rogers en ese artículo. La hipótesis de que tras la sangre no hay imagen solo la lanzan tras enumerar otras cuantas, y es la única hipótesis para la que no citan a ningún defensor ni desarrollan nada sobre ella, más que destacar que de ser cierta supondría una prueba de la autenticidad de la Sábana porque ven difícil que un pintor pintase primero la sangre y luego dibujase a su alrededor.
Pero es más, es que el propio Fanti acepta la idea de que los halos son causados por suero sanguíneo, afirmándolo como un hecho comprobado e indubitado en los mismos artículos en los que menciona la ausencia de imagen bajo la sangre, sin darse cuenta de que con ello está tirando por tierra la única evidencia de esta afirmación. Esta aparente contradicción se resuelve cuando nos damos cuenta de que Fanti, como otros sindonólogos, no es más que un pseudocientífico cuyo único objetivo es convencer al mundo de que la Sábana Santa es una reliquia verdadera. Para este objetivo es bueno sostener que las auras están causadas por suero sanguíneo, ya que probaría la presencia de sangre; pero también lo sería el decir que están causadas por la ausencia de imagen bajo la sangre, ya que serviría para descartar muchas hipótesis naturalistas. Teniendo en cuenta esto, Fanti no duda ni un instante en usar su temerario desprecio por la verdad como un pegamento para unir las dos afirmaciones.
En realidad, estas auras pálidas no suponen ningún problema para la hipótesis de la falsificación, ni siquiera para los propios autores. Schwalbe y Rogers ofrecen dos hipótesis que parten de la premisa de la falsificación: que el creador intentó imitar el suero de la sangre con algún medio sin pigmentos, o que el medio sin pigmentos que usase para representar la sangre provocase ese efecto. Obviando la referencia al medio sin pigmentos, que repiten porque antes han intentado establecer la ausencia de pigmentos en la Sábana, la explicación más sencilla es que es un efecto que se da en la témpera usada, lo que comprobó experimentalmente Nickell51.
En cualquier caso, parémonos a pensar un momento en el sentido de la afirmación de que bajo la sangre no hay imagen. Sabemos que la imagen es causada por los pigmentos encontrados por McCrone (ocre rojo y vermellón) y por el amarillamiento de las fibras, en mayor o menor proporción cada uno de los dos según a quien le preguntes. Sabiendo esto, decir que las supuestas manchas de sangre no se encuentran sobre la imagen supondría decir que no habría en ellas ocre rojo ni fibras amarillas, pero lo que vemos es justo lo contrario, en las manchas de sangre tanto las fibras amarillas como el ocre rojo, e incluso en mayor proporción que en el resto de la imagen52. Por tanto, la afirmación de que bajo las supuestas manchas de sangre no hay imagen se ve refutada por la realidad observable.
Cómo se hizo
Cómo hemos visto, ninguna de las supuestas características que los sindonólogos alegan para probar el carácter sobrenatural y la autenticidad de la tela, como su negatividad o su tridimensionalidad, resultan difíciles de explicar. No obstante, aunque se responda a estas cuestiones sigue habiendo un argumento que los sindonistas repiten insistentemente “Vale, lo que tú digas, pero nadie ha conseguido replicarla ni siquiera con métodos actuales, mucho menos con métodos medievales”. Si investigáis un poco, os encontraréis no poca gente que hará afirmaciones similares a “el único método con el que puede lograrse una imagen como esta es una reacción nuclear, lo que obviamente no era posible en la Edad Media”53.
Todo eso no es más que el fruto de la tendencia de los sindonistas a esconder la cabeza bajo la tierra. Lo cierto es que ha habido multitud de gente replicando la Sábana Santa, con las características que tanto les gusta destacar de esta, con distintos métodos. El más convincente de estos, que no el único, es el propuesto por Nickell, consistente en frotar algún pigmento (ocre rojo en este caso, como sabemos por los análisis de McCrone) en la tela, tras colocar esta en un bajorrelieve de la cara de Jesús54, como los que podemos encontrar en muchas tumbas medievales, que se asemejan en sus proporciones a la cara que vemos en la Sábana Santa55. Posteriormente, Garlaschelli tomaría este método de Nickell y lo refinaría, usando el bajorrelieve para la cara, pero un cuerpo completo para reproducir el cuerpo, obteniendo una imagen completa equivalente en todas las características relevantes a la verdadera Sábana Santa, e incluso unas cuantas sostenidas por los sindonólogos cuya veracidad es disputada56.
Ante esto no suele haber respuestas muy elaboradas. Rodríguez Almenar57 se limita a calificar de “penoso” el intento de Nickell, y sobre el de Garlaschelli dice “Aunque se parezca visualmente, no es igual”, sin dignarse a desarrollar ninguna de las dos respuestas, ni tan solo añadir una sola palabra. Otros muestran su incomprensión del experimento a la hora de criticarlo, como es el caso de Baima Bollone, que niega que en el siglo XIV alguien pudiera mantener la temperatura estable de entre 140 y 145º durante 3 horas, como hizo Garlaschelli, ignorando que este solo lo hizo para envejecer la tela artificialmente58.
La respuesta más trabajada que he encontrado es la de Giulio Fanti59, que sigue sin ser demasiado satisfactoria. En su trabajo, Fanti enumera una serie de características de la Sábana, como las que hemos tratado, y evalúa si distintas réplicas fabricadas por distintas personas, entre las que incluye la de Garlaschelli, las cumplen o no. Las características que la copia de Garlaschelli no cumple se dividen en tres grupos: las desacreditadas, como la presencia de sangre o el hecho de que bajo las manchas de sangre no haya imagen; la petición de principio, como es el que la Sábana Santa hubiese envuelto a un cadáver (y podría haber añadido que era el de Jesús, ya que es lo que dicen las “fuentes” que enlaza); y las que resultan más bien irrelevantes, que parecería que solo las saca porque ha pasado tiempo buscando al microscopio cualquier tipo de diferencia con las réplicas que conoce para poder usarlas para desacreditarlas, como que hay ligeramente más color en puntos en los que se cruzan dos o más hilos. Incluso en esta última categoría podemos encontrar problemas en seguir la cadena de referencias que el propio Fanti va construyendo artículo a artículo para encontrar la original, lo que me lleva a pensar que si buscase más en profundidad me encontraría con que varias de ellas son, como es costumbre en Fanti, una simple invención.
En cualquier caso, es evidente que si uno se pone a buscar intencionalmente cualquier posible diferencia al microscopio de una réplica de la Sábana Santa con la original, siempre va a poder encontrarlo, como podría encontrarlo con cualquier réplica de cualquier otra obra u objeto histórico. En este sentido, es cierto que es imposible hacer hoy una copia idéntica de la Sábana Santa, como lo es hacer una copia idéntica de la Mona Lisa, aunque solo sea porque nadie va a replicar al milímetro sus más de 600 años de historia desde que se recolectó el lino usado para tejerla hasta que el día de hoy. Eso no es importante, lo importante es que no hay problemas en encontrar métodos con los que se podría haber hecho, y usarlos para crear hoy copias que son iguales en todos los aspectos relevantes.
La imagen
Tan importante como lo anterior, si no más, es la imagen en sí: la persona, sus proporciones, sus heridas y demás detalles que a los sindonólogos les gusta decir que presentan una precisión tanto anatómica como histórica completamente imposibles para un falsificador del siglo XIV. Como veremos, no solo no es así, sino que un análisis adecuado nos da la confirmación de que es imposible que la imagen sea la de una persona real.
Crucificado por las muñecas
La idea de que los crucificados debían tener sus clavos en las muñecas, y no en la palma de la mano, a pesar de ser así como se ha representado tradicionalmente en la iconografía cristiana, es una que se ha hecho suficientemente popular como para llegar al público general, pero lo que poca gente sabe es que esa idea vino justamente de un sindonólogo.
Fue un médico francés, Pierre Barbet, el que en los años 30 llegó a esta conclusión primero observando la Sábana Santa, y luego trató de probarlo haciendo experimentos primero con un brazo amputado y luego con un cadáver, argumentando mediante ellos que un clavo a través de la palma de la mano acabaría desgarrándola y dejándola caer, con lo que el clavo debería ir por un espacio de la muñeca que denominó “espacio de Destot”, lo que se vería probado además por la falta de pulgar en la imagen, ya que este estaría retraído por el daño que sufriría el nervio medio al pasar el clavo por dicho lugar60. Este argumento es el que ha conseguido calar en el imaginario popular, y no sin motivos, ya que una imposibilidad anatómica parece mucho más convincente que cualquier fuente histórica, lo que ha permitido que incluso académicos (no especialistas en el tema) den esto como hecho probado a pesar de que no exista una sola fuente que lo atestigüe.
Tomando como válidos los experimentos de Barbet, los sindonólogos han disfrutado desde entonces destacando este hecho y su contradicción con toda la iconografía de la crucifixión desde sus inicios hasta la actualidad, sugiriendo que la explicación más sencilla a esta contradicción es sencillamente que la Sábana Santa es real, y por eso representó fielmente la posición de los clavos de las manos61.
Sin embargo, hay dos problemas graves con esta supuesta prueba que la invalidan por completo. El primero es que las manos no tendrían por qué soportar todo el peso del cuerpo, sino que podría ayudarse atando al condenado con cuerdas o dándole algún soporte. Sabemos que de esta forma no hay problemas con clavar la palma de la mano porque tenemos relatos de ejecuciones por crucifixión que siguieron ese método tan recientes como la segunda mitad del siglo XIX62. Barbet responde que la práctica de usar cuerdas solo existía en Egipto, y que no tenemos ninguna fuente que hable de clavos y cuerdas a la vez, pero en esta argumentación solo muestra su desconocimiento de esta materia (lo que es razonable, hablamos de un médico y no de un historiador), baste referirnos a Ester Rabbah 10:563
Otra opción sería el uso del sedile, una especie de pequeño asiento, o el suppedaneum, pensado este para apoyar los pies64. El uso del suppedaneum lo podéis ver hoy en día e incluso grabado en vídeo, combinado con las cuerdas, usado por fanáticos religiosos que se juntan cada año para crucificarse durante unas horas. En su caso, pasan el clavo por las palmas de las manos, y hasta donde sé no ha habido casos de manos desgarrándose y saliéndose del clavo, aunque cierto es que probablemente ellos tengan mucho más cuidado del que tendrían los verdugos romanos65. Curiosamente, la primera representación de Jesús crucificado de la que tenemos constancia, el grafito del Palatino de finales del siglo I, muestra un suppedaneum.
La respuesta de Barbet para este caso es que no pudo hacerse uso ni del sedile ni del suppedaneum porque en ese caso Jesús habría podido sobrevivir bastante tiempo, pero lo que se nos dice en los Evangelios es que Jesús murió rápidamente. Obviamente podría oponer que los Evangelios no son una fuente que podamos tomar como palabra de Dios, nunca mejor dicho, sino que contiene muchos errores y contradicciones y especialmente en la pasión, muerte y resurrección. No obstante, eso no es necesario, ya que realmente lo que dicen los Evangelios va en contra de Barbet, ya que lo que se nos dice en Marcos 15:44 no es que Jesús muriera muy pronto, sino justamente que Pilato se sorprendió de que muriese tan pronto, lo que quiere decir que se esperaba que aguantase mucho más ¿y por qué podría esperarse eso? tal vez por la existencia de un sedile.
El segundo problema con la hipótesis de Barbet es que esta parece fallar incluso ignorando nuestras discrepancias sobre la forma de crucifixión. Para demostrar que la palma de la mano no aguantaría el peso del cuerpo, solo realizó un experimento, poniendo un peso de unos 40 kg a un brazo amputado soportado por un clavo que pasaba por el centro de la palma de su mano, tras unos 10 minutos empezó a notar que la herida crecía, y tras agitarlo un poco logró desgarrar la mano por completo. A este resultado, Barbet añade que el peso que tendría que soportar en la realidad sería el doble, ya que los pies apenas supondrían un punto de apoyo y que, dado el ángulo en el que estarían los brazos, ambos tendrían que soportar una fuerza mucho mayor que el peso de la persona.
Fue otro médico sindonólogo, Frederick Zugibe, el que dio un más duro golpe a las tesis de Barbet66. Entre otras críticas, probó empíricamente que es falso que los pies no supusiesen un punto de apoyo relevante, colocando a personas vivas en una cruz (atados, no clavados, lamentablemente) en la posición que Barbet asumía que sería correcta y midiendo la fuerza que tenían que hacer en cada momento, encontrando que pudiendo usar sus pies como podrían en la cruz al tenerlos clavados, una persona de 80 kg de peso tan solo necesitaría una fuerza de 30kg en cada mano para mantener su peso y levantarse para respirar. A su vez, pone en duda el experimento de Barbet en el que pone a prueba un único brazo amputado con 40 kg de peso, ya que este está amputado a un vivo y Barbet no nos dice por qué se amputó (asumimos por motivos legales que no lo amputó con el objeto de hacer el experimento), pero el motivo más habitual para esta clase de amputaciones es la gangrena, lo que pondría en cuestión su experimento. Sobre la falta de pulgar en la imagen como prueba, ya que sería consecuencia del daño del nervio medio, Zugibe señala un “pequeño” error en esa hipótesis: el nervio medio ni siquiera pasa por el “espacio de Destot”; de hecho, esto sería fácilmente explicable si asumimos que la imagen se creo por un método del tipo de los propuestos por Nickell y Garlaschelli, ya que el pulgar podría no aparecer simplemente porque este estaría más bajo que el resto de la mano y por tanto no resaltaría al frotar la Sábana67. Finalmente Zugibe, como sindonólogo que es además de anatomista, ofrece un punto por el que cree que el clavo habría pasado y que habría soportado el peso sin problemas, que atraviesa la palma de la mano, pero que no sería incompatible con la síndone ya que el clavo entraría con un ángulo suficiente para que el punto de salida pueda dar una mancha de sangre como la que vemos.
Pero entonces ¿Sabemos empíricamente, más allá de debates de anatomistas, si la palma de una mano podría soportar esos 30 kg de fuerza? Lo cierto es que sí, o incluso más, y lo sabemos desde antes de los experimentos de Barbet. Ya en el año 1902, otro estudioso de la Sábana Santa que intentaba probar que Jesús debió ser clavado por la palma de la mano, probó que esto era perfectamente posible al clavar dos cadáveres distintos haciendo que soporten todo su peso con una sola mano68.
Sin embargo, y aunque pueda sorprender a algunos, nada de lo que he dicho es necesario para refutar los argumentos sindonistas en este ámbito. Copio y traduzco un pasaje de su obra que he visto muy poco citado por sus detractores, probablemente porque la mayoría de los que interactúan con su obra son también sindonólogos que solo buscan conciliar la Sábana Santa con la iconografía tradicional, con los estigmas y con pasajes bíblicos que afirman que la herida debería estar en la palma de la mano.
(La herida) Tampoco está en el antebrazo. Sé bien que hay quienes sostienen que el clavo fue clavado en la parte inferior del espacio entre el radio y el cúbito. Pero este espacio se estrecha hasta el ángulo que conduce a la articulación radio-cubital inferior. Este sería sin duda un lugar muy sólido para elegir, ya que por encima del clavo estaría toda la sólida masa carpiana, pero habría que subir más para encontrar un espacio de ⅓ de pulgada entre el radio y el cúbito, pues esta es la amplitud del clavo. Y esto ubicaría la herida a una distancia de la muñeca que sería incompatible con la imagen que tenemos.
Esto es, él mismo ofrece un punto por el que podrían ir los clavos que es incompatible con la Sábana Santa, aunque no sea la palma de la mano, y lo rechaza únicamente por el justo motivo de que es incompatible con la Sábana Santa. Esto nos muestra que, incluso aunque diésemos por buenas todas las conclusiones de Barbet, decir que eso demuestra la precisión histórica de la síndone al representar la herida en la muñeca, no sería más que un argumento circular, ya que para dar por probado que es así como se crucificaba a la gente necesitarías primero asumir la veracidad de la Sábana.
Monedas en los ojos
Al comienzo del artículo hablé de la proyección tridimensional que los miembros del STURP hicieron de la Sábana Santa en 1978, pero no comenté todas las conclusiones que extrajeron de ella y de sus obvias deformidades. Una muy curiosa es la referida a los ojos, donde se ve unas protuberancias que llegaron a interpretar como monedas, afirmando que esto coincide con la práctica funeraria judía de colocar monedas sobre los ojos de los difuntos69. El problema ya no es que interpretar lo visto en la imagen como monedas sea sobrepasarse, que también, el problema es que tal práctica funeraria es una invención suya.
La referencia que dan para apoyar la existencia de dicha costumbre es “'A. P. Bender, «Beliefs, Rites, and Customs of the Jews Connected with Death, Burial, and Mourning», Jewish Quarterly Review, 7 (1894-1895), pp. 101, 254”, y ya la forma de referenciarlo es un despropósito. Si uno revisa el volumen 7 de la Jewish Quarterly Review, se encontrará con que tiene dos números, y ambos contienen un artículo titulado del mismo modo con la única diferencia de una numeración (III y IV), ya que era una serie de artículos que continuó con el tiempo. Por fortuna la referencia incluye las páginas que se quieren señalar, pero hay un problema: la primera corresponde al artículo del primer número, pero la segunda corresponde a un artículo completamente distinto de un autor distinto. Tras leer tanto el artículo que aparece en la página 254 (B. Lionel Abrahams, «The Expulsion of the Jews from England in 1290 (Continued)», The Jewish Quarterly Review 7, n.o 2 (1895): 236-58, https://doi.org/10.2307/1450232.) como el de Bender del mismo número, estoy bastante convencido de que el que querían citar es el de Abarahams.
Pues bien, si uno acude a las páginas citadas de ambos artículos, o incluso si se decide a leerlos completos, se encontrará con que lo que dicen no tiene absolutamente nada que ver con lo que los sindonólogos dicen que dicen. Bender habla de la costumbre funeraria de cerrar los ojos del muerto, pero no con monedas, sino con sus párpados; Abrahams habla de monedas, pero no de ojos y ni siquiera de muertos, ya que no dedica dicha página a hablar de costumbres funerarias del segundo templo sino a hablar de numismática inglesa del siglo XII, de la baja calidad de las monedas, su falsificación y la práctica de limar sus bordes para sacar un beneficio de la plata que se le extrajese. No veo forma posible de malinterpretar ninguno de los dos artículos, mucho menos en conjunto, y pensar que hablan de una costumbre extendida de colocar monedas en los ojos de los difuntos, así que me atreveré a afirmar que Jackson, Jumper y Stevenson son unos simples mentirosos.
Si consultamos a los académicos sobre este tema, lo que nos dicen es que tal costumbre no existió, o si lo hizo fue en casos aislados como imitación de costumbres paganas. De los cientos de excavaciones de tumbas del segundo templo, solo en tres de ellas encontramos monedas dentro de los cráneos de los restos, probablemente porque hubiesen seguido el rito helenístico de colocar dinero en la boca del difunto para que le sirva como pago a Caronte, el barquero. En cualquier caso, fuera en la boca o en los ojos, sería algo completamente marginal, no algo habitual70.
Tras el “descubrimiento” del VP-8, otro sindonólogo, de nombre Francis Filas, profundizó en el hallazgo y llegó a la conclusión de que no solo sobre los ojos de la síndone podemos ver monedas, sino que se pueden leer claramente inscripciones que las identifican como monedas acuñadas bajo la prefectura de Poncio Pilatos71. Veamos la imagen :
La imagen es de mala calidad, lo que se debe a que es una reproducción de una reproducción de una fotografía de 1931. Francis Filas explica por qué decidió escoger una imagen de tan mala calidad, ya que según dice, las imágenes de más calidad tomadas en 1978 son engañosas comparadas con la claridad con la que se ven las letras en su copia del negativo de 193172. Incluso la moneda que usa es de mala calidad, lo que le llevó a alegrarse por “ver” las letras UCAI en la Sábana, creyendo que eso es lo que aparece también en la moneda, cuando tal sucesión de letras no aparece en la inscripción “TIBEPIOY KAICAPOC”, la que contenían esas monedas73
Ignorando los consejos de Filas, permítaseme adjuntar una imagen de más calidad del mismo ojo de la síndone, junto a una imagen de una moneda de Pilatos mejor conservada.
No merece la pena dedicarle mucho más espacio a esto, ya que es evidente que no es más que un delirio propio de un esquizofrénico o del conspiranoico más desciciado74, pero eso no ha impedido que se haya tornado en verdad para muchos sindonólogos como Rodríguez Almenar, Baima Bollone, Giulio Fanti, Gary Habermas, Kenneth Stevenson, Frederick Zugibe, o Emanuela Marinelli entre muchos otros75, y por eso debe ser mencionado.
Los latigazos
Otra afirmación es que las heridas de latigazos coinciden a la perfección con las marcas que dejaría el tipo de látigo usado por los romanos, el “flagrum”, o “flagrum taxillatum”, un látigo armado con una especie de bolas en los extremos, lo que exigiría un nivel de conocimientos y habilidad que no sería razonable esperar en un artista del siglo XIV76. Tanto este como otros detalles de los latigazos, como el hecho de que fueran dados por dos hombres, uno más alto que el otro, se dan aludiendo a supuestos estudios que los prueban, pero he sido completamente incapaz de encontrar dichos estudios ni una sola persona dando su referencia, así que no me voy a pronunciar ni sobre sus métodos y ni siquiera sobre su existencia, pero sospecho que en última instancia todo parte de Barbet y Vignon, que parecen hacer sus observaciones a ojo de buen cubero77.
Sin embargo, el problema más importante de esta idea está en el apartado histórico, como señala de forma demoledora Andrea Nicolotti78. Nicolotti nos muestra, refutando todas las pruebas que los sindonólogos creen aportar (principalmente ver lo que quieren ver en bajorrelieves, y confundir adornos etruscos con flagelos romanos), que no existe ni la más mínima evidencia de que se usase en Roma látigos como los que los sindonólogos dicen que debieron ser los que dejaron las heridas en la Sábana Santa. Donde sí vemos látigos similares es, justamente, en la iconografía medieval de la pasión, y en látigos medievales como los usados por los flagelantes, movimiento popular justamente en la época en la que la Síndone fue creada.
De dar por buenas las ideas de los sindonólogos sobre las heridas de latigazos, la conclusión no debería ser que el artesano alcanzó una enorme precisión histórica, sino tal vez que el artesano pudo tomar como referencia las heridas que habría visto en dichos flagelantes, causadas por látigos con características similares a las que los sindonólogos dicen que debía tener. Por tanto, las marcas de látigos no suponen una prueba a favor de la veracidad de la Sábana Santa, sino de su falsedad.
El casco de espinas
Otra característica que los sindonólogos señalan, basándose en las heridas que la Sábana muestra en el cuero cabelludo, en la parte superior de la cabeza, y que se separa de la iconografía tradicional pero que ellos creen que puede ajustarse a la historia es el hecho de que la corona de espinas de Jesús fuera un casco completo, y no solo un círculo como una corona de laurel79.
No entraré en la historicidad o no de los cascos de espinas, algo que me parece un tanto absurdo cuando los propios sindonólogos se jactan de decir que la corona de espinas fue un castigo único, que nadie más sufrió. Centraré mi crítica en un aspecto más elemental, ¿cómo pueden hablar de las heridas en la parte superior de la cabeza ¡si la parte superior no aparece en la Sábana Santa!? Lo único que tenemos es la parte frontal y la trasera, nada más.
La “sangre”
Una de las cuestiones a las que más atención se le suele prestar a la hora de debatir sobre la precisión de la imagen son las manchas de sangre. Gracias a series como CSI, es de conocimiento común el que los patrones encontrados en manchas de sangre pueden usarse para averiguar en qué circunstancias se produjeron, y eso es lo que pretenden hacer los sindonólogos, jactándose en el proceso de lo precisas que son y, por tanto, lo imposible que sería que un mero artista medieval pudiera recrearlas con tal acierto80.
Una vez más, nos encontramos dentro del sindonismo con la disensión de Zugibe, que señala una cuestión evidente: que si hubieran envuelto el cuerpo ensangrentado tras flagelarlo de Jesús, no nos encontraríamos con las manchas delineando claramente las heridas de los latigazos y con algunos surcos de sangre cayendo por la cara y los brazos, como vemos en la Sábana, sino que veríamos una serie de manchas amorfas, pero trata de solucionarlo con la hipótesis de que el cuerpo fue lavado antes de colocar la Sábana y que lo que vemos es resultado de una exhudación y sangrado post morten81. El problema es que eso puede explicar las heridas de latigazos (no lo sé), pero es completamente incoherente con los surcos de sangre, ya que incluso aunque la sangre pueda fluir de un muerto, como él intenta mostrar en experimentos con cadáveres, o bien este flujo se vería cortado por el contacto de la tela, o bien se daría el mismo problema que si hubiera sangrado vivo y la mancha de sangre perdería su forma al entrar luego en contacto con ella. Ian Wilson decía que “solo con la idea de que Jesús no fue lavado puede sostenerse la autenticidad de la Sábana Santa”82, a esto solo cabe añadir que tampoco puede sostenerse con la idea de que no fue lavado, por los motivos ya señalados.
Pero aunque nos olvidásemos de eso y tomásemos la Sábana Santa como una fotografía y no como la impresión en una Sábana que enrolló un cadáver, las manchas siguen sin cuadrar.
De nuevo Garlaschelli, esta vez en coautoría con Mateo Borrini, centrándose en las manchas de sangre de los brazos y las manos, hizo experimentos simulando un sangrado en voluntarios en los puntos que vemos en la Sábana y luego manipulando su posición de distintas formas hasta encontrar alguna postura que haya podido dar lugar a lo que vemos en la imagen83. Su conclusión es que las manchas del antebrazo solo podrían darse si el cuerpo estuviera en pie (lo que descarta el sangrado postmorten de Zugibe) con los brazos en posición vertical o casi vertical, con un ángulo de entre 80 y 100º, mientras que las manchas de la mano solo podrían darse si dicho ángulo fuese de entre 45 y 50º.
A este artículo respondió un grupo de sindonólogos reprochando que las condiciones de los experimentos no fueran idénticas a las reales: que usase sangre con anticoagulante en vez de sangre fresca, que no tuviese en cuenta las diferencias en el vello corporal, las condiciones de temperatura o humedad, o que usase voluntarios sanos en vez de apalear, flagelar y asesinar a alguien crucificado para llegar a conclusiones más fiables84. Recibieron su respuesta de los autores, que señalaron que no hacían más que aplicar técnicas forenses establecidas, y que los factores que mencionan o bien no tendrían efecto (temperatura, humedad, o el tipo de sangre), o bien su efecto no llegaría nunca a cambiar las conclusiones del estudio (el vello corporal), pero que en cualquier caso les animan a llevar a cabo sus propios experimentos con métodos similares teniendo en cuenta esas diferencias si es que creen que pueden hayar resultados distintos85.
Uno de los miembros de dicho grupo envió otra réplica, en coautoría con un autor distinto, en la dicen que la Sábana Santa debe ser real por lo dicho en los argumentos sindonistas que dedico este artículo a refutar, con lo que Garlaschelli y Borrini deberían estar equivocados en algo, aunque no sepan en qué; repiten las críticas del anterior artículo, ignorando la respuesta recibida; y añadiendo otras posibles fuentes de error como la posibilidad de que se le diese un masaje a los brazos para aliviar el rigor mortis (no es broma), o que se considerase solo la sangre que sale de la herida de salida en las manos y no también la de la herida de entrada, cuando tal herida y su sangre ni siquiera aparecen en la imagen de la Sábana86. Aunque no lo merecieran, volvieron a recibir respuesta de los autores rebatiendo sus argumentos87.
Otro grupo distinto de sindonólogos, entre los que estaba presente Fanti, replicó repitiendo lo ya dicho en los dos comentarios anteriores, y haciendo énfasis en la posibilidad de que el cuerpo haya pasado por más posturas de las consideradas por Borrini y Garlaschelli y que las manchas ocurriesen en momentos distintos88. De nuevo recibieron la respuesta de los autores que, además de señalar sus errores y sus contradicciones en otros puntos de la respuesta, les animan a abandonar las especulaciones y, si creen que realmente existen otras posturas que podrían haber dado esas manchas, que lo demuestren ellos mismos89.
Saliéndonos de los brazos y yendo a la cara, los problemas son más evidentes, y es que no es solo que los regueros de sangre sigan caminos inverosímiles, como la famosa mancha en forma de épsilon de la frente, sino que muchos de ellos corren por la melena igual que lo harían por la piel, algo sencillamente imposible.
El único intento serio que he visto de explicar los regueros de sangre en el pelo, que creo que es el mayor problema, es el que en el 86 dieron Lavoie y Adler90, que consiste en hipotetizar que las manchas de sangre se dieron por contacto, mientras que el resto de la imagen se daría por algún otro método que permitiría que viésemos la imagen como una especie de fotografía, de tal modo que al extender la tela las manchas de sangre sufrirían de la deformación que esperaríamos ver en una imagen por contacto mientras que el resto de la imagen no, aparentando estar en un lugar distinto del que estarían en la realidad, con lo que en vez del pelo resultarían ser manchas de la cara.
Su idea, ignorando lo dicho anteriormente sobre como pasaría la mancha de sangre a la tela, puede parecer verosímil si nos centramos únicamente en la cara, como hacen ellos. Sin embargo, hay como mínimo un problema evidente con ella, suficientemente grave como para descartarla por completo, ¿qué pasa con la imagen dorsal?
Da igual la configuración que intente buscar, es absolutamente imposible que los regueros de sangre que vemos en el pelo de la parte de atrás de la cabeza de la imagen estuvieran de alguna forma en la cara. La hipótesis de Lavoie no funciona, la única explicación a este fenómeno es que se trata de una falsificación por parte de un artista no suficientemente inteligente como para lograr algo realista.
El largo del pelo
Es común en redes sociales encontrarse con una reconstrucción de la cara de Jesús que no suele gustar demasiado a los cristianos por su disconformidad con la iconografía tradicional y con la propia Sábana Santa, motivo el cuál llevó a cierto renacimiento de la defensa de esta al menos en este ámbito.
El retrato puede ser más o menos criticable, entre otras cosas porque casi todo es inventado al no tener información suficiente para hacerlo, pero hay una característica que sí parece bastante probable: el largo del pelo.
Al parecer el pelo largo estaba mal visto en aquel contexto cultural, como nos hace saber Pablo en 1 Corintios 11:14 al calificarlo como deshonroso. La excepción serían los nazareos, como fue Sansón, que debían mantener el pelo largo por sus votos, pero es imposible que Jesús fuera nazareo porque, entre otras cosas, tienen prohibido beber vino. Siendo Pablo el testimonio más cercano a Jesús que tenemos, y por tanto la fuente más fiable sobre él (aunque no fuese testigo directo), la información que da es relevante más allá del contexto cultural que nos aporta, ya que es posible que tuviese información sobre el aspecto real de Jesús (a través de descripciones de sus allegados) y sería inconcebible que escribiese algo como esto si supiese que tenía el pelo largo.
Si asumimos la hipótesis del milagro esto presenta una dificultad, pero si asumimos la hipótesis de la falsificación entonces es obvio por qué la Sábana Santa presenta a un Jesús con el pelo largo: porque es como se lo ha representado tradicionalmente de forma casi unánime. A los sindonólogos se les llena la boca señalando las formas en las que supuestamente la Sábana Santa va contra la iconografía tradicional y en línea con nuestros conocimientos históricos, aunque cuando profundizamos un poco vemos que no es así; deberían darle la misma importancia a cuando la Sábana Santa se aparta de nuestros conocimientos históricos para adherirse a la iconografía tradicional.
Las proporciones anatómicas
Los sindonólogos suelen repetir mucho que, si un artista hubiera hecho la síndone, habría hecho un trabajo anatómicamente perfecto91, afirmación que se torna risible sin siquiera salir de las obras sindonistas. Así, Ricci encuentra al menos dos medidas que califica como “anatómicamente imposibles” (la distancia entre los labios y las manos, y la medida de la parte posterior de las piernas), que trata de explicar como deformaciones causadas por el contacto con la tela92, misma explicación que da Barbet para el hecho de que un brazo y su antebrazo sean mucho más largos que sus contrapartes93, explicación cuyos problemas veremos en uno de los siguientes epígrafes, pero que en cualquier caso ya descarta que la figura pueda ser anatómicamente correcta, aunque sea por motivos explicables manteniendo una postura sindonista.
Zugibe, por su parte, al notar lo extrañamente alargado que es todo en la imagen, especialmente sus dedos, su cara y sus brazos, así como el hecho de que la distancia de la ingle a los pies sea mayor que de la ingle a la cabeza, propone que Jesús debió tener una rara enfermedad genética denominada síndrome de Marfan94. El mero hecho de que tenga que recurrir a una rara enfermedad genética para explicar la figura ya es algo que debería mantenernos escépticos, pero en este caso además uno puede plantearse si no se presentarían problemas teológicos ¿tiene sentido dentro de la cosmovisión cristiana que alguien libre del pecado original nazca con una enfermedad genética? probablemente eso genere debate. Yendo a cuestiones más concretas ¿necesitarían los romanos pagar a Judas para poder identificar a alguien cuyo aspecto le haría imposible ser confundido con otra persona? ¿cómo podría haber pasado desapercibido en la fiesta de los tabernáculos?
Curioso también es el caso de Victor Caja y Marzia Boi95, que en un artículo en el que dan por sentadas todas las tesis sindonistas y solo pretenden usarla para investigar sobre cómo se desarrolló la crucifixión y el subsiguiente destino del cuerpo de Jesús a través del análisis de las extremidades inferiores (Caja es ortopedista), se encuentran con tres incompatibilidades entre la parte frontal y la dorsal:
La presencia de equinismo (una deformación en el pie que obliga a caminar sin apoyarse correctamente en el talón) en la imagen frontal, pero no la dorsal.
Una discrepancia entre la flexión plantar en el pie derecho deambas imágenes.
Que en la imagen dorsal los pies parecen estar montados, mientras que en la frontal parecen ir paralelos.
Sin embargo, estas tres contradicciones con las que concluyen el artículo, para las que no son capaces de encontrar ninguna explicación satisfactoria, en ningún momento les hacen dudar de la creencia preestablecida de que es la imagen real de Jesús.
Pero es que aunque la imagen fuera anatómicamente correcta, sería imposible saberlo, porque es tan borrosa que es imposible sacar conclusiones claras. Así, en algo tan sencillo como la altura, los sindonólogos han dado estimaciones con casi 30 centímetros de diferencia96. Si no son capaces de determinar si la figura de la imagen es de una persona con una altura apropiada para ser lateral de balonmano, o una apropiada para ser jinete ¿cómo podrían saber si las proporciones anatómicas son perfectas, aunque lo fueran? De hecho, yo mismo aceptaría sin dudar que muchos de los errores antes señalados pueden descartarse simplemente como meras ilusiones por la completa falta de detalle del dibujo en la tela, como es el caso de lo dicho justo antes sobre los pies.
¿De pie, o tumbado?
La figura de la Sábana Santa parece estar tumbada, como se ve claramente en los pies de la parte trasera (porque en la delantera no se ven pies), pero sin embargo hay al menos dos detalles que son completamente incompatibles con esta idea: la melena y toda la imagen trasera97.
El caso de la melena es evidente, no puede caer de esa forma si la persona no está en pie. No creo que sea necesario ahondar en esto porque, incluso aunque no se tenga buena comprensión de la física relacionada con este tema, todo el mundo conoce a alguien con el pelo largo y es consciente de que no hay forma posible de que el pelo mantenga esa caída uniforme que se ve en la Sábana Santa. Algunos autores98 han sugerido que este fenómeno se debe a que la sangre que mancha el pelo, tras coagular, haría una especie de pegamento con el que impedir que se separe como pasa con la gente normal al tumbarse, pero me cuesta creer que, independientemente de la cantidad de sangre que manchase el pelo y de cuanto tiempo pasase, esta pudiese formar un bloque sólido de toda la melena capaz de desafiar la gravedad, algo que no se han molestado en probar que puede pasar (hasta donde sé).
El segundo detalle es la falta de compresión (pensad en cuando veis a alguien apoyado en un cristal) en la imagen dorsal, en puntos como las nalgas, los hombros o los gemelos, como esperaríamos ver si estuviese apoyado sobre ellos. A esto se suele replicar que es una consecuencia del rigor mortis99, pero es que el rigor mortis solo afecta a los músculos, no a la piel ni a la grasa, especialmente importantes en zonas como las nalgas.
Con estas dos observaciones parece imposible ver cómo podría estar Jesús tumbado al momento de tomar esa imagen, pero también lo es el cómo podría estar de pie ¿qué opción nos queda entonces? que no es Jesús. O eso, o liarnos el gorro de papel de aluminio a la cabeza y ponernos a lanzar hipótesis cada vez más descabelladas, como veremos en el siguiente epígrafe.
¿Cómo se hizo?
Hablando de las proporciones anatómicas del dibujo, nos encontramos con que varios supuestos errores se justificaban por las deformaciones que provocaba la creación por contacto de la imagen. Esto resulta particularmente interesante porque, aún manteniéndose en el ámbito de lo milagroso, están proponiendo un método concreto de creación de la imagen con consecuencias previsibles, y por tanto nos están dando algo directamente falsable: ¿es la imagen consistente con lo que esperaríamos que se diese si la tela hubiese plasmado en la imagen los puntos del cuerpo que estaban en contacto con ella? La respuesta es claramente no.
La imposibilidad de este mecanismo de formación se conoce desde, como mínimo, el siglo XVIII100. En la Sábana Santa vemos algo parecido a lo que esperaríamos encontrar si viésemos a la figura de frente, pero eso no es nunca lo que encontraríamos al envolver cualquier cuerpo tridimensional para obtener su impresión en una superficie bidimensional, sino que lo que veríamos sería similar a lo que ocurre con un mapa del mundo, el cuerpo extendido completamente en dicha superficie. Sería más parecido a desollar el cuerpo y presentarnos su piel estirada, que a sacar una fotografía del cadáver.
Entonces ¿qué otras alternativas hay, además de las ya vistas que presuponen su falsificación? Sorprendentemente, la más popular, hasta llegar practicamente al punto del consenso en esta pseudociencia tan peculiar, es la de algún tipo de radiación.
Uno de los primeros en popularizar esta idea fue John Jackson, que propuso que el cuerpo se desintegraría con la resurrección y emitiría una radiación según la Sábana fuese atravesándolo, hasta que el cuerpo desapareciese del todo y la Sábana quedase reposando en la piedra101. El problema es que esto fracasa completamente a la hora de explicar aquello para lo que se creó la hipótesis, ya que sería completamente equivalente a una formación de la imagen por contacto, ya que en el momento en el que el cuerpo se desintegrase y la Síndone comenzase a atravesarlo, lo haría cayendo en la posición en la que estaría cuando envolvía el cuerpo. Cierto es que, como dice Jackson, “la gravedad la aplanaría” (relativamente, ya que es de esperar que dejase unas cuantas arrugas), pero eso lo haría solo después de caer completamente al suelo, cuando la imagen ya estaría totalmente formada. Adicionalmente, presentaría todos los demás problemas que mencionamos, como las manchas de sangre o la caída de la melena.
Cualquier hipótesis sindonista requeriría añadir a este milagro otros tantos adicionales, como son que el cuerpo flotase sobrenaturalmente en el aire en posición vertical, con la Sábana siguiéndole e intentando mantenerse plana tanto por delante como por detrás de él, además de emitir la radiación de alguna forma tan solo hacia delante y detrás, no hacia arriba, además de otros tantos milagros que no soy capaz siquiera de describir para explicar cosas como las manchas de sangre en el pelo o los absurdos anatómicos que los sindonólogos intentaban explicar como deformaciones por contacto. Un tipo de milagro tan caprichosamente complejo que podría decirse que Dios lo diseñó con el expreso propósito de que no nos lo lleguemos a creer, pero eso no frena a los sindonólogos a la hora de hacerlo102
Datando la Sábana Santa
Hasta ahora nos hemos centrado en si es posible un origen natural de la Sábana Santa y en si la imagen que se muestra es realista o no, pero hay una tercera vía con la que podemos comprobar su fecha, que es intentar datarla. Si de algún modo lográsemos mostrar que su creación fue posterior al siglo I, refutaríamos completamente al menos el hecho de que hubiese envuelto del cadáver de Jesús, y si además pudiésemos datarla en el siglo XIV, la postura que he defendido desde el anterior artículo se vería prácticamente confirmada. Del mismo modo, una datación en el siglo I reforzaría enormemente el sindonismo, mientras que una muy anterior sería muy divertida y nos dejaría a todos muy confusos.
Para lograr esta datación se han encontrado al menos cinco métodos, pero el quinto es suficientemente relevante como para que le dedique un apartado propio, así que hablemos de los otros cuatro.
El polen de Frei
En 1976, un criminólogo suizo de nombre Max Frei que recibió supuestamente muestras de la Sábana Santa obtenidas en la comisión de 1973, unas cintas adhesivas que se aplicaron sobre la reliquia, hizo público un hallazgo impresionante: polen fosilizado de una especie extinta que solo existía en oriente medio en la época de Jesús. De esta afirmación se retractaría el mismo año, cambiándola por el más sencillo descubrimiento de un tipo de polen común en aquella época y lugar, y acusando al periodista que publicó su primer comunicado de haber manipulado sus palabras. A pesar de eso, no solo podemos encontrar a sindonólogos repitiéndolo hoy en día, sino incluso el mismo Frei lo hizo de forma ocasional en los siguientes años103.
Incluso con la más sensata, aunque mucho menos contundente, afirmación de que lo que encontró serían pólenes que eran más comunes en aquellas épocas y lugares encontramos cierta contradicción en su obra. En 1977 Frei participaría en un proyecto de documental junto con Ian Wilson y David Rolfe, este último un recién licenciado de la escuela de cine de Londres que acabaría rodando varios documentales sobre la Sábana Santa. En dicho documental se dedicaron a viajar por los países por los que supuestamente pasó la síndone para recoger muestras de polen, encontrando con que los que él dijo encontrar serían de los más comunes no hace 2000 años, sino hoy en día104. De hecho, la afirmación de que los pólenes que encontró serían los más comunes hace 2000 años no tiene ninguna base, y es que los artículos que referencia para probar esa afirmación ni siquiera hablan de pólenes de esa época, y cuando uno revisa los estudios realizados al respecto, se encuentra con una distribución muy distinta de la que Frei identificó105
Sin embargo, el estudio de Frei todavía nos ofrece algo interesante, y es que encuentra enormes cantidades de distintas especies de polen de los lugares por los que, según la teoría del Mandylion de Wilson, habría pasado la tela, lo que en sí seguiría suponiendo buena evidencia no solo a favor de dicha teoría sino también de que la tela es más antigua, ya que no pasó por esos lugares en ningún momento de su bien conocida historia a partir del siglo XIV106.
Lamentablemente, esta conclusión no surge de un análisis adecuado de las muestras a las que tuvo acceso, y seguramente ni siquiera de la incompetencia (aunque es probable que esta jugase un papel). Para defender esta afirmación me remitiré a lo escrito por Ciccone, que trata esta cuestión de forma completa, y cuyo trabajo me limitaré a resumir en sus puntos más importantes.
En primer lugar hay que preguntar lo obvio ¿sería siquiera posible encontrar granos de polen de hace 2.000 años en la Sábana? La respuesta parece ser que no. Ni se dieron las circunstancias para que pudiesen fosilizarse, ni es verosímil esperar que pervivieran hasta hoy en otra circunstancia107. Dado que lo que pretende es determinar la ubicación de la Sábana siglos atrás, aceptar este punto sería suficiente para invalidar por completo todas sus conclusiones, y no he encontrado hasta el momento réplica alguna.
Un segundo problema está en el nivel de precisión alcanzado por Fanti, que sería imposible de lograr. En la mayoría de pólenes no tenemos modo alguno de identificar su especie, sino a lo sumo su género, y algunos ni siquiera eso, sino que solo se podría hacer la identificación a nivel de familia, e incluso eso solo sería posible mediante un complejo proceso que Frei no habría seguido. Por supuesto, este podría ser un error excusable en un aficionado como Frei sobrevalorando sus capacidades, por eso es interesante saber qué diría un palinólogo profesional si pudiera hacer lo mismo, y afortunadamente eso ocurrió en dos ocasiones. El primer caso fue en el 98 por Iru Baruch, pudiendo identificar únicamente una especie, Gundelia tournefortii, e incluso esa identificación fue criticada por sus colegas. El segundo fue en 2001 por Thomas Litt, aunque lamentablemente los sindonistas que encargaron su informe decidieron no publicarlo, pero sí ha trascendido que concluyó que los granos identificados como Gundelia tournefortii no pertenecían a esa especie108.
Asunto más turbio es el del supuesto uso de microscopio electrónico de barrido por parte de Frei. Seguramente para darse más credibilidad, afirmó haber hecho uso de este microscopio, e incluso decía que solo de ese modo podían identificarse las especies de los granos de polen. Sin embargo, sabemos por el estado en que están conservadas sus muestras, dado que estas requieren un tratamiento previo para poder ser observadas al microscopio electrónico, que nunca usó dicho instrumento, así que Frei mentía109. En su obra mostró fotografías de pólenes tomadas al microscopio electrónico, intentando pasarlas como fotografías de los pólenes de la Sábana Santa, pero hoy sabemos que ninguna de esas imágenes eran de la Sábana, sino que todas se tomaron a granos de polen de procedencia conocida, como Ciccone pudo confirmar más allá de toda duda al acceder al archivo del microscopista al que Frei encargó tomar esas imágenes110. Este último hecho causó que algunos sindonólogos como Barry Schwartz, al enterarse del engaño, decidieran separarse de su trabajo111.
Finalmente, hay una prueba adicional de manipulación en este caso, y es la diferencia entre las muestras de Frei y las tomadas por otros sindonólogos, y es que en ellas todos los granos de polen encontrados son totalmente irreconocibles, enormemente deteriorados y con incrustaciones que impiden cualquier tipo de identificación, muy distinto no solo de lo que reporta Frei, sino de lo que encontraron posteriomrente los demás investigadores que analizaron sus mismas cintas112. Se acentúan las sospechas con el hecho de que en las cintas de Frei la gran mayoría de los granos de polen, y todos aquellos que se muestran frescos y sin las incrustaciones mencionadas, se encuentran en el primer centímetro de las cintas, mientras que el resto sería similar a las muestras tomadas por otros investigadores, dándonos indicios claros de que son el resultado de la manipulación113
En resumen: como otros sindonólogos, Frei era un mentiroso acostumbrado que probablemente mezclase sus embustes con errores groseros. Su trabajo no puede ser tomado en serio.
Marzia Boi
Hay un intento alternativo de localizar la Sábana Santa en la Palestina del siglo primero a través de los pólenes de Frei, uno en frontal contradicción con su trabajo pero que de algún modo llega a la misma conclusión final, el de la palinóloga Marzia Boi. Este sería especialmente relevante para mi artículo dado su origen español, ya que Marzia sería profesora en la universidad de las Islas Baleares, y especialmente su relación con el Centro Español de Sindonología, ya que fue en una de sus conferencias donde presentó su hipótesis por primera vez, y su presidente se ha dedicado desde entonces a promocionarla114.
La idea de Marzia es que Frei solo habría cometido un error al identificar los pólenes, y que estos pertenecerían en realidad a otras especies de plantas que eran usadas para aceites, bálsamos y unguentos funerarios usados en aquella época y lugar, y que de esa forma habrían llegado a la tela115. Ni una cosa ni la otra tiene justificación alguna, sino que son fruto de la especulación más desatada.
Tomemos como ejemplo la reclasificación más importante de Marzia, la de Gundelia tournefortii en Helichrysum, ¿qué evidencias tiene de que se hiciese uso de ella como aceite, bálsamo o unguento en los ritos funerarios del judaísmo del segundo templo? Sorprendentemente para los estándares sindonológicos, da una amplia bibliografía que contiene tanto fuentes secundarias como primarias116. No obstante, la mayoría de esas referencias son para hablar de sus propiedades en vivos (antiinflamatorias, narcóticas, antibióticas…), pero sí hay tres referencias que cita para afirmar su uso en prácticas funerarias, que es lo que nos interesa: Maffei et al.117, Seaton118, y Antunes Viegas et al.119.
He sido capaz de leer completos el segundo artículo de Maffei y el de Antunes Viegas, y puedo afirmar que en ningún lugar se hace ninguna mención a su uso en ningún rito funerario, ni siquiera se dice nada que pueda llegar a confundirse con eso, a pesar de que en el de Antunes Viegas sí que se dedica una sección a relatar sus usos tradicionales. El primer artículo de Maffei no lo he podido leer, pero por su título es evidente que se trata de un experimento y no de un artículo sobre historia, y leyendo que en el segundo no dio ningún tipo de contexto histórico, me aventuro a decir que tampoco lo habrá hecho en el primero.
Con respecto al libro de Seaton, aunque no he podido acceder a él completo, sí a la generosa previsualización de google books, que no solo permite leer buena parte sino también buscar cualquier término para ver si se encuentra en el libro completo, y no encontró ni una instancia ni de “Helichrysum” ni de “funerary”. Tampoco parece que quepa que el libro hable de este asunto, ya que parece tratar exclusiva o casi exclusivamente del significado dado a las flores en el siglo XIX, sin hablar en ningún momento de la antigüedad si no es en relación a ese tema, como confirma una crítica que he podido encontrar del libro120. En cualquier caso, como Boi no dice qué página del libro referencia (costumbre muy extendida en la sindonología), resulta muy difícil confirmar o desmentir que se encuentre alguna afirmación que se asemeje a lo que dice Boi.
Ignoremos su completo fracaso en aportar fuentes fiables de sus afirmaciones, supongamos que realmente leyó algo y simplemente se lió a la hora de referenciarlo. Pues en ese caso todavía falla. Lo que dice Marcia es que sus fuentes supuestamente acreditarían el uso de Helichrysum en el imperio romano, pero no específicamente en Palestina, ¿y deberíamos esperar que Palestina siguiera la misma norma? si se usaba para lo que dice Marzia, para conservar los cuerpos, la respuesta es no. Para las costumbres funerarias de los judíos del segundo templo, conservar el cuerpo es un inconveniente, ya que lo que buscaban es que se descompusiera rápido para pasarlo al osario, y de hecho la opinión de los estudiosos del tema es que es probable que aplicasen ungüentos para acelerar la descomposición121.
Pasando al siguiente punto, ¿qué justificación da Marzia Boi para pensar que su identificación es más correcta que las de Frei o Baruch? al fin y al cabo, al contrario que ellos, ella no tuvo acceso al material de estudio. Pues la justificación es francamente graciosa, ya que se apoya en las fotografías al microscopio electrónico tomadas por Max Frei, fotografías que ella dice que son de la Síndone, pero que ya he explicado que no es así122. Resulta como mínimo curioso que se haya atrevido a corregir una identificación que se realizó no al microscopio, sino en el momento de extraer el polen de su planta para usarlo como ejemplo. Fuera de esto, su única justificación alternativa es su conveniencia, que la posibilidad de error está ahí por el parecido de los pólenes y que cree que tendría más sentido encontrar esos antes que los identificados por Frei si la Sábana Santa fuera real; o dicho de otro modo, que quiere que sea cierto.
Terminando con este tema, me gustaría citar algunas de las conclusiones que la propia Marzia Boi sacó en un artículo de 2015, tres años posterior a que propusiese su hipótesis123:
-El método de recolección de muestras con cinta adhesiva es agresivo para las fibras del lino y hace difícil identificar el polen específico.
-Los métodos de investigación y los resultados no han sido expuestos y razonados de forma científicamente correcta; los resultados son poco razonados y apresurados, apoyados en otros estudios bibliográficos precedentes.
-La falta de un método científico válido, la escasez de material de referencia y el entusiasmo no han sido suficientes para identificar correctamente los pólenes.
-Los análisis realizados con microscopía óptica no permiten, en la gran mayoría de los casos, definir la especie vegetal exacta, siendo posible determinar solo el género o la familia botánica; es lógico que se llegue a errores en la identificación.
-Los resultados mencionan el descubrimiento de polen de plantas extintas; dos milenios en la evolución de las plantas no es un tiempo largo, aunque puede haber alterado el área de distribución de ciertas plantas.
-En los trabajos publicados se han mostrado esencialmente imágenes de polen moderno, posiblemente reciente y de revisión, sugiriendo la posibilidad de que no se hayan encontrado pólenes en las fibras.
-Existen graves errores en la identificación del polen, confusiones a nivel de familia e incluso confusión entre esporas fúngicas y polen, pruebas que confirman que no se contaba con la competencia necesaria para llevar a cabo estas delicadas investigaciones.
-No se ha explicado por qué el polen entomófilo es el tipo más abundante y cómo llegó a la reliquia.
-Las investigaciones palinológicas sobre la Sábana Santa no son científicamente claras, explícitas y definidas; dudo que las especies se hayan identificado correctamente.
-Las investigaciones previas a las conclusiones del estudio del polen implicarían la recolección de muestras de plantas, su identificación y la espera al florecimiento para la recolección del polen, una práctica que hoy se simplifica gracias a la presencia de material de referencia.
-Los resultados que aluden a la presencia de polen siguiendo el recorrido de la Sábana Santa son demasiado precisos para poder ser confirmados esencialmente solo con el uso de microscopía óptica; la mayoría de los palinomorfos, inmersos en adhesivo, difícilmente pueden ofrecer resultados de gran relevancia.
-La especulación realizada con las muestras que fueron vendidas a ASSIST fue una acción equivocada; las muestras originales son evidencias que pertenecen a la Sábana Santa, a la comunidad científica y no son propiedad de los investigadores.
-Las conclusiones basadas en hipótesis han llevado a cometer errores de evaluación, por lo que considero que las investigaciones no deben darse por terminadas
Resulta curioso que incluso entre los sindonólogos que más hacen de la palinología y de los que más uso hacen los sindonistas para sus intereses apologéticos, cuando rascamos un poco, encontramos tanto escepticismo como para que pongan en duda incluso que se encontrase polen alguno, no hablemos ya de identificar sus especies.
El tipo de tejido
La Sábana Santa es una pieza de lino con patrón de sarga de espina de pez, 3/1, con torsión en Z. No es importante en estos momentos discutir en detalle qué significa esto, lo importante es ¿es este tipo de tela más propio del contexto de Jesús, o del de d’Arcis? ¿Nos da información suficiente para datarla en una u otra época? Lo cierto es que sí, esta información es suficiente para saber que dicha tela debió ser, como mínimo, de origen medieval.
Es posible que el lector que se haya informado sobre este tema a través del Centro Español de Sindonología haya escuchado la afirmación de que este tipo de tejido es el que vestía el sumo sacerdote en la tarde del Yom Kippur, afirmación que su presidente repite una y otra vez como si fuera un hecho incontrovertido124, pero eso es falso. No cita sus fuentes, pero buscando el origen de la afirmación podemos llegar a la especulación de ciertos sindonólogos a partir de un pasaje de la Mishna en el que se dice que por la mañana llevaría ropa de lino de Pelusio (región egipcia), y por la tarde ropa de lino india y menos lujosa. Partiendo de la premisa de que este tipo de sarga sería indio, lo que ya de por sí no tiene base alguna, asumen que si el sumo sacerdote llevaba ropa india debía ser porque era este tipo concreto de tejido, como si fuese el único proveniente de la India125
Como esa, el asunto del tipo de tejido esta lleno de mitos sindonistas sin ninguna base. Gian Marco Rinaldi dedica un extenso y durísimo artículo a desmentir hasta catorce de estos mitos propagados por Emanuela Marinelli, que incluyen desde la inexistencia de tejidos de algodón en la Europa medieval hasta supuestos hallazgos de tejidos palestinos del mismo tipo que la síndone, simplemente rastreando las supuestas fuentes y viendo como las manipula, cuando no se las inventa126. Giulio Fanti llegó a inventarse que el libro del Éxodo habla de tejidos con torsión en Z, una invención muy descarada cuando tenemos en cuenta que está hablando de un libro que habrá sido leído por un gran porcentaje de sus lectores, al contrario que otras fuentes más oscuras127
Lo cierto es que, de 1635 textiles encontrados en Israel y datados en la ocupación romana, no tenemos constancia de ni uno solo del tipo descrito en la Síndone. Todos los tejidos de lino hasta la época medieval tendrían torsión en S, no en Z, encontrándose solo 37 tejidos de algodón con torsión en Z; solo se habría encontrado un ejemplar en toda Israel en sarga de espina de pez, y su origen parecería ser moderno; y la densidad de hilos sería mucho más alta de lo que encontramos en otras telas de la época, de 38,6 hilos por centímetro cuadrado en la urdimbre, cuando lo que vemos en las telas israelitas es entre 10 y 15 hilos128.
De hecho, para lograr una sarga con tal densidad de hilos y de este tamaño, se requeriría una tecnología en cuanto a telares que no estaría disponible hasta que llegase desde China en el siglo X, probando una vez más que la Sábana Santa no puede ser otra cosa que una creación medieval129.
La vanilina de Rogers
Otro método de datación proviene es mencionado casi de refilón por Raymond Rogers en un artículo en el que lo que trata de probar es simplemente que la muestra usada para el carbono 14 era un remiendo posterior130, ofreciendo entre otras pruebas, el hecho de que las muestras de la imagen carezcan de vanilina, un compuesto presente naturalmente en el lignino, a su vez componente del lino.
Las otras pruebas las trataré luego, pero lo que hace la vanilina pertinente en esta sección es que intenta calcular la tasa de pérdida de vanilina del lignino, y eso lo usa para calcular que la Sábana no tuviera vanilina detectable, debería haber transcurrido 1.300 años si se hubiera conservado a 25º, o 3.000 si se hubiera conservado a 20º. Incluso añadiendo posibles errores en la medida o en las asunciones sobre cómo permaneció almacenada a lo largo de los siglos, dice que no debería tener menos de 840 años.
Para llegar a esas cifras afirma haber encargado a Kosiewicz la realización de ciertos experimentos con muestras que contienen lignino, sometiéndolas a 40, 70, y 100º durante 24 meses, llegando así a la siguiente ecuación:
Con la que podemos encontrar el tiempo t (en segundos) necesario para perder el porcentaje α de vanilina a una temperatura constante T (en kelvin). En el caso de Rogers, hizo los cálculos para un α que él consideró conservador de 0,95, representando el punto en el que sus tests para la vanilina empezarían a dar negativo por el límite de detección.
Ahora bien, ni Rogers ni Kosiewicz miden en ningún momento los niveles de la vanilina ni en la Sábana ni en los experimentos hechos para obtener dicha ecuación, sino que únicamente hacen un test que resulta positivo o negativo, continuando en los experimentos hasta que al hacerlo resulte negativo. Para colmo, ni siquiera tienen idea de la sensibilidad de tal test131, es decir, no pueden estimar cuanta vanilina habrá en el momento en el que los tests pasen de positivo a negativo. Con esta información tan limitada ¿cómo es posible que el resultado sea una ecuación como la anterior? Rogers no da ninguna explicación, así que no podemos saberlo.
Incluso dando por buena esa ecuación, aparece inmediatamente una explicación a la pérdida anticipada en las variaciones en la temperatura. Si pensamos que en el incendio de 1532 la Sábana alcanzó 200º, esta habría perdido ese 95% de vanilina en tan solo 6 minutos132. Sobre esta posibilidad Rogers solo dice que, debido a como estaba doblada y la baja conductividad del lino, en algunas partes de la tela no debería haberse calentado demasiado, pero no intenta cuantificarlo.
Más allá de la temperatura, ¿no hay nada más que pueda afectar a la pérdida de vanilina? Por ejemplo, algún químico. Esto es lo que opinan Bella, Garlaschelli y Samperi, que señalan la procedencia de las muestras en última instancia de McCrone, y la acusación ya mencionada en este artículo a McCrone de haber maltratado dichas muestras, a lo que habría seguido una laboriosa limpieza por parte de la esposa de Rogers que incluyó la aplicación de xileno, lo que creen que explicaría por sí solo la ausencia de vanilina133, así como la discrepancia con las supuestas muestras de la comisión de 1973 y de la datación de 1988.
En última instancia, estamos ante un método de datación que según el propio autor ofrece más de 2000 años de margen de error, que ni siquiera sabemos bien cómo se lo ha inventado, y que circunstancias como el incendio de 1532 o los químicos a los que fueron sometidas las muestras utilizadas lo vuelven completamente inservible. No es extraño que, siendo algo a priori tan relevante, su inventor lo haya dejado como una cuestión accesoria dentro de un artículo sobre otro tema.
El deterioro de la celulosa de Fanti
Después de la debacle del Carbono 14, que mostraré luego pero que estoy seguro de que el lector ya conocerá, los sindonólogos estaban desesperados por encontrar formas alternativas de datar su reliquia en la fecha en la que ellos creen que deberíamos considerarla. En ese contexto, nuestro querido Giulio Fanti se lió la manta a la cabeza y, ni corto ni perezoso, inventó un método de datación completamente nuevo, que sería aplicable a cualquier tejido, y que sería superior a la prueba del carbono 14134.
A grandes rasgos, su idea es sencilla, estimar la edad de la tela midiendo de algún modo la degradación de la celulosa esperando que esta sea estable a lo largo del tiempo. Para ello usaría tres métodos distintos: dos tipos de espectroscopía (FT-IR y Raman), y un tercer método mecánico, que mediría la resistencia a la tensión. Estos métodos los habría testado en entre 8 y 13 tejidos de distintas épocas, desde el 3000 antes de cristo hasta la actualidad, para así calibrarlos y que puedan usarse para datar otros tejidos. De esta forma, llegaría a los siguientes resultados para la Sábana Santa, con una confianza del 95%:
Mediante espectroscopía FT-IR: 700 a.C - 101 d.C.
Mediante espectroscopía Raman: 700 a.C. - 301 d.C.
Mediante el método mecánico: 29 a.C. - 772 d.C.
Todos ellos compatibles entre sí y con la autenticidad, y si no incompatibles, al menos una fuerte evidencia en contra de la hipótesis de la falsificación del siglo XIV. Sin embargo, como de costumbre, hay graves problemas en esos cálculos.
Críticas menores
No entraré en detalles técnicos porque de espectroscopía vibracional sé más o menos nada, pero hay dos detalles que me llaman inmediatamente la atención. La primera es que esta sería una invención cuyo alcance debería extenderse a toda la arqueología, ya que permitiría datar cualquier objeto que contenga celulosa de una forma mucho más barata y menos invasiva que el Carbono 14, aunque ya podemos ver que es menos precisa, pero no ha tenido ni la más mínima repercusión fuera de la sindonología. Cierto es que ha logrado publicarse en varias revistas con revisión por pares135 y que dichos artículos tienen bastantes citas, pero si revisamos de donde vienen esas citas veremos que en su gran mayoría, como de costumbre en él, las citas vienen de sí mismo, y cuando no vienen de sí mismo vienen de otros artículos de sindonología.
El segundo detalle lo veo en el posible caso de p-hacking mediante el que llega a sus resultados finales. Para el que no esté familiarizado con el lenguaje, el p-hacking es la práctica de coger algún conjunto de datos y hacer multitud de análisis estadísticos en multitud de variables hasta, por puro azar, dar con alguna conclusión que pueda presentarse como estadísticamente significativa. De este modo, podría generar Por ejemplo, en el caso de la espectroscopía FT-IR, antes de diseñar su método lo que hizo fue las medidas de hasta 17 variables distintas en todas sus muestras, y ni siquiera se decantó por alguna de las de lista, sino que acabó escogiendo una fórmula arbitraria que combina varias de ellas porque fue lo que mejor correlación le dio136. Y también sabemos que buscaron otros métodos con las mismas muestras, aunque no podamos saber exactamente cuantos, ya que el propio Fanti lo ha afirmado abiertamente137
Las primeras críticas llegaron por parte del Centro Internacional de Sindonología y del Arzobispo de Turín, que recordaron que, como ya dijimos antes, no reconocen la validez de sus muestras138. Claro que esto sirve para casi cualquier investigación hecha supuestamente sobre muestras de la Sábana Santa en las últimas décadas, así que no tendrá mucho efecto sobre los sindonólogos que llevan desde entonces haciéndola sin esa preocupación.
Correcciones caprichosas
Más de fondo fue la crítica de Rinaldi, que sí que ve probable que las fibras vengan de la Sábana, pero ve varios problemas con la metodología139. Señala que la degradación de la celulosa depende de muchos factores y muchos de ellos pueden llevar a un mayor envejecimiento en la Sábana Santa que en las muestras usadas para calibrar el método, como puede ser la mayor humedad europea frente a la egipcia (de donde eran la mayoría de tejidos que usó); el incendio sufrido en 1532; o el hecho de que las telas de control permanecieran plácidamente en una tumba durante siglos hasta ser recogidas por algún arqueólogo, mientras que la Sábana Santa fue manoseada, doblada y desdoblada, ensuciada y limpiada, expuesta a la luz, a humos de velas o incienso…
Rinaldi señala incluso el daño que podría haberse causado en la recolección y la custodia de las muestras. Estas muestras vendrían de un polvo que Giovanni Riggi habría aspirado de la Sábana en 1978 y en en 1988, donde vendrían también fibras de la tela, y que se habría quedado en los filtros durante décadas hasta que otros autores los pidiesen. Fanti no expecifica si esas son las muestras que usó, pero sabemos que en 2008 sacó algunas aplicando cinta adhesiva a los filtros, con lo que probablemente sea esas las que usó. Esto supondría haber pasado 30 o 20 años rodeado de polvo y suciedad en el filtro, otros 5 años en el adhesivo, y luego se le tendría que aplicar algún disolvente o algún otro método para sacarlo de la cinta adhesiva. Todos estos pasos podrían afectar al estado de las fibras, y Fanti no menciona ninguno.
Hay un factor más que podría llevar a ver un mayor envejecimiento en la Sábana Santa y que Rinaldi no menciona, pero a mí me parece muy obvio, y al lector también se lo parecerá si recuerda o si relee el epígrafe sobre la ausencia de pigmentos. Recordemos que la imagen está formada en parte (en la totalidad según la versión sindonista) por un amarillamiento de las fibras causado por una mayor degradación de la celulosa. La causa de esto será distinta si le preguntas a un sindonólogo, que te dará hipótesis sobrenaturales como un estallido de radiación (la hipótesis de Fanti), o si le preguntas a un escéptico, que hablará de una reacción química por los materiales usados por el artista que la crease; pero la conclusión en ambos casos es la misma: el resultado de los métodos de Fanti debería ser mucho más antiguo que el real.
Ignorando por completo lo señalado por mí y casi todo lo señalado por Rinaldi, Fanti realiza un único ajuste, un rejuvenecimiento de 452 años en el FT-IR por el incendio sufrido en 1532. Para esta cifra comprobó el efecto en dos telas de lino reciente de meterlas en un horno a 200 y 250º durante dos horas, encontrando que en el caso de los 200º envejeció la tela más de 500 años (no dice cuanto la envejeció en los 250º), asumió por un estudio de un tercero, que no voy a comprobar porque no está referenciado y porque después de buscarlo creo que ni siquiera ha sido publicado nunca, que el incendio no debió ser mucho peor, y sin más justificación se sacó la cifra de 452 años140.
Rinaldi critica lo arbitrario de esa cifra, y es que incluso Fanti en su respuesta confesó haber escogido ese número concreto simplemente para redondear141, además de que no tendría ni idea de las condiciones del incendio, como mínimo en cuanto a cuál sería el suelo de temperatura al que estaría expuesto, si es que confiamos en que realmente haya medido bien el techo con los experimentos que menciona pero que no he encontrado publicados en ningún lugar. Yo añado un problema más, que es el hecho de que se testase con dos muestras “de lino reciente”, de lo que ¿por qué deberíamos asumir que la temperatura extrema afectaría del mismo modo a telas de 500 años que a telas nuevas? las fórmulas con las que Fanti relaciona la edad de la tela con las medidas que toma ni siquiera son lineales, ¿por qué deberíamos asumir que entonces el efecto sobre la edad sería constante, o ni siquiera estaría cerca de ser constante?
El segundo reproche de Rinaldi está en que aplique ese ajuste tan solo a uno de los tres métodos, y parece haber un motivo espurio muy evidente para hacer eso. De no haber aplicado dicho ajuste en el método FT-IR, el resultado habría estado entre el 1152 y el 352 antes de Cristo, lo que no solo resultaría problemático por el hecho de que requeriría plantear que Jesús fue envuelto en una mortaja que tendría ya al menos tres siglos, sino que además lo haría incompatible con el método mecánico. Por su parte, aplicar una corrección como esa al método mecánico implicaría la imposibilidad de que fuese real, ya que la tela no existiría hasta siglos después de la muerte de Jesús.
La respuesta de Fanti a esto es insatisfactoria y algo confusa. Dice que, por como estaba la tela doblada durante el incendio, por la zona de la que tomó las muestras y por la poca conductividad del lino, el efecto no sería de más de un siglo y por tanto despreciable al ser menor que los 800 años de margen de error que tiene ese método142.
Pero entonces ¿debemos pensar que las muestras tomadas para este método son de distinta zona que las utilizadas para el primero? de ser así ¿por qué para los otros métodos decidió utilizar muestras cercanas a los incendios, siendo que tenía disponibles otras más alejadas que, según dice, apenas habrían sufrido los efectos del fuego? Lo que dice Fanti es que “obviamente” tuvieron esto en cuenta a la hora de seleccionar las muestras para sus “métodos alternativos al de la datación por radiocarbono” y escogieron unas lejanas a las quemaduras y que habrían estado protegidas, con lo que entiendo que todas las muestras de todos los métodos fueron tomadas de zonas aisladas, y sin embargo al método FT-IR le aplicó su ajuste asumiendo que estaba en el centro del fuego. La única explicación que encuentro es la mala fe y la manipulación por su parte.
Por otro lado, incluso tomando su versión atenuada, su motivo para no hacer el ajuste no tiene sentido. Lo que dice no es que el incendio no habría tenido ningún efecto, sino que este no sería de más de un siglo ¡pero es que un siglo es suficiente para que la fecha mínima sea posterior a la muerte de Jesús! ¿por qué no cuantifica bien el ajuste y hace la suma si no es porque eso refutaría aquella afirmación que él quería probar desde antes de desarrollar su sistema? Decir que es despreciable porque es menor al margen de error no tiene ni el más mínimo sentido, por ese mismo razonamiento tampoco debería haber hecho la corrección en el FT-IR, pero es que no importa que sea menor o mayor que el margen de error sino únicamente como mueve los extremos de ese intervalo. En este caso, lo haría de tal forma que el resultado final sería incompatible con la autenticidad.
Sesgo de selección
El fuego de 1532 tuvo otra consecuencia que causa polémica en el artículo de Fanti, ya que no solo expuso a la tela a temperaturas extremas, sino que provocó que, para restaurarla, se le cosiese en los agujeros una tela de Holanda. Por su parte, las fibras de la Sábana usadas por Fanti habrían venido de un polvo que Giovanni Riggi habría aspirado en el hueco entre la tela de Holanda y la de la Sábana, cogiendo en el camino fibras de ambas telas.
Esto introduce un sesgo de selección, ya que las fibras que hayan sido aspiradas serán justamente las que estuvieran suficientemente débiles como para desprenderse de la tela al aspirarse. Rinaldi señala como, aunque en sus obras dedicadas a este la datación no menciona la longitud de las fibras analizadas, en las imágenes que Fanti publicó en 2008 cuando las extrajo, se puede ver que su longitud es inusualmente corta, de alrededor de un milímetro, lo que indica que serían fragmentos de fibras que, por tanto, ya tendrían su estructura comprometida y serían más susceptibles a roturas como las que Fanti intenta medir al aplicarle la tensión a las fibras.
Pero más importante que eso es lo que comentamos antes, el hecho de que vendrían tanto fibras de la tela de Holanda como de la síndone. En principio eso debería dar resultado a un resultado más moderno del real, tanto para la hipótesis escéptica como para la sindonista, si no fuera por la reacción de Fanti a este hecho. Para corregir esto, la solución de Fanti fue ¡escoger al microscopio aquellas más deterioradas!143. Es normal que encuentre que la celulosa de las fibras analizadas está muy deteriorada si parte del proceso es escoger aquellas fibras más deterioradas.
En cambio, con las muestras usadas para la calibración parece haber seguido el sesgo inverso. Así, él mismo explica como habría descartado una tela proveniente de una cueva de Jerusalén porque, por culpa de la alta humedad del lugar en el que estaba, habría arrojado una datación miles de años más antigua de la real, así que simplemente la eliminó de sus datos, y él mismo dice que eso es solo un ejemplo144. ¿Pero acaso la Sábana Santa no provendría también de una cueva de Jerusalén si es que Fani está en lo cierto, y por tanto habría estado expuesta a las mismas condiciones, al menos durante un tiempo?
Sin embargo, estoy seguro de que no habrá descartado ninguna por haber estado en unas inusualmente buenas condiciones de conservación, sino que simplemente se habrá beneficiado de eso para que su método sistemáticamente sesgue sus dataciones hacia una mayor antigüedad de la real, y a la vez unos menores márgenes de error de los que realmente puede alcanzar.
Tras la crítica de Rinaldi, Fanti respondió mostrándose ofendido porque creía que se estaba poniendo en duda su ética, afirmando que su trabajo no era más que el fruto de años de búsqueda de la verdad, ante lo que Rinaldi se disculpó y dijo que no ponía en duda su buena fe145. Yo no estoy de acuerdo con ninguno de ellos, y después de lo visto no solo en tanto a los métodos de datación, sino en el conjunto de su dilatada carrera sindonológica, no puedo llegar a ninguna conclusión que no sea la de que esa búsqueda de la verdad no existe, sino que se dedica consciente y sistemáticamente a manipular sus resultados para llegar a las conclusiones sindonistas, y este nuevo método de datación no es más que una muestra más de esa manipulación.
El carbono 14
El carbono tiene distintos isótopos, esto es, átomos que, formando parte del mismo elemento, tienen distinta cantidad de neutrones. Uno de estos es el carbono 14, un isótopo inestable ya que aproximadamente cada 5.500 años la mitad de cualquier muestra que tomes se transforma en nitrógeno 14 (esto es conocido como periodo de semidesintegración). A pesar de eso, existe una proporción estable de isótopos de carbono 14 en la atmósfera, ya que continuamente se están generando en las capas altas de la atmósfera. Otro isótopo del carbono es el carbono 12, que es estable y que representa el 99% de todo el carbono que encontramos.
Todos los seres vivos tenemos el carbono entre nuestros componentes, carbono que obtenemos de la atmósfera, y por lo tanto nos formamos con sus isótopos en las proporciones en las que se encuentra en la atmósfera. Sin embargo, una vez morimos y dejamos de obtener carbono de la atmósfera, los isótopos inestables de carbono 14 se van desintegrando a un ritmo constante, mientras que el carbono 12 se mantiene, con lo que la proporción de carbono 14 será menor cuanto más avance el tiempo. Gracias a esto, tenemos la oportunidad de saber la edad de cualquier material orgánico, solo tenemos que medir la proporción de carbono 14 y carbono 12 y echar unos cálculos. La Sábana Santa, afortunadamente para nuestros intereses, está hecha de un material orgánico, el lino, y por tanto podemos someterla a este proceso de datación para saber cuando fue recolectado.
Durante décadas se reconoció que este sería el método definitivo para terminar de una vez por todas el debate sobre la autenticidad de la Sábana Santa. En las conclusiones del STURP, redactadas por Schwalbe y Rogers, se pedía la datación por carbono 14 calificándola como el único método inequívoco para determinar la antigüedad de la Sábana146; lo mismo Jumper, en otro artículo en el que saca conclusiones de las investigaciones dice que cuando se haga la prueba del Carbono 14 (porque daba por supuseto que se haría), un resultado posterior al primer siglo desmentiría de forma decisiva que fuese la mortaja de Jesús147; Ian Wilson decía que con el carbono 14 podría determinarse de un plumazo y de forma definitiva si estamos ante una tela del siglo XIV o no, y que si algún día se hiciese la prueba ese fuese el caso, no dudaría en abandonar sus ideas sindonistas y reconocer que sus críticos siempre tuvieron razón148; también McCrone, tanto en su etapa sindonista como cuando se volvió escéptico, reclamó la prueba del Carbono 14 como método para poner fin al debate de una vez por todas149.
El panorama estaba claro, la prueba del carbono 14 sería la prueba definitiva. Una datación a comienzos del siglo I daría fuerte evidencia de su autenticidad, mientras que una en el siglo XIV probaría sin lugar a dudas la hipótesis de la falsificación medieval. La prueba se llevó a cabo finalmente en 1988, por tres laboratorios independientes que realizaron la prueba sobre 12 muestras obtenidas de un corte en una esquina de la tela, y el resultado fue este último. Con un 95% de probabilidad, el lino del que está compuesto la Sábana Santa sería de entre el año 1260 y el 1390150. Por enésima vez, se confirma que la Sábana Santa es una falsificación del siglo XIV.
Por supuesto, los sindonólogos no estarían dispuestos a aceptar una derrota, y todos se pusieron en marcha para poder desarrollar una batería de críticas más o menos razonables y más o menos alocadas.
El nivel de significación
Empezaré con la crítica más estúpida de todas, que es a su vez la favorita del presidente del Centro Español de Sindonología, Jorge Manuel Rodríguez Almenar.
Denuncia que el nivel de significación, una medida de la dispersión de los datos, no sería de 5% como dice el artículo de Nature, sino que sería en realidad del 4,1%. Para que un resultado sea considerado válido, el mínimo aceptable sería del 5% (el máximo del 95%), por lo que haber obtenido este nivel de significación del 4% invalidaría el resultado obtenido151.
Lo dicho aquí no tiene ningún sentido. El nivel de significación no es ninguna medida de dispersión, el nivel de significación se refiere a la probabilidad de que hubiésemos obtenido los valores obtenidos, en caso de que la antigüedad real estuviera fuera del intervalo dado (1260-1390 d.C.). No hay ningún mínimo, cuanto más bajo sea mejor, porque significará que el resultado es más seguro.
De hecho, el nivel de significación ni siquiera es algo que “obtengas”, no es un dato que averiguar, sino que es algo que podemos ampliar o reducir a nuestro antojo manipulando la amplitud del intervalo de fechas dado. Si realmente el nivel de significación fuera del 4,1%, para tener uno del 5% solo tendríamos que hacer unos cálculos, quitar unos años de la fecha máxima y añadir unos años a la fecha mínima.
Este es también el motivo por el que, aunque es posible que nos equivoquemos, ya que habría un 5% de probabilidad de conseguir el resultado que conseguimos si fuese así, sabemos que no nos equivocamos tanto como para que la Sábana se remonte a la muerte de Jesús, ya que para que para contemplar esa posibilidad deberíamos bajar el nivel de significación hasta prácticamente 0.
Este argumento es tan absurdo que su mayor valor radica en el acercamiento que nos permite a la mente sindonista. La pregunta que cabe hacerse es ¿cómo es que nadie le ha avisado de la estupidez que está diciendo para que pare? En el Centro Español de Sindonología hay multitud de personas que, por sus estudios, necesariamente tienen que saber qué es el nivel de significación y por tanto ser capaces de ver el error152, ¿por qué nadie le ha dicho nada?
¿Acaso le siguen el juego porque piensan que así pueden engañar a incautos y atraerlos a su posición? Imposible, serían conscientes de que es demasiado ridículo y básico y repelerá a más gente de la que atraerá. ¿Acaso es que todos le odian y han formado un complot para mantenerle en la ignorancia y así dejar que se humille a sí mismo una y otra vez, como parte de su venganza? No descarto que se el caso de alguno, pero evidentemente la mayoría no va a ser así.
En un inicio pensé dos opciones: O bien la autoridad que le perciben es tal que tienen miedo de llevarle la contraria, y por eso nadie le ha dicho nada; o bien se lo han dicho, pero siendo Almenar un completo ignorante en tema matemático, no es consciente de lo flagrante que es el error y prefiere seguir repitiéndolo pensando que engañará a más gente de la que le abrirá los ojos, pensando que los que le dicen que no es así estarán exagerando.
Un caso concreto, el de Benjamín Santamaría, me abrió los ojos a una tercera opción que, en retrospectiva, debería haber considerado antes. Benjamín le hizo una entrevista a Jorge Manuel sobre la Sábana Santa en la que, como es costumbre, Jorge Manuel sacó el tema de la significación153. Benjamín es graduado en economía, y por tanto es imposible que no sepa qué es el nivel de significación, así que cuando lo vi pensé que si no le decía nada era por compromiso, por no querer desautorizarle ni dejarle como un tonto después de llevarlo al canal como si fuera un experto. Pero entonces vi este tuit:
https://twitter.com/benjaefe/status/1607012002274099200?s=20
Aquí no hay ningún compromiso que explique esto, es él el que saca el argumento por su propia voluntad, lo que quiere decir que se lo cree. El problema es que el fanatismo religioso es capaz de cegar a la gente mucho más de lo que un no religioso es capaz de llegar siquiera a imaginar. Puede que Benjamín sea completamente consciente de qué es el nivel de significación, pero desde el momento en que eso choca, aunque sea de forma muy indirecta, con sus creencias religiosas, sería capaz de olvidarse hasta de cómo se suma si es necesario.
Al final todas las discusiones religiosas se reducen a ese hecho: la religión transformando lo que normalmente es un hombre de habilidades normales en un loro carente de raciocinio. La Sábana Santa no es un caso distinto, y por eso hay que intentar no tenérselo en cuenta.
El argumento de autoridad
Apelar a la opinión de un experto puede ser insuficiente, o incluso despreciable cuando estás discutiendo con alguien dispuesto a comprobar en más profundidad los hechos en sí, y no las opiniones de otros sobre cuáles son los hechos, pero para aquellos que no quieren darse ese trabajo puede ser más razonable confiar en la división del trabajo y adherirse a la opinión de aquellos que, presumiblemente, más saben y conocen el tema de debate. Por ese motivo, mientras otros se contentarían con gritar “¡falacia de autoridad!”, yo creo conveniente entrar en este duelo de autoridades.
Son dos los grandes expertos en datación por Carbono 14 que los sindonólogos citan: Willard Libby, ganador del nobel por la invención de la datación por carbono 14; Harry Gove, uno de los desarrolladores del método de datación de radiocarbono por espectrometría de masas con aceleradores, que es el concreto método utilizado en este caso; y Christopher Ramsey, director del laboratorio de Oxford que hizo la datación de la síndone, aunque posteriormente a esta.
En el caso de Willard Libby, se dice que acusó a los responsables de haber cometido fallos garrafales, como extraer las muestras de algunas de las zonas más contaminadas, o no haber considerado la exposición de la Sábana Santa a fuentes radiactivas como el humo de las velas o los hongos (sic), o a los tres laboratorios de haber aplicado métodos de limpieza que ellos mismos causarían una contaminación154. Sin embargo, hay un dato que hace poco probable que esto hubiese ocurrido, y es que Willard Libby murió ocho años antes de que se realizasen estas pruebas. Claro que, dados a lo sobrenatural, es posible que algún sindonólogo decidiese pedir la opinión de Libby a través de una ouija y recibiese esa respuesta, pero no he encontrado referencia alguna de tal suceso.
Algunos atemperan un poco esta historia, diciendo que no es que hablara después de muerto, sino que antes de morir dijo que no valía la pena intentar hacer la prueba porque el enorme grado de contaminación en la reliquia impediría cualquier resultado fiable155. Esto también es falso, no existe fuente fiable alguna que diga que 0Libby dijo eso, sino más bien al contrario, el propio Libby se ofreció a hacer dicha prueba al menos en dos ocasiones156. Por tanto, como argumento de autoridad, este funciona al contrario, ya que tenemos a Libby desmintiendo el mito sindonista de que la Sábana Santa no fuera apta para hacer sobre ella una prueba como esta.
Por su parte, Harry Gove no solo no arremetió contra la datación, sino que más bien al contrario, publicó un artículo respondiendo a todas las críticas, en ocasiones con un tono tan agresivo y jocoso como el que puedo llegar a usar yo, dando por probado el origen medieval y presentándolo como un éxito de su método157. Sin embargo, en 1988 un sindonista intentó llevarlo a su terreno manipulando una carta a un tercero de la que Gove no tiene ni idea de cómo accedió, para afirmar que él creía que las pruebas no tendrían ningún valor, manipulación que le irritó bastante158. Hoy en día eso está superado, y la idea de que Gove repudió el carbono 14 no viene de Meacham, sino de Garza Valdés, que propuso una hipótesis a la que Gove dio más mérito del que debería.
La propuesta de Garza Valdés es un tipo de contaminación, una cobertura bioplástica causada por una bacteria que solo él conoce, que sería resistente a los métodos de limpiado utilizados por los tres laboratorios. Gove aludió a esas supuestas investigaciones en un libro que escribió sobre la Sábana Santa, en el que dice que esa es la única crítica que amerita algo de estudio y que realmente puede llevar una Sábana algo más antigua de lo medido, pero aún así concluye que su origen es medieval, y que ninguna contaminación puede cambiar esa conclusión ya que para que ello pudiera ocurrir debería haber más del doble de contaminación que de lino, lo que es inverosímil que se le haya pasado a los investigadores159. Posteriormente firmaría junto con Garza Valdés un artículo sobre esta cobertura bioplástica, pero no con la idea de datar la Sábana Santa sino de refinar el método teniendo en cuenta esta posible fuente de error, y no poniéndola a ella como ejemplo sino a una momia, mencionando la Sábana solo para decir que no se debería usar este estudio para sacar conclusiones sobre ella160.
El caso de Ramsey es bastante posterior, de 2008. En aquella época John Jackson intentaba probar una hipótesis según la cual el monóxido de carbono generado en el incendio de 1532 podría provocar la alteración necesaria en la prueba del radiocarbono, y para eso requirió unas pruebas al laboratorio de Oxford como parte de sus experimentos. Las pruebas concluyeron que ese monóxido de carbono no variaba en prácticamente nada la datación, con lo que su hipótesis tuvo que ser descartada, y es por eso por lo que no la menciono. Sin embargo, en el proceso de esos experimentos, Ramsey emitió un comunicado que, después de explicar por qué cree que la hipótesis de Jackson no es correcta, y de afirmar que no existe ninguna evidencia directa de que la datación no fuera precisa, finalizaba con este párrafo:
Hay mucha otra evidencia que sugiere a muchos que la Sábana es más antigua de lo que permiten las fechas del radiocarbono, por lo que ciertamente se requiere más investigación. Es importante que sigamos poniendo a prueba la precisión de las pruebas originales de radiocarbono, como ya estamos haciendo. Es igualmente importante que los expertos evalúen y reinterpreten algunas de las otras pruebas. Solo haciendo esto las personas podrán llegar a una historia coherente de la Sábana que tenga en cuenta y explique toda la información científica e histórica disponible.161
Este párrafo lo aprovechó no ya el mundo sindonológico, sino buena parte de la prensa italiana (entre ellos La Stampa), para decir que Ramsey reconoció o incluso probó que la datación era errónea, y que lo diría en un documental rodado alrededor de esas pruebas que se emitiría en la BBC el sábado santo. En el documental no se dijo nada parecido, y el propio Ramsey pidió a La Stampa que se retractase por representar falsamente su posición al respecto, ya que consideraba “muy improbable que las medidas originales del radiocarbono hechas en 1988 sean incorrectas en ningún modo significativo” pero a pesar de eso y hasta hoy, siguen mencionándolo como alguien que supuestamente estaría en contra de la datación basándose en ese documental162. Hasta donde sé, las últimas palabras de Ramsey al respecto de este tema son las de una entrevista a Telegraph concedida en 2011, donde afirmó que confía en la datación del radiocarbono, que ninguna hipótesis sobre por qué podría estar errada tiene sentido, y que el debate al respecto no existiría si no estuviésemos hablando de una reliquia163
Por tanto, haciendo recuento, entre las autoridades a favor de las conclusiones de los tres laboratorios tenemos a: Willard Libby, premio nobel e inventor de la datación por carbono 14, al menos ante el mito sindonista de que la Sábana Santa está demasiado contaminada como para plantear las pruebas; a Harry Gove, inventor del concreto método de datación utilizado; a Christopher Ramsey, actual director del Oxford Radiocarbon Accelerator Unit; y a los 21 firmantes del artículo de Nature, todos ellos especialistas en esta materia.
En el otro lado, avalando las tesis sindonistas tenemos a los siguientes expertos: nadie.
Que cada uno pondere la autoridad de ambos bandos como vea conveniente.
El fraude de Kuznetsov
Dimitri Kuznetsov es un creacionista de tierra joven ruso que dedicó la primera parte de su carrera a atacar la evolución por selección natural, hasta que el descubrimiento de un caso de fraude (la completa invención de decenas de referencias en uno de sus artículos) acabó con su prestigio incluso dentro de la poco rigurosa comunidad creacionista164. Una vez esa vía se cerró, decidió pasarse al sindonismo.
El principal triunfo de Kuznetsov habría sido “demostrar” que unas condiciones como las del incendio de 1532, calentando la tela en contacto de plata (como la del relicario), incorporaría carbono 14 (y 13) a la celulosa, alterando la datación. Para poner a prueba su hipótesis, habría sometido a esas condiciones una tela previamente datada por radiocarbono en el siglo I a.C., y repitiendo la prueba de radiocarbono una vez más tras eso, encontrándose con que habría rejuvenecido un milenio165.
Su crítica llegaría en el mismo número de la misma revista en la que hizo su publicación, de parte de un grupo que no solo encontraba las bases teóricas completamente sin sentido, sino que al intentar replicar el experimento se encontraron con que la datación no se veía afectada en lo más mínimo166.
La explicación a esta discrepancia se supo en 2002 cuando Rinaldi, conociendo sus antecedentes, decidió investigarle y descubrió que estábamos ante otro fraude: Hizo pruebas sobre telas de museos que no existen, con la colaboración de gente que tampoco existe, en un laboratorio que tampoco existe, utilizando un método que no estaba en uso en ningún laboratorio de Rusia167. El fraude era tan evidente después de que lo destapase Rinaldi que, aunque durante varios años el mundo sindonista decidió actuar como si nada hubiera pasado, finalmente muchos de entre los propios sindonólogos lo acabaron reconociendo y dándole la espalda, pasando a ser hoy en día una vergüenza y un tabú para la mayoría de ellos168.
En un inicio no iba a dedicar nada a Kuznetsov, pensando que sería algo ya superado por prácticamente todos en la sindonología, pero entonces vi que todavía en 2017, el mismísimo Jorge Manuel Rodríguez Almenar se hizo eco de sus estudios en su tesis doctoral, dándolos como legítimos y afirmando que aportan un mecanismo que “necesariamente, altera los resultados de la datación”. El único matiz que añade es una nota a pie de página en la que dice que los resultados experimentales no pueden considerarse probados porque “esta prueba se realizó sin los controles científicos necesarios” pero que aún así “el principio teórico es válido”169.
No sé a qué puede referirse con ese “se realizó sin los controles científicos necesarios” si no es al fraude denunciado por Rinaldi, y si realmente se refiere a eso estamos ante algo gravísimo, ya que estaría intentando hacerlo pasar como un estudio legítimo con meros defectos metodológicos que podrían ser subsanados, pero que todavía mantendría algún valor en su resultado. Esto descartaría de una vez por todas la idea de que Jorge Manuel pudiera ser un tonto honesto, un iluso. A estas alturas, es claro que Jorge Manuel, además de tonto, es otro estafador.
La contaminación
Si el lino no es del siglo XIV, pero la prueba del C14 dice que sí, la primera explicación en la que uno debería pensar es que tal vez no se esté midiendo solo el lino sino algo más, una contaminación que haya pasado desapercibida. Esta suele ser una de las fuentes de error más importantes no ya en el campo de la datación radiométrica, sino casi en cualquier disciplina.
Los sindonistas suelen exagerar la importancia de este problema, destacando cosas tan intrascendentes como que el lugar del que se extrajo la muestra era el lugar por el que solían sujetarla, como si eso invalidase los resultados. Cuando uno les escucha, a veces parece que es necesario que la muestra haya permanecido en condiciones de laboratorio desde el mismo momento de la creación del objeto, lo que evidentemente haría la datación por radiocarbono un invento prácticamente inútil.
Que la muestra haya pasado siglos en contacto con el exterior no es un problema demasiado grave, sino algo esperado en este tipo de pruebas, y por eso se las somete a un proceso de limpiado que elimine esa contaminación para asegurarse de medir únicamente la fibra de lino. En este caso además se intentó ser particularmente meticuloso, y por eso cada uno de los laboratorios utilizó métodos distintos, y dentro de cada laboratorio se trataron las distintas submuestras también con métodos distintos, más o menos agresivos y basados en distintos principios170. De este modo, si la contaminación fuese un verdadero problema, esperaríamos ver grandes discrepancias entre las distintas muestras, pero eso no ocurrió.
E incluso aunque no confiemos suficiente en los procedimientos de limpiado, ya señaló Gove que, para un cambio tan grande como es pasar del siglo I al XIV, necesitaríamos que la contaminación moderna aporte el doble de átomos de carbono que la propia muestra a analizar, todavía más si la contaminación no fuese contemporánea sino de siglos anteriores171. Esta cantidad de contaminación sería evidente no ya en los análisis microscópicos realizados por los laboratorios, sino directamente al ojo desnudo, y simplemente no fue así.
La cobertura bioplástica
Una fuente de contaminación es particularmente popular en las teorías sindonistas: la bacteria leobacillus rubrus. Esta bacteria, descubierta por Leoncio Garza-Valdés (de ahí el nombre leobacillus), crearía una “película bioplástica” sobre las fibras que estaría hecha de carbono y que sería resistente a todos los métodos de limpieza utilizados172. El punto álgido de esta hipótesis llegaría con al publicación en coautoría con Gove y otros dos autores de un artículo en le que se mencionaría la observación de esta cobertura no solo en la Sábana, sino también en las vendas de una momia de un Ibis, que habría arrojado una datación 4 siglos posterior a la del cadáver173.
Un primer problema con el artículo es que, cuando uno lo lee, se da cuenta de que en realidad no encuentra ningún efecto de la supuesta cobertura bioplástica en la datación. Es cierto que las vendas serían más jóvenes que el cadáver, pero esta discrepancia desaparecería si ajustásemos los cálculos por la dieta basada en pescado del Ibis, dado que la proporción de c14/12 en el mar es inferior a la de la atmósfera, un efecto bien conocido174. Por tanto, la supuesta cobertura bioplástica habría sido descubierta en solo dos téxtiles, y en uno de ellos no habría tenido ningún efecto medible sobre la datación por radiocarbono, mientras que el otro sería el objeto del debate
Pero el problema no es ese, sino el hecho de que en toda la historia de la microbiología, la datación por radiocarbono y la sindonología, el único hombre que ha observado esta nueva bacteria y esta cobertura bioplástica es Leoncio Garza-Valdés, ni siquiera los coautores de su artículo lo hicieron también175, y eso a pesar de las decenas o cientos de personas que han analizado muestras de la Sábana al microscopio y de la enorme masa que sería necesaria para causar un error tan grande como el que quiere que provoque. La única explicación a este extraordinario hecho es, sencillamente, que tal bacteria y la cobertura bioplástica que genera no existen
Evidentemente, esto no ha impedido que algunos fanáticos como Giulio Fanti o Rodríguez Almenar lo hayan citado como un hecho176. Rodríguez Almenar añade al caso una invención curiosa, ya que intentando dar credibilidad a esta hipótesis menciona el apoyo no solo de Gove, del que ya hablamos antes, sino también de Adler, que no sería sorprendente dado que es un sindonólogo más, pero es que resulta que Adler es probablemente el sindonólogo que más desprecio ha mostrado por esta hipótesis y que ha lanzado la crítica más contundente dentro de ese mundillo177.
El remiendo invisible
Si la tela no está contaminada, tal vez la propia tela sea la contaminación. Esta fue la propuesta de Joseph Marino y Sue Berford, unos ufólogos y estafadores (“medicina alternativa”) que basándose en voces que que Berford escuchó en su cabeza178, propusieron que el error en la datación era porque la muestra se tomó de una zona que había sido remendada, algo de lo que no se dieron cuenta los expertos textiles que observaron durante horas la zona para asegurarse de no cometer estos errores, resistiendo incluso el examen al microscopio porque se trataría de un “remiendo invisible”, gracias a una técnica denominada “tejido francés”, que sería muy popular en el siglo XVI179.
Las evidencias que aportan sobre la historicidad y efectividad de este método son más bien escasas, comprendiendo cosas como una cita de un email que no muestran completo en el que un experto textil habría dicho que “los tejedores del siglo XVI eran magos”, o las palabras del dueño de una pequeña empresa que ofrecería esta técnica, Michael Ehrlich.
Las críticas más contundentes a Marino y Berford llegarían por parte de Flury-Lemberg, encargada de la restauración de 2002 que separó la Sábana Santa de la tela de Holanda, que explicó por qué un remiendo como ese siempre sería visible, como mínimo en la parte trasera, salvo que se hiciese con hilos de la misma tela, en cuyo caso no afectaría a la datación por carbono 14. Incluso en ese caso solo sería invisible al ojo no entrenado, pero no para un experto y mucho menos al microscopio. Explica que si hay empresas como la de Ehrlich, que hablan de remiendos invisibles, siendo esta la principal evidencia aportada por Marino y Berford, es simplemente como un reclamo publicitario, ofreciendo a la gente que la reparación no sea apreciable por los demás, pero eso no quiere decir que sea realmente invisible180.
Sobre la referencia de Ehrlich, la más importante de las aportadas por Marino y Berford y la única que habla de esta concreta técnica, es destacable un evento de 2012. En aquel año, al parecer, el mismo Ehrlich habría afirmado en una llamada telefónica lo mismo que Flury-Lemberg, que el remiendo francés solo sería invisible si se usa tejido de la misma tela, nunca si se añade de otro lugar181. Claro que alguno podría considerar esta conversación telefónica de dudosa existencia, ya que su origen es un foro de internet, y aunque le añade credibilidad el hecho de que el testigo hubiese estado semanas durante decenas de páginas de discusión defendiendo en solitario la postura sindonista, uno siempre puede poner en cuarentena estas fuentes.
Sin embargo, eso me dio la idea de buscar la empresa de Ehrlich en internet para ver si podría ponerme yo mismo en contacto por email para hacerle esa pregunta o, mejor todavía, si pudiese ver la pregunta ya respondida de algún modo directamente en la web. Esto último fue lo que ocurrió, ya que si uno va a la sección de “French Weaving”, se encuentra con una descripción del método y un vídeo aplicándolo, y se hace con hilos de la misma pieza que se está reparando182. Incluso aunque el remiendo fuese real, que no lo es, no tendría ningún efecto en la datación
Raymond Rogers
A pesar de lo chapucero del trabajo de Marino y Berford, este ganó la inmensa popularidad que tiene hoy en día gracias al apoyo de uno de los más importantes sindonólogos, en su día uno de los líderes del STURP, Raymond Rogers. Para más inri, este apoyo vino en forma de un artículo escrito en una revista con revisión por pares, algo que en el sindonismo suele tomarse como palabra divina183.
Rogers habría podido obtener unas muestras del corte realizado para la comisión de 1973, que proviene de la misma zona que el corte utilizado para la prueba del carbono, y otras del propio corte utilizado para la prueba del carbono, que compararía con las que conserva de la época del STURP que habrían sido preparadas por McCrone. A partir de estas muestras observa varias diferencias entre las del STURP y las demás, concluyendo que la única explicación es la hipótesis del remiendo invisible.
Las principal prueba que aporta de esto, por la que hoy los sindonólogos se jactan de que la hipótesis ha sido demostrada (además de la vanilina, de la que hablamos antes), es la espectrometría de masas de una muestra del STURP comparado con el mostra. Sin embargo, diez años después, un artículo en la misma revista concluiría, con los mismos datos que presenta Rogers, que salvo por la presencia de un contaminante derivado del hidrocarburo, que se animan a decir que podría tratarse de oligómeros de la bolsa de polietileno en la que Raes guardó la muestra de 1973, no puede apreciarse diferencias entre las dos espectrometrías184.
Otra cuestión que menciona Rogers en el artículo es la presencia de algodón. El no le da la importancia, pero otros autores, como Jorge Manuel Rodríguez, lo tratan como una cuestión clave por la supuesta ausencia de algodón en el resto de la tela185. Esto es radicalmente falso, el resto de la Sábana Santa también contiene algodón como han observado múltiples investigadores, pero es que además Jorge Manuel tiene que saberlo porque en su misma tesis doctoral cita las observaciones de Adler y Heller, que incluyen dicha presencia de algodón en muestras que no son de la esquina de Raes186.
Además de eso, hay dos explicaciones a las demás diferencias, de menor entidad, que señala Rogers: la primera es el distinto tratamiento recibido por las muestras antes de este análisis, y en especial el limpiado que hicieron de las muestras del STURP por el supuesto maltrato al que las sometió McCrone, como mencioné al hablar de la vanilina; la segunda explicación es el hecho de que, en realidad, no podemos ni siquiera estar seguros de que sus muestras sean realmente de la Sábana Santa.
Ya hemos comentado que esta sombra de la sospecha se cierne sobre todos los estudios sindonológicos actuales que afirmen utilizar muestras de la Sábana, motivo por el que la Iglesia los ah denunciado y ha pedido ni siquiera considerarlos, pero en el caso del estudio de Rogers la procedencia es especialmente disputada, y especialmente en las muestras de 1973 y 1988. Las circunstancias por las que se acentúa esta incertidumbre están bien explicadas por David Montero187.
En primer lugar, la muestra de 1973 habría sido descartada ya en la datación del radiocarbono por su incierta trazabilidad, motivo por el que se hizo el nuevo corte, y eso fue ya 17 años antes del artículo de Rogers. En segundo lugar, sobre la de 1988 Rogers dio tres versiones distintas sobre cómo llegó a sus manos, y las tres incluyen la participación de una persona, Luigi Gonella, que en un congreso de sindonología habría negado explícitamente haberle facilitado dicha muestra.
Radiaciones de nuevo
Esta es posiblemente la más fantasiosa de todas las críticas hechas a la datación, pero a la vez la más “sindonológica” de todas. La idea de que durante la resurrección, Jesús habría emitido una ráfaga de neutrones, presumiblemente asociada a la formación de la imagen, que habría impactado en isótopos de carbono 13 transformándolos en carbono 14. Esta idea la presentó Thomas J. Phillips, físico de Harvard, en una carta a la revista Nature que fue publicada en el mismo número que el artículo de la propia datación188.
En la misma página viene la respuesta a dicha carta por parte de Hedges, uno de los firmantes del artículo de la datación, que se resume en cuatro puntos:
El hecho de que no existe ninguna explicación a por qué un cuerpo resucitado debería emitir protones. Esta es una hipótesis completamente ad hoc para negarse a aceptar los resultados.
La extraña coincidencia de que se emitiesen los neutrones justos y necesarios para que la datación caiga en las fechas que los escépticos esperaban, calculando que un cuerpo humano tendría neutrones suficientes para llevar esa datación 100.000 años al futuro.
Que Phillips no tiene en cuenta el C14 que se crearía no por el impacto con el C13, sino por el impacto con el nitrógeno. Argumenta que esto debería haber causado discrepancias entre las mediciones, ya que ese nitrógeno transformado en C14 estaría en un ambiente distinto químicamente, y como ya hemos visto, se usaron distintos métodos de limpieza en distintas muestras.
Que si la hipótesis de Phillips fuera cierta, deberíamos observar que las muestras más cercanas al centro deberían aparentar ser más jóvenes, ya que habrían impactado más neutrones sobre dicha superficie, pero no se observó eso.
Claro que si alguien está dispuesto a proponer una hipótesis como esta, es probable que ninguna respuesta le parezca que la refute, ya que siempre puede añadir una capa más de sobrenaturalidad que justifique todo. Al final, como en otras ocasiones, todo se resume en si queremos pensar que Dios ha querido disponer todo de tal forma que la única postura razonable sea justamente la errónea, y si es así, no seré yo el blasfemo que intente ser más inteligente que Dios y descubrir sus engaños.
La conspiración
Las teorías de la conspiración suelen tener mala fama, pero en este caso hay que darle su valor, ya que es la única crítica sindonista a la datación que es posible. Claro que una cosa es que sea posible y otra que sea probable ¿y vamos a considerar probable una conspiración que debería incluir a decenas de miembros que trabajaban de forma independiente en tres laboratorios distintos, y que entre ellos incluían a gente católica que creía en la autenticidad de la reliquia, o incluso a los representantes de la Iglesia que supervisaron el proceso?
Es ciertamente inverosímil, y es por eso por lo que muy pocos sindonólogos se atreven a tocar este tema. Aún así, sí que parece gozar de cierta popularidad dentro del seno de la Iglesia, siendo el ejemplo más ilustre el de Marcelo Sánchez Sorondo, que como canciller de la pontificia academia de las ciencias, atribuyó el error de la datación al anticlericarismo de quienes llevan a cabo esas pruebas189; y el más importante, por ser los únicos que he visto desarrollar la teoría, Bonnet Eymard y George Nantes190.
No entraré en detalle en sus conspiraciones, porque son más enrevesadas y contradictorias de lo necesario, y creo que es más bondadoso con ellos el ignorar sus detalles, así que si alguien quiere profundizar en ellos me remito a la crítica de David Montero191. Sin embargo, sí que añade un método por el que los intervinientes en la conspiración podrían reducirse, que es el cambio de la muestra de la Sábana Santa por una tela medieval para aprovecharse de este modo del doble ciego y engañar a los laboratorios.
Esta idea requeriría la colaboración, como mínimo, del doctor Michael Tite, del cardenal Ballestero, y de su asesor Luigi Bonella, pues son ellos los que se encargarían de sellar y entregar las muestras a los laboratorios. Parece difícil pensar por qué el cardenal de Turín, que se beneficiaría enormemente de una reliquia como esa en su jurisdicción, querría que se probase falsa, pero al menos es posible. Más importante es el hecho de que finalmente no hubiese tal doble ciego justamente porque la tela era tan característica que los expertos de los laboratorios pudieron reconocerla, como dice el artículo de Nature.
Una posibilidad sería, como proponen Nantes y Bonnet-Eymat, que se hubiese sustituido por una tela medieval que tuviese el mismo aspecto, y por eso creyesen que reconocían la Sábana Santa cuando no era así, pero es que si en los laboratorios reconocieron la tela de la Sábana Santa es justamente porque es bastante peculiar, no hay muchas sargas 3/1 en espiga de pez de lino. De hecho, Flury-Lemberg, la experta textil que hizo la restauración de 2002, llegó a afirmar cuando se estaba decidiendo el protocolo a seguir en la datación por radiocarbono que es inútil buscar una tela que pueda confundirse con la síndone para el doble ciego, porque sencillamente no existe, y es por eso por lo que finalmente no se incluyó192. Si alguien cree que eso ocurrió, que busque entre los museos una tela medieval que uno pueda confundir con la Sábana Santa y que nos enseñe el corte hecho por los conspiradores.
En última instancia, el clavo ardiendo al que creo que todos los sindonistas deberían aferrarse es a la conspiración, pero una conspiración simple, sin detalles: todos mienten, sin más. Es poco probable, inverosímil, incluso estrafalario, pero es lo mejor que tienen.
Conclusión
Hemos visto como los primeros registros históricos de la Sábana Santa no son del siglo I, sino del siglo XIV, de un clérigo avisando al papa de la adoración de una reliquia que sabía positivamente que era falsa, pues su autor había sido localizado y este había confesado y mostrado como llevó a cabo su obra, motivo por el que el papa prohibió dicha adoración. Y hemos visto también los intentos de inventarse una historia anterior, que incluyen conspiraciones milenarias para ocultar nueve décimas partes de una imagen sagrada, citas manipuladas, parentescos ficticios, documentos falsificados, paralelismos solo visibles en los ojos de los fieles, y hasta anilingus felinos. Todo ello para relacionar la Sábana Santa con una tela, el Mandylion, que tenemos perfectamente localizada en los registros históricos hasta siglos después de la aparición de la Síndone.
La historia no les favoreció, pero sí lo hizo la suerte cuando en 1898 encontraron que, cuando se ve la imagen en negativo, esta es más fácil de distinguir que en positivo. Sobre este fenómeno, bastante sencillo de explicar, crearon toda una mitología. Ignorando los múltiples ejemplos en contrario, dirían que es “el único negativo” anterior a la fotografía existente, ignorando los múltiples ejemplos en contrario, e incluso empezarían a decir que es un verdadero negativo fotográfico.
Con ese descubrimiento nacería la sindonología moderna, que llegaría a su punto álgido con el STURP a finales de los 70. Y con la sindonología llegarían los látigos romanos que nunca existieron, los métodos de crucifixión de los que nadie sabe nada pero que ellos dan como hecho incontrovertido, la deforme “tridimensionalidad” de la imagen, las monedas que solo ellos ven, los pólenes milenarios… toda una batería de “pruebas científicas” a cada cuál más chapucera que la anterior, y que han sido refutadas una y otra vez.
Pero al final la realidad es tozuda y al final se deja ver. Mientras los sindonistas dicen que las proporciones anatómicas son perfectas, todos podemos ver que tiene los brazos de un orangután; si se jactan de la precisión forense de los regueros de sangre, los experimentos nos avisan de su sinsentido; si ellos destacan el tipo de tela por ser “el que vestía el sumo sacerdote la tarde de Yom Kippur”, la historia nos dice que esta afirmación no tiene ninguna base, la arqueología que su origen no puede ser palestino, y estas dos en combinación con la ingeniería textil nos dice que ni siquiera es posible que provenga de la antigüedad.
Y cuando todo falla, siempre acuden al mismo último recurso “pero no podéis decir como se hizo”. Nickell y Garlaschelli dieron respuesta a este argumento, enseñando el método que podría haberse seguido para crear esa imagen, frotando sobre un bajorrelieve para crear la cara y sobre el cuerpo de alguien para el resto de la imagen. Y sin embargo son ellos, a pesar de los grados de libertad que te ofrece el poder acudir a milagros, los que son incapaces de decir cómo pudo hacerse una imagen como la de la síndone con un cadáver envuelto en dicha síndone, sin las deformaciones que provocaría la creación por contacto, y con una figura que estaba a la vez de pie y tumbada.
Pero estas discusiones llegarían a su fin de una vez gracias la datación radiométrica, una fantástica invención del siglo XX que nos podría decir de una vez si la Sábana es de la época de Jesús, o si es de la época de d’Arcis. Los sindonólogos reclamaron dicha prueba durante una década, asegurando que aceptarían su resultado fuera cual fuera, seguramente convencidos de que les daría la razón. Pero finalmente la Iglesia accedió a hacer la prueba y esta nos confirmó lo que ya sabíamos, que es del siglo XIV, la falsificación quedó probada de una vez por todas.
Y se reveló que, una vez más, los sindonólogos mentían. Si antes decían que aceptarían los resultados fueran cuales fueran, ahora ponían en marcha todo su aparato para encontrar algún modo de vender su rechazo como racional, aunque para ello tengan que retorcer la realidad hasta límites insospechados. Así llegamos a las bacterias que nadie ha visto nunca, los remiendos invisibles que nadie ha sido capaz de tejer, y los experimentos hechos en laboratorios que ni siquiera existen.
Si he escrito estos dos artículos sobre la Sábana Santa no es porque tenga una especial inquina contra una cuestión tan poco relevante como las reliquias, sino porque hay cristianos tan confiados en la veracidad de esta reliquia en concreto, que creen que pueden aportarla como prueba de la resurrección de Jesús y, en última instancia, de la veracidad del cristianismo. La realidad, como hemos visto, es que no solo las pruebas a favor del milagro sean demasiado escasas, es que sabemos con absoluta seguridad de su falsedad y su origen medieval.
Al final la Sábana Santa no es más que la representación a escala de la religión en la que está enmarcada. Uno podría pensar que solo un estafador, un inepto o un ignorante podría defender la Sábana Santa, y es cierto que hay estafadores (Kouznetsov), ineptos (Rodríguez Almenar) e ignorantes (la población general), pero no es eso lo que los une en el sindonismo, sino que es su fanatismo. El sindonista no ha llegado a esa conclusión, el sindonista quiere que esa sea la conclusión, ha decidido llegar a ella, y todos los aparentes razonamientos que vienen a partir de allí no son más que una pantomima sin sentido pero a la que tratan dar su apariencia, una vía para negar una obviedad que les incomoda: el sindonismo, como el cristianismo, es una estupidez.
Notas
Ian Wilson, The Shroud of Turin: The Burial Cloth of Jesus Christ? (Garden City, New York: Doubleday & Company, 1978), 17; Andrea Nicolotti, The Shroud of Turin: The History and Legends of the World’s Most Famous Relic (Waco, Texas: Baylor University Press, 2019), 259.
Nicolotti, Shroud, 282, añade “un tono entre violeta y azul”, pero yo prefiero ser más generoso y contemplar la posibilidad de que, igual que en los inicios de la fotografía solo éramos capaces de hacerlas en blanco y negro, Dios podría disponer en aquella época de una tecnología aún más primitiva (¡!) que solo permitiese obtener imágenes en tonos de azul.
Joe Nickell, Inquest on the Shroud of Turin (Buffalo, Nueva York: Prometheus Books, 1987), 77-78.
Rodríguez Almenar, «La Sábana Santa», 46.
Rodríguez Almenar, «La Sábana Santa», 24 califica esta propiedad como inaudita; Kenneth E. Stevenson y Gary R. Habermas, Verdict on the shroud : evidence for the death and resurrection of Jesus Christ (Ann Arbor, Michigan: Servant Books, 1981), 30-31 afirman que ni siquiera se conoció el concepto hasta la invención de la fotografía.
Nickell, Inquest, 97.
Nicolotti, Shroud, 280-81.
El STURP se lo compró a un grupo de científicos que lo utilizaban para analizar imágenes de rayos X https://www.shroud.com/78strp10.htm. En http://shroudnm.com/docs/1977-08-VP8ImageAnalyzerBrochure.pdf podéis leer un folleto de dicho dispositivo y sus funcionalidades. Hoy en día, cualquiera puede lograr lo mismo con programas gratuitos de procesamiento de imágenes como ImageJ.
El estudio original fue publicado por John Jackson, Eric Jumper, y B. Motten, «The threedimensional image on Jesus’ burial cloth», en Proceedings of the 1977 U.S.Conference of Research on the Shroud of Turin, ed. Kenneth E. Stevenson (Holy Shroud Guild, 1977), 74-94.
Hoy en día esta idea es omnipresente en la literatura sindonológica, por ejemplo: Kenneth E. Stevenson y Gary R. Habermas, Verdict on the shroud : evidence for the death and resurrection of Jesus Christ (Ann Arbor, Michigan: Servant Books, 1981), 63-64; Jorge-Manuel Rodríguez Almenar, «La Sábana Santa y sus implicaciones histórico-artísticas» (Tesis doctoral, Universidad de Valencia, 2017), 56-58, http://hdl.handle.net/10550/59970; Giulio Fanti y R. Basso, The Turin Shroud: Optical Research in the Past, Present and Future (Nueva York: Nova Science Publishers, 2008), 31-34.
Nickell, Inquest, 88-91, critica estos ajustes porque, entre otras cosas, el hombre que usaron como modelo para medir la distancia que habría de cada parte de su cuerpo a la Sábana no tenía la postura correcta, ya que no tenía los pies cruzados como la imagen de la Sábana. Cabe preguntarse si no lo habrían intentado con varias posturas hasta dar con la mejor imagen que pudieran encontrar.
Nicolotti, Shroud, 354.
J.J. Lorre y D.J. Lynn, «Digital Enhacement of Images of the Shroud of Turin», en Proceedings of the 1977 U.S.Conference of Research on the Shroud of Turin (Holy Shroud Guild, 1977), 158. Los autores de este artículo no le dieron demasiada importancia a este hecho, simplemente lo hicieron notar en una frase de pasada, pero otros sindonólogos como Stevenson y Habermas, Verdict, 65, 67, y por extensión Rodríguez Almenar, «La Sábana Santa», 58, 67, lo convirtieron en parte importante de su defensa.
Rodríguez Almenar, «La Sábana Santa», 58, 67
Nickell, Inquest, 102
Nickell, Inquest, 98
Walter C. McCrone, Judgement day for the Turin Shroud (Chicago: Microscope Publications, Division of McCrone Research Institute, Inc, 1997), 204.
Nicolotti, Shroud, 331
Sobre la composición del comité y su planificación, McCrone, Judgement day for the Turin Shroud, 2-5
McCrone, Judgement day for the Turin Shroud, 9-14.
McCrone, Judgement day for the Turin Shroud, 60. Dice mucho de ese grupo de investigadores que incluso los que finalmente resultaran más escépticos vinieran con esa actitud tan anticientífica.
McCrone, Judgement day for the Turin Shroud, 78-144
McCrone, Judgement day for the Turin Shroud, 123-124; 151-152. Lamentablemente no tengo acceso a ninguno de los dos artículos.
John H. Heller y Alan D. Adler, «A chemical investigation of the Shroud of Turin», Canadian Society of Forensic Science Journal 14, n.o 3 (1981): 81-103, https://doi.org/10.1080/00085030.1981.10756882.
Raymond N. Rogers, A Chemist’s Perspective on the Shroud of Turin (Barrie M. Schwortz, 2008), 23-24.
Nickell, Inquest, 130-132; 157-160
John H. Heller y Alan D. Adler, «Blood on the Shroud of Turin», Applied Optics 19, n.o 16 (1980): 2742-44, https://doi.org/10.1364/AO.19.002742. En este artículo presentan otra prueba más, la microespectrofotometría, pero su resultados es, en sus propias palabras “mucho menos positivo de lo deseado”
Luigi Baima Bollone y Agostino Gaglio, «Demonstration of blood, aloes and myrrh on the Holy Shroud with immunofluorescence techniques», Shroud Spectrum International 13 (1984): 3-8, https://www.shroud.com/pdfs/ssi13part3.pdf.
Nicolotti, Shroud, 366.
El comunicado de 2013 puede leerse en https://www.diocesi.torino.it/wp-content/uploads/2017/07/Dichiarazione-Custode-Sindone-Mons-Nosiglia.pdf, los de 1995 y 2009 en https://www.shroud.com/pdfs/Le%20riserve%20del%20Centro%20Internazionale%20di%20Sindonologia%20sul%20volume%20Fanti.pdf
Leoncio Garza-Valdés, The DNA of God? (Nueva York: Doubleday, 1999), cap. 6: DNA in the Blood.
Por ejemplo, Ian Wilson, The Blood And The Shroud (Gollancz, 1999), 91; citado por Joe Nickell, The Mystery Chronicles: More Real-Life X-Files (Lexington, Kentucky: The University Press of Kentucky, 2004), 194.
David Van Biema, «Science And The Shroud», Time, 20 de abril de 1998, https://content.time.com/time/subscriber/article/0,33009,988184-9,00.html.
Elvio Carlino et al., «Atomic Resolution Studies Detect New Biologic Evidences on the Turin Shroud», PLOS ONE 12, n.o 6 (30 de junio de 2017): e0180487, https://doi.org/10.1371/journal.pone.0180487.
The PLOS ONE Editors, «Retraction: Atomic Resolution Studies Detect New Biologic Evidences on the Turin Shroud», PLOS ONE 13, n.o 7 (19 de julio de 2018): e0201272, https://doi.org/10.1371/journal.pone.0201272.
Conclusiones del STURP, redactadas por John Heller y publicadas en rueda de prensa de octubre de 1981. https://shroud.com/78conclu.htm
McCrone, Judgement day for the Turin Shroud, 126-134
Heller y Adler, «A chemical investigation of the Shroud of Turin», 84.
Heller y Adler, «A chemical investigation of the Shroud of Turin», 96-97
McCrone, Judgement day for the Turin Shroud, 90-94
Raymond N. Rogers y Larry A. Schwalbe, «Physics and Chemistry of the Shroud of Turin», Analytica Chimica Acta 135 (1982): 15, https://doi.org/10.1016/S0003-2670(01)85263-6.
McCrone, Judgement day for the Turin Shroud, 101-102
McCrone, Judgement day for the Turin Shroud, 100-103
Nickell, Inquest, 133-40. El equipo de Nickell comprobó experimentalmente la posibilidad de este amarillamiento provocado por el óxido de hierro, y cita también el trabajo de otro autor que probó lo mismo para muchas otras sustancias.
Giulio Fanti et al., «Microscopic and Macroscopic Characteristics of the Shroud of Turin Image Superficiality», Journal of Imaging Science and Technology 54, n.o 4 (s. f.): 2, https://doi.org/10.2352/J.ImagingSci.Technol.2010.54.4.040201; Giulio Fanti et al., «Evidences for Testing Hypotheses About the Body Image Formation of the Turin Shroud» (The Third Dallas International Conference on the Shroud of Turin, Dallas, Texas, 2005), 6, https://www.shroud.com/pdfs/doclist.pdf; Giulio Fanti et al., «List of evidences of the Turin Shroud» (International Workshop on the Scientific Approach to the Acheiropoietos Images, Frascati, Italia: ENEA Research Center of Frascati, 2010), 3; Giulio Fanti, «Hypotheses Regarding the Formation of the Body Image on the Turin Shroud. A Critical Compendium», Journal of Imaging Science and Technology 55, n.o 6 (2011): 3, https://doi.org/10.2352/J.ImagingSci.Technol.2011.55.6.060507; Carlo Brillante, Giulio Fanti, y Emanuela Marinelli, «Bloodstains characteristics to be considered in laboratory reconstruction of the Turin Shroud» (IV Symposium Scientifique International du CIELT, París, 2002), 1, http://www.sindone.info/BRILLAN2.PDF.
Heller y Adler, «A chemical investigation of the Shroud of Turin».
Rogers y Schwalbe, «Physics and Chemistry of the Shroud of Turin».
Brillante, Fanti, y Marinelli, «Bloodstains characteristics».
En realidad sí lo sé, para dar mayor apariencia de veracidad a su afirmación aunque sea mediante el engaño. Me atrevo a afirmar que el motivo por el que escogió ese artículo en concreto de los muchos que él ha escrito en los que hace exactamente la misma afirmación es que es uno de los pocos, si no el único, en el que el primero en firmar no es él sino uno de sus coautores, de tal forma que pudo citarlo como “(Brillante, 2002)”, ocultando su participación para hacer creer al lector que hay muchos autores independientes cuyas investigaciones han llegado a la misma conclusión.
Rogers y Schwalbe, «Physics and Chemistry of the Shroud of Turin», 39-40
Heller y Adler, «A chemical investigation of the Shroud of Turin», 96
Nickell, Inquest, 67
McCrone, Judgement day for the Turin Shroud, 96, 102
Para saber el origen de esta estupidez: Nickell, Inquest, 85-94
Nickell, Inquest, 99-106
Nicolotti, Shroud, 372-373
Luigi Garlaschelli, «Life-size Reproduction of the Shroud of Turin and its Image», Journal of Imaging Science and Technology 54, n.o 4 (s. f.): 40301-1-40301-14, https://doi.org/10.2352/J.ImagingSci.Technol.2010.54.4.040301
Rodríguez Almenar, «La Sábana Santa», 30-31.
Esta crítica la repite en dos libros a los que lamentablemente no he podido acceder, pero sí lo he visto citado en muchos otros lugares, como Nicolotti, Shroud, 463, o Unione Cristiani Cattolici Razionali, «Una buona sintesi delle ultime indagini sulla Sindone di Torino», Aleteia.org - Italiano, 28 de diciembre de 2015, https://it.aleteia.org/2015/12/28/la-nuova-indagine-sulla-sindone-una-sintesi-delle-ricerche-sul-sacro-lino/
Fanti, «Hypotheses Regarding the Formation», 3-4, 9.
Pierre Barbet, A Doctor at Calvary: The Passion of our Lord Jesus Christ as Described by a Surgeon (Muriwai Books, 2017), 83-106.
Por ejemplo: Wilson, The Shroud of Turin, 26-27; Stevenson y Habermas, Verdict, 38-39; y Rodríguez Almenar, «La Sábana Santa», 51-52.
James Jones, «On the Punishment of Crucifixion in China», Transactions of the Ethnological Society of London 3 (1865): 138-39, https://doi.org/10.2307/3014162
John Granger Cook, Crucifixion in the mediterranean world (Tübingen: Mohr Siebeck, 2014), 335-36, 344-45 y 383 opina que esto puede reflejar la práctica romana estándar, lo que quiere decir que sería probablemente la que habría sufrido Jesús. Para una lista más exhaustiva sobre las fuentes históricas que mencionan crucifixión mediante cuerdas y crucifixión mediante clavos, véase la nota 45 de la página 425
Cook, Crucifixion, 427.
Frederick Zugibe, The Crucifixion of Jesus: A Forensic Inquiry (Nueva York: M. Evans and Company, Inc., 2005), cap. 6.
Garlaschelli, «Reproduction», 8.
Adolphe Louis Donnadieu, Le Saint-Suaire de Turin devant la Science (Paris: Charles Mendel, 1904), 142-47.
Eric Jumper, Kenneth E. Stevenson, y John Jackson, «Images of Coins on a Burial Cloth?», The Numismatist, julio de 1978, 1349-57.
Rachel Hachlili, Jewish Funerary Customs, Practices and Rites in the Second Temple Period (Leiden, Países Bajos: Brill, 2005), 437-43.
Francis Filas, «The Shroud of Turin: Roman Coins and Funerary Customs», The Biblical Archaeologist 44, n.o 3 (1981): 135-37, https://doi.org/10.2307/3209600; Francis Filas, «The Dating of the Shroud of Turin from Coins of Pontious Pilate» (Cogan Productions, A Division of ACTA Foundation, 1982), https://www.shroud.com/pdfs/FilascoinsJune1982.pdf.
Francis Filas, «More on the Turin Shroud», Sindon 25, n.o 2 (1984): 248.
Filas, «Dating», 15-16, trató de resolver este problema lanzándose a la búsqueda de monedas que contuvieran esa secuencia de letras por algún error en la acuñación, creyendo encontrar dos de ellas. Lamentablemente, como en el resto de casos, esas monedas solo tenían la secuencia “UCAI” dentro de su cabeza y de la de los sindonólogos que repiten sus “hallazgos”, como loros. Véase Gian Marco Rinaldi, «La farsa delle monetine sugli occhi», Scienza & Paranormale 81 (2009), https://www.cicap.org/n/articolo.php?id=273767 para más detalle sobre este asunto.
Si se busca una crítica más elaborada, léase el ya mencionado Rinaldi, «La farsa delle monetine sugli occhi». Este no es el único caso en el que a los sindonólogos les ha dado por leer lo que han querido, algunos han afirmado leer incluso el certificado de defunción de Jesús en ella, al supuestamente haberse apoyado sobre ella y haber traspasado la tinta, véase Andrea Nicolotti, «Barbara Frale e le scritte sulla Sindone di Torino - 1» (2010), http://www.christianismus.it/modules.php?name=News&file=article&sid=156; «Barbara Frale e le scritte sulla Sindone di Torino - 2» (2010), http://www.christianismus.it/modules.php?name=News&file=article&sid=159.
Rodríguez Almenar, «La Sábana Santa», 335; Luigi Baima Bollone, El misterio de la Sábana Santa (Titivillus, 2006), cap. 5; Fanti et al., «List of evidences of the Turin Shroud», 6; Stevenson y Habermas, Verdict, 27-28; Zugibe, The Crucifixion of Jesus, cap. 15; Emanuela Marinelli, La Sindone: Un´ Immagine Impossibile (Milano: San Paolo, 1996), 65-66. Ian Wilson, The Evidence of the Shroud (Michael O’Mara Books Limited, 1986), 129-33, también lo menciona como prueba a favor de la Sábana Santa, pero al menos muestra algo de escepticismo y dice que es una cuestión incierta.
Barbet, Doctor at Calvary, cap. 4.C-The Scourging; Paul Vignon, The Shroud of Christ (New Hyde Park, New York: University Books, 1970), 38-40; William Meacham, «The Authentication of the Turin Shroud: An Issue in Archaeological Epistemology», Current Anthropology 24, n.o 3 (1983): 290-91, https://doi.org/10.1086/202996; Wilson, Evidence, 20, 30-31; Stevenson y Habermas, Verdict, 36-37, 41; John H. Heller, Report on the Shroud of Turin (Boston: Houghton Mifflin Company, 1983), 3-5; Jorge-Manuel Rodríguez Almenar #89 La Sábana Santa, con Jorge-Manuel Rodríguez Almenar (Terra Ignota, 2022), https://www.youtube.com/watch?v=7jPEP6bfV_o, 1:26:37-1:32:47.
Los únicos que amagan con dar algún tipo de referencia son Meacham que alude a unos supuestos estudios de Jackson y Jumper que no nombra y que he sido incapaz de encontrar, y Heller, que habla de un informe forense de Bucklin, siendo este https://www.shroud.com/bucklin.htm de 1997 lo más parecido que he encontrado, pero que aún así difiere enormemente de lo dicho por Heller y no menciona el flagrum (al menos por el nombre, aunque la descripción es similar) ni la presencia de un segundo verdugo, sino que habla solo de uno.
Andrea Nicolotti, «The Scourge of Jesus and the Roman Scourge: Historical and Archaeological Evidence», Journal for the Study of the Historical Jesus 15, n.o 1 (2017): 1-59, https://doi.org/10.1163/17455197-01501006.
Giulio Ricci, «Historical, Medical and Physical Study of the Holy Shroud», en Proceedings of the 1977 U.S.Conference of Research on the Shroud of Turin (Holy Shroud Guild, 1977), 67; Robert K. Wilcox, Shroud (Nueva York: Macmillan Publishing Co., Inc., 1977), 47; Jorge-Manuel Rodríguez Almenar, Sábana Santa: un misterio que permanece (Pamplona: EUNSA, 2011), 89.
Barbet, Doctor at Calvary, cap. 1.E.1; Stevenson y Habermas, Verdict, 35-36; Wilson, Evidence, 16-29.
Frederick Zugibe, The Cross and the Shroud (Nueva York: Paragon House Publishers, 1988), 133-38. También dice que ni siquiera habría habido mancha alguna, porque para cuando se hubiera colocado la Sábana ya habrían pasado varias horas, y la sangre se habría secado.
Wilson, The Shroud of Turin, 41.
Matteo Borrini y Luigi Garlaschelli, «A BPA Approach to the Shroud of Turin», Journal of Forensic Sciences 64, n.o 1 (2019): 137-43, https://doi.org/10.1111/1556-4029.13867.
Alfonso Sánchez Hermosilla et al., «Commentary on: Borrini M, Garlaschelli L. A BPA Approach to the Shroud of Turin. J Forensic Sci 2019;64(1):137–43.», Journal of Forensic Sciences 64, n.o 1 (s. f.): 325-26, https://doi.org/10.1111/1556-4029.13939.
Matteo Borrini y Luigi Garlaschelli, «Authors’ Response», Journal of Forensic Sciences 64, n.o 1 (2019): 327-28, https://doi.org/10.1111/1556-4029.13940.
Alfonso Sánchez Hermosilla y Robert A. Rucker, «Commentary On: Borrini M, Garlaschelli L. A BPA approach to the Shroud of Turin. J Forensic Sci https://doi.org/10.1111/1556-4029.13867. Epub 2018 July 10.», Journal of Forensic Sciences 64, n.o 2 (2019): 654-55, https://doi.org/10.1111/1556-4029.13997.
Matteo Borrini y Luigi Garlaschelli, «Authors’ Response», Journal of Forensic Sciences 64, n.o 2 (2019): 656-57, https://doi.org/10.1111/1556-4029.13998.
Matteo Bevilacqua et al., «Commentary on: Borrini M, Garlaschelli L. A BPA approach to the Shroud of Turin. J Forensic Sci 2019;64(1):137–43.», Journal of Forensic Sciences 64, n.o 1 (2019): 329-32, https://doi.org/10.1111/1556-4029.13943.
Matteo Borrini y Luigi Garlaschelli, «Authors’ Response», Journal of Forensic Sciences 64, n.o 1 (2019): 333-35, https://doi.org/10.1111/1556-4029.13941.
Gillbert Lavoie y Alan D. Adler, «Blood on the Shroud of Turin Part III: The Blood on the Face», Shroud Spectrum International 20 (1986): 3-7, https://www.shroud.com/pdfs/ssi20part4.pdf.
Rodríguez Almenar, «La Sábana Santa», 47; Wilson, Evidence, 17
Ricci, «Historical, Medical and Physical Study of the Holy Shroud», 72.
Barbet, Doctor at Calvary, cap. 7.
Citado en Nickell, Inquest, 71; Garlaschelli, «Reproduction», 8; Paul Maloney, «Comentario a “The Authentication of the Turin Shroud: An Issue in Archaeological Epistemology”», Current Anthropology 24, n.o 3 (1983): 298, https://doi.org/10.1086/202996.
Víctor Luis Caja López y Marzia Boi, «The Evidence of Crucifixion on the Shroud of Turin Through the Anatomical Traits of the Lower Limbds and Feet», Archaeometry 60, n.o 6 (2018): 1377-90, https://doi.org/10.1111/arcm.12383.
Nickell, Inquest, 72-74.
Gillbert Lavoie, «Turin Shroud: a medical forensic study of its blood marks and image», en Proceedings of the International Workshop on the Scientific approach to the Acheiropoietos Images (ENEA Frascati, 2010), 4-6, http://www.acheiropoietos.info/proceedings/LavoieWeb.pdf, estudia ambas cuestiones desde el sindonismo, llegando a la conclusión de que Jesús debía estar en posición vertical cuando se formó la imagen, sin preocuparse de explicar este fenómeno más que con un “es un milagro”.
No recuerdo quienes ni donde, ni voy a buscarlo, pero alguien en algún sitio.
Por ejemplo: Giulio Fanti, R. Basso, y Gianandrea Bianchini, «Turin Shroud: Compatibility Between a Digitized Body Image and a Computerized Anthropomorphous Manikin», Journal of Imaging Science and Technology 54, n.o 5 (s. f.): 4, https://doi.org/10.2352/J.ImagingSci.Technol.2010.54.5.050503.
Véase Nicolotti, Shroud, 282-83 y Nickell, Inquest, 78-81, sobre autores que escribieron sobre esto y experimentos realizados al respecto desde entonces
John Jackson, «An Unconventional Hypothesis to Explain all Image Characteristics Found on the Shroud Image», en History, Science, Theology and the Shroud, ed. Aram Berard (Amarillo, Texas: Man in the Shroud Committee, 1991), 325-44.
A este respecto hay mucha literatura, pero la más honesta dentro de lo posible creo que es la postura de Lavoie, «A medical forensic study», 7-8., que después de constatar que la imagen debió formarse sobre una Sábana plana y que el hombre de la imagen tenía que estar en posición vertical, se limita a decir que eso es un evento sobrenatural y que no tiene ni idea de cómo pudo haber sucedido.
Gaetano Ciccone, «La Truffa Dei Pollini. Il Dossier Completo», La Sindone di Torino, 2011, cap. 10, http://sindone.weebly.com/pollini1.html. Cap. 12 para la referencia de Frei repitiendo la afirmación en unas conferencias de 1978. Podemos encontrarla hoy en día en, por ejemplo, https://www.shroud.com/78strp6.htm, web que es buque insignia de la sindonología.
Ciccone, «Dossier», cap. 11.
Ciccone, «Dossier», cap. 8
El listado de Frei junto a los probables orígenes que afirma está recogido completo en McCrone, Judgement day for the Turin Shroud, 291-97.
Ciccone, «Dossier», cap. 5
Ciccone, «Dossier», cap. 3
Ciccone, «Dossier», cap. 4
Ciccone, «Dossier», cap. 16
“for many years those of us who lectured on the Shroud used a 35mm slide in our presentations that Frei himself had provided to us, claiming it was a scanning electron microscope image of a pollen he found on the Shroud. It wasn’t until several years later that we found out it was in fact a reference slide and not a pollen from the Shroud at all. It was then that many of us stopped discussing the pollen issue publicly and removed it from our presentations”
Comentario de Barrie Schwortz el 29 de marzo de 2014 en «Barrie Schwortz on Roy Schoeman’s Salvation Is from the Jews Radio Show», Shroud of Turin Blog, https://shroudstory.com/2014/03/27/barrie-schwortz-on-roy-schoemans-salvation-is-from-the-jews-radio-show/. Llegué a él gracias a David Montero, «Las falsas fotos de los pólenes sindónicos de Max Frei.», La sombra en el sudario (blog), 6 de abril de 2014, https://sombraenelsudario.wordpress.com/2014/04/06/1696/.
Ciccone, «Dossier», cap. 19
Ciccone, «Dossier», cap. 25. Cabe destacar que Ciccone cree que esta manipulación se dio después de la muerte de Frei, y que sería la causa de que encontrásemos en muestras tomadas de la cara una cantidad mucho mayor de granos de polen que en otras zonas, mientras que Frei reportó que se distribuían de modo uniforme, cuando eso sería algo que apoyaría sus ideas de que durante siglos tan solo la cara permanecía expuesta, mientras que el resto de la imagen estaría oculto (véase mi anterior artículo para más detalles sobre esto). En ese caso, parece que el móvil sería lograr que futuros exámenes por parte de terceros pudiesen alcanzar conclusiones similares. Por mi parte, veo bastante menos contundente que Ciccone la excusa para exculpar a Frei, y veo bastante verosímil que fuera el el autor de esta manipulación, como lo fue de otras.
Rodríguez Almenar, «La Sábana Santa», Anexo 3, pags. 3-6. El mismo la menciona en todas las conferencias en las que habla de polen, véase por ejemplo https://youtu.be/I9buJ9Tb3es?t=5103
Marzia Boi, «El significado etnocultural del empleo de plantas en rituales funerarios y sus posibles implicaciones en el caso de los pólenes de la Sábana Santa de Turín» (I Congreso internacional sobre la Sábana Santa en España, Valencia, 2012), https://www.shroud.com/pdfs/boivspan.pdf; Marzia Boi, «Pollen on the Shroud of Turin: The Probable Trace Left by Anointing and Embalming», Archaeometry 59, n.o 2 (2017): 316-30, https://doi.org/10.1111/arcm.12269.
Recopilada en Boi, «Pollen on the Shroud», 322-25.
Roberto Maffei Facino et al., «Anti-erythematous and photoprotective activities in guinea pigs and man of topically applied flavonoids from Helichrysum italicum G. Don», Acta Therapeutica 14, n.o 4 (1988): 323-45; Roberto Maffei Facino et al., «Phytochemical characterization and radical scavenger activities of flavonoids from Helichrysum italicum G. Don», Pharmacological Research 22, n.o 6 (1990): 709-21, https://doi.org/10.1016/S1043-6618(05)80097-0.
Beverly Seaton, The Language of Flowers: A History (Charlottesville, Virginia: University Press of Virginia, 1995).
Daniel Antunes Viegas et al., «Helichrysum italicum: from traditional use to scientific data», Journal of Ethnopharmacology 151 (2014): 54-65, https://doi.org/10.1016/j.jep.2013.11.005.
Debra N. Mancoff, «The Language of Flowers: A History, by Beverly Seaton», Victorian Studies 39, n.o 4 (1996): 604-5.
Hachlili, Jewish Funerary Customs, Practices and Rites in the Second Temple Period, 513.
Boi, «Significado etnocultural», 12-14.
Traducción propia a partir de Marzia Boi, «La Palinologia: strumento di ricerca per le reliquie della Sindone di Torino e del Sudario di Oviedo», en Aggiornamento sulle principali tematiche sulla Sindone di Torino (Centro Internazionale di Sindonologia, 2015), 108-9, https://www.shroud.com/pdfs/duemaggiohandout.pdf.
Por ejemplo, en el canal oficial de la asociación https://www.youtube.com/shorts/GQ_kEAqU_P8?feature=share
Andrea Nicolotti, «La Sindone di Torino in quanto tessuto: analisi storica, tecnica, comparativa», en Non solum circulatorum ludo similia, ed. Valerio Polidori (Amazon KDP, 2018), 199-200.
Gian Marco Rinaldi, «Le Fonti Di Emanuela Marinelli per Il Tessuto Della Sindone», 2018, https://www.academia.edu/35910570/Le_fonti_di_Emanuela_Marinelli_per_il_tessuto_della_Sindone_2018_.
Giulio Fanti, «Datazioni alternative della Sindone: la replica di Giulio Fanti», Query Online, 16 de abril de 2013, https://www.queryonline.it/2013/04/16/datazioni-alternative-della-sindone-la-replica-di-giulio-fanti/.
Orit Shamir, «A burial textile from the first century CE in Jerusalem compared to roman textiles in the land of Israel and the Turin Shroud», SHS Web of Conferences 15 (2015), https://doi.org/10.1051/shsconf/20151500010. Téngase en cuenta la corrección en https://doi.org/10.1051/shsconf/20151500011
Este tema, junto con más cuestiones relacionadas que no he tocado, está tratado por Nicolotti, «in quanto tessuto», 148-204.
Raymond N. Rogers, «Studies on the radiocarbon sample from the shroud of turin», Thermochimicha Acta 425 (2005): 189-94, https://doi.org/10.1016/j.tca.2004.09.029.
Rogers, «Studies on the radiocarbon sample from the shroud of turin», 190, solo dice que tiene “buena sensibilidad”, y luego menciona “asumiendo que la sensibilidad sea constante” de lo que se deduce que ni siquiera tienen claro eso. En la página siguiente se menciona el 95% de pérdida de vanilina que considera “conservador” para dar negativo en el test, lo que pone de nuevo de relieve que no sabe cuando da negativo el test
Antonio Lombatti, «Indagine critica degli studi recenti sulla Sindone di Torino», Scienza & Paranormale 62 (2006), http://www.cicap.org/n/articolo.php?id=102011. Es sencillo comprobar este número simplemente sustituyendo en la ecuación mostrada.
Marco Bella, Luigi Garlaschelli, y Roberto Samperi, «Comments on the Analysis Interpretation by Rogers and Latendresse Regarding Samples Coming from the Shroud of Turin», Thermochimica Acta 632 (20 de mayo de 2016): 52, https://doi.org/10.1016/j.tca.2016.03.014.
Giulio Fanti y Pierandrea Malfi, The Shroud of Turin: First Century after Christ! (Jenny Stanford Publishing, 2020), 191-237.
Giulio Fanti y Pierandrea Malfi, «Multi-parametric micro-mechanical dating of single fibers coming from ancient flax textiles», Textile Research Journal 84, n.o 7 (2014): 714-27, https://doi.org/10.1177/0040517513507366; Giulio Fanti et al., «Non-destructive dating of ancient flax textiles by means of vibrational spectroscopy», Vibrational Spectroscopy 67 (2013): 61-70, https://doi.org/10.1016/j.vibspec.2013.04.001.
Cabe decir que en esas publicaciones no mencionan en ningún momento la Sábana Santa, si bien sí se dice que se puso a prueba el método con “una tela de edad desconocida”, y se mencionan unos resultados que coinciden con los que se mencionan en el libro. Podemos asumir que estamos hablando de la misma tela y que no quiso nombrarla para evitar que le echasen en cara que sí está datada, por los mismos métodos además por los que se dataron las muestras que tomó para calibrar su método, y que por tanto lo que estaría haciendo en realidad es refutar su propio artículo.
Fanti y Malfi, First century after Christ, 209; Fanti et al., «Non-destructive», 63.
“In effetti la ricerca nell’Ateneo patavino non ha riguardato solo questi metodi di datazione alternativa ma ne ha considerati anche altri, considerando pure i corrispondenti effetti sistematici dovuti a fattori ambientali. Solo questi tre metodi, FT-IR, Raman e Multi-parametrico Meccanico sono stati considerati validi per eseguire datazioni di reperti tessili perché, dopo opportuni accorgimenti basati su analisi parallele anche di tipo microscopico, questi sono risultati attendibili, cioè caratterizzati da incertezze sufficientemente piccole. Gli altri metodi studiati sono stati quindi scartati.”
Fanti, «la replica»
Véase la nota 29
Gian Marco Rinaldi, «Sindone: le “datazioni alternative” di Giulio Fanti», Query Online, 4 de abril de 2013, https://www.queryonline.it/2013/04/04/sindone-le-datazioni-alternative-di-giulio-fanti/.
Giulio Fanti, Il Misterio della Sindone (Rizzoli, 2013), cap. 3.3 L’analisi FT-IR.
“Dato che le incertezze in gioco sono dell’ordine del secolo, si può aggiungere che si è cercato di arrotondare conformemente” Fanti, «la replica».
Este afán por el redondeo en detrimento de la precisión y la rigurosidad se extiende por toda su obra. Para los tres métodos acabó dando números redondos: 300 a.C. ± 400 años, 200 a.C. ± 500 años, y 400 d.C. ± 400 años. Si el último número no coincide con lo que puse yo, es justamente porque en First century after Christ, 237, dice que el resultado era de 372 ± 400 años, y que decidió redondearlo a 400±400. Sospecho que si en este caso mencionó el resultado exacto es porque le beneficia más, ya que la cifra redondeada pone el límite inferior peligrosamente cerca de la muerte de Jesús, y lo acabaría sobrepasando con un ajuste por el incendio de 1532 que ahora veremos que incluso él dice implícitamente que debería haber hecho.
Asumo que también el ±400 estaba redondeado desde el principio, como todos los demás números que da, y en ese caso veo muy probable que fuera más pequeño de lo que dice, por el mismo motivo que acabo de mencionar: intentar mantener el año de la muerte de Jesús dentro del intervalo.
Fanti y Malfi, First century after Christ, 219; Fanti, «la replica».
Fanti y Malfi, First century after Christ, 184-89, 427-31.
Fanti y Malfi, First century after Christ, 220.
Fanti, «la replica»; Gian Marco Rinaldi, «Datazioni alternative della Sindone: la controreplica di Gian Marco Rinaldi», Query Online, 16 de abril de 2013, https://www.queryonline.it/2013/04/16/datazioni-alternative-della-sindone-la-controreplica-di-gian-marco-rinaldi/.
Rogers y Schwalbe, «Physics and Chemistry of the Shroud of Turin», 45.
Eric Jumper, «An Overview of the Testing Performed by the Shroud of Turin Research Project with a Summary of Results», en Proceedings of the International Conference on Cybernetics and Society (IEEE, 1982), 537, https://shroud.com/pdfs/Overview%20of%20Testing%20with%20Summary%20of%20Results%20Jumper%201982%20OCRsm.pdf.
Wilson, The Shroud of Turin, 66; Wilson, Evidence, 46; Ian Wilson y William Meacham, «The Shroud and the Mandylion: a reply to Averil Cameron», en Turin Shroud—Image of Christ? Proceedings of a Symposium held in Hong Kong (Cosmos Printing, 1986), 26.
McCrone, Judgement day for the Turin Shroud, 58 y 138.
P. E. Damon et al., «Radiocarbon Dating of the Shroud of Turin», Nature 337, n.o 6208 (febrero de 1989): 611-15, https://doi.org/10.1038/337611a0.
Rodríguez Almenar, «La Sábana Santa», 78-79; Rodríguez Almenar, Misterio, 29. También lo repite en casi toda conferencia o entrevista que de sobre la Sábana Santa, por dar unos ejemplos: https://youtu.be/7jPEP6bfV_o?t=4392, https://youtu.be/_yu3tLoYjp8?t=1567, https://youtu.be/YR_79iWTxxg?t=2046, https://youtu.be/LFdit7Ef4Tw?t=1116, https://youtu.be/bUL_rWYJK2o?t=843.
http://www.linteum.com/ces-el-edices.php. Podemos contar entre los miembros del Equipo de Investigación del Centro Español de Sindonología a tres licenciados o doctores en medicina, a tres licenciados o doctores en física, a cuatro licenciados o doctores en química, a cinco licenciados o doctores en ingeniería de minas, a dos doctores en farmacia, a un doctor en biología y un ingeniero de caminos. Para todos ellos el nivel de significaicón debería ser un concepto básico.
Rodríguez Almenar, Misterio, 29, reimprime un artículo de prensa en el que se le atribuyen estas afirmaciones.
El mismo Rodríguez Almenar, justo después de reimprimir el artículo citado en la nota anterior, fingiendo usarla como fuente y a la vez haciendo como que no la ha leído.
Nicolotti, Shroud, 416-417
Harry Gove, «Dating the Turin Shroud-An Assessment», Radiocarbon 32, n.o 1 (1990): 87-92, https://doi.org/10.1017/S0033822200039990.
Harry Gove, Relic, Icon or Hoax? Carbon Dating the Turin Shroud (Institute of Physics Publishing, 1996), 284.
Gove, Relic, Icon or Hoax?, 265, 291-92, 308-9.
Harry Gove et al., «A problematic source of organic contamination of linen», Nuclear Instruments and Methods in Physics Research Section B: Beam Interactions with Materials and Atoms 123 (1997): 504-7, https://doi.org/10.1016/S0168-583X(96)00718-5.
Christopher Ramsey, «Shroud of Turin», marzo de 2008, https://web.archive.org/web/20120509225625/http://c14.arch.ox.ac.uk/embed.php?File=shroud.html.
Nicolotti, Shroud, 437-439.
El tratamiento por parte de la prensa en Gian Marco Rinaldi, «Caso Ramsey: disinformazione a oltranza», Scienza & Paranormale 81 (2008), http://www.cicap.org/n/articolo.php?id=273769. Un sindonólogo que todavía hoy en día se hace eco de este mito es Rodríguez Almenar, «La Sábana Santa», 82, nota 57.
El documental es de David Rolfe, Shroud of Turin Material Evidence, (Performance Films, 2008). Es sencillo encontrarlo pirateado en youtube y encontrar que Ramsey no dice nada parecido a lo que le atribuyen, que incluía el haber probado que la Sábana era del siglo I.
Tom Chivers, «The Turin Shroud is fake. Get over it», Telegraph, 20 de diciembre de 2011, https://web.archive.org/web/20120516224135/http://blogs.telegraph.co.uk/news/tomchiversscience/100125247/the-turin-shroud-is-fake-get-over-it/.
Gian Marco Rinaldi, «The 2002 Report on Dmitry A. Kuznetsov is in two Parts. Part I: The imaginary scientist. Part I: The imaginary scientist. (A biography of Kuznetsov up to 2001)», 2013, 4-6, http://sindone.weebly.com/uploads/1/2/2/0/1220953/kuznetsov_2002_i.pdf; traducción con notas añadidas de «Lo scienziato immaginario», Scienza & Paranormale 43 (2002): 20-33.
Sobre la extensión del fraude, véase Gian Marco Rinaldi, «The 2002 Report on Dmitry A. Kuznetsov is in two Parts: Part II: The Kuznetsov dossier. (The evidence of scientific fraud in papers from 1989 to 2000)», 2013, 3-10, http://sindone.weebly.com/uploads/1/2/2/0/1220953/kuznetsov_2002_ii.pdf; Traducción parcial y con algunos cambios de «Dossier Kouznetsov: I risultati e i documenti di una clamorosa indagine», Scienza & Paranormale 43 (2002): 34-64.
Dmitri Kouznetsov, Andrey Ivanov, y Pavel Veletsky, «Effects of Fires and Biofractionation of Carbon Isotopes on Results of Radiocarbon Dating of Old Textiles: The Shroud of Turin», Journal of Archaeological Science 23, n.o 1 (5 de enero de 1996): 109-21, https://doi.org/10.1006/jasc.1996.0009.
A. J. T. Jull, D. J. Donahue, y P. E. Damon, «Factors Affecting the Apparent Radiocarbon Age of Textiles: A Comment on “Effects of Fires and Biofractionation of Carbon Isotopes on Results of Radiocarbon Dating of Old Textiles: The Shroud of Turin”, by D. A. Kouznetsovet Al.», Journal of Archaeological Science 23, n.o 1 (5 de enero de 1996): 157-60, https://doi.org/10.1006/jasc.1996.0013.
Rinaldi, «Kuznetsov dossier», 10-29.
Gian Marco Rinaldi, «Scotta ancora il caso Kuznetsov», Scienza & Paranormale 74 (8 de agosto de 2007), http://www.cicap.org/n/articolo.php?id=273314, se lamentaba de que su investigación fuese ignorada y Kuznetsov fuese citado todavía como un autor legítimo por los sindonólogos, pero el punto de inflexión llegaría apenas un mes después con el artículo de William Meacham, «The Amazing Dr Kouznetsov», Antiquity 81, n.o 313 (septiembre de 2007): 779-83, https://doi.org/10.1017/S0003598X00095727.
Rompiendo una lanza a su favor, hay que decir que ya antes de la investigación de Rinaldi, Ian Wilson, «An appraisal of the mistakes made regarding the Shroud samples taken in 1988», 1999, https://www.shroud.com/wilson.htm, pedía escepticismo con sus investigaciones, sospechando que podían ser un fraude basándose, entre otras cosas, en que en ese momento estaba pasando un periodo en prisión por falsificar cheques.
Rodríguez Almenar, «La Sábana Santa», anexo II, pags. 3-4.
Los distintos procedimientos vienen descritos en Damon et al., «Radiocarbon Dating of the Shroud of Turin», 612-13.
La cifra mencionada es del 64% de contaminación si esta fuera moderna, o un 86% si esta proveniera del incendio de 1532 como otros proponen, Gove, «Dating», 87-88.
Gove no desarrolla los cálculos, pero no es complicado comprobar que lleva la razón. Asumamos, por simplificar, una proporción constante de carbono-14 ambiente a lo largo de los siglos (para ser preciso habría que recurrir a una curva de calibración que tuviera en cuenta las variaciones que ha habido, pero la diferencia sería menor). Sabiendo que la proporción de isótopos de carbono-14 que se desintegran cada año es de e^(-0,000121), solo habría que resolver el sistema de ecuaciones x+e^(-0,000121)^2000*y=e^(-0,000121)^650 y x+y=1.
El resultado sería x=0,64811 e y=0,35189. Es decir, necesitaríamos alrededor de un 65% de contaminación moderna y un 35% de lino. La diferencia con el resultado de Gove probablemente sea una cuestión de redondeo.
Garza-Valdés, DNA, caps. 5 y 7.
Gove et al., «A problematic source of organic contamination of linen», 504-507
Gove et al., «A problematic source of organic contamination of linen», 506
“Examinations of some ancient textile samples by one of us (L.A.G.-V.) with an optical microscope have shown…” Gove et al., «A problematic source of organic contamination of linen», 505
Rodríguez Almenar, «La Sábana Santa», 5-7; Fanti y Malfi, First century after Christ, 408.
Alan D. Adler, «The Nature of the Body Images on the Shroud of Turin», 1999, 6-8, https://www.shroud.com/pdfs/adler.pdf.
Nicolotti, Shroud, 439
Joseph Marino y Sue Berford, «Evidence for the skewing of the C-14 dating of the Shroud of Turin due to repairs», 2000, https://shroud.com/pdfs/marben.pdf; Joseph Marino y Sue Berford, «Textile Evidence Supports Skewed Radiocarbon Date of Shroud of Turin», 2002, https://www.shroud.com/pdfs/textevid.pdf; Joseph Marino y Sue Berford, «Invisible Mending and the Turin Shroud: Historical and Scientific Evidence», 2008, https://www.shroud.com/pdfs/ohiomarino2.pdf.
Mechthild Flury-Lemberg, «The Invisible Mending of the Shroud, the Theory and the Reality», 2007, https://www.shroud.com/pdfs/n65part5.pdf.
David Montero, «Mr. Ehrlich desmonta el tinglado.», La sombra en el sudario (blog), 26 de octubre de 2012, https://sombraenelsudario.wordpress.com/2012/10/26/mr-ehrlich-desmonta-el-tinglado/.
https://www.withoutatrace.com/reweaving/french-weaving/
Rogers, «Studies on the radiocarbon sample».
Sin embargo, hay dudas razonables sobre que ese artículo fuera sometido a la revisión por pares, como señala David Montero, «La religión de la “peer review”», La sombra en el sudario (blog), 24 de julio de 2012, https://sombraenelsudario.wordpress.com/2012/07/24/la-religion-del-peer-review/.
Marco Bella, Luigi Garlaschelli, y Roberto Samperi, «There Is No Mass Spectrometry Evidence That the C14 Sample from the Shroud of Turin Comes from a “Medieval Invisible Mending”», Thermochimica Acta 617 (10 de octubre de 2015): 169-71, https://doi.org/10.1016/j.tca.2015.08.002; Bella, Garlaschelli, y Samperi, «Comments on the Analysis Interpretation by Rogers and Latendresse Regarding Samples Coming from the Shroud of Turin», 52-55.
Rodríguez Almenar, «La Sábana Santa», Anexo II, 8. https://youtu.be/I9buJ9Tb3es?t=3605. Para enfatizar esto, en todas sus charlas suele enfatizar lo mal traducido que están todas las biblias por escribir en Mateo 27:59 que Jesús fue envuelto en una sábana limpia, ya que según dice, lo que debería decir es que fue envuelto en una sábana pura, esto es, de lino puro https://youtu.be/LFdit7Ef4Tw?t=639.
Rodríguez Almenar, «La Sábana Santa», Anexo I, 3-4. Lo mismo observó, por ejemplo McCrone, Judgement day for the Turin Shroud, 201.
David Montero, «Ray Rogers y el remiendo invisible. El origen de las muestras.», La sombra en el sudario (blog), 11 de diciembre de 2012, https://sombraenelsudario.wordpress.com/2012/12/11/ray-rogers-y-el-remiendo-invisible-el-origen-de-las-muestras/.
A Montero se le pasó añadir una de sus referencias, que se trataría de Gove, «Dating», 91
Thomas J. Phillips con respuesta de R. E. M. Hedges, «Shroud irradiated with neutrons?», Nature 337 (1989): 594, https://www.nature.com/articles/337594a0.pdf.
Nicolotti, Shroud, 443-444
Disponible en https://web.archive.org/web/20070614204840/http://www.crc-internet.org/may00d.htm. Al parecer dedicaron bastantes recursos tanto a la elaboración como a la difusión de este texto, según cuenta Gove, Relic, Icon or Hoax?, 305-6. Una segunda versión en https://crc-internet.org/our-doctrine/catholic-counter-reformation/holy-shroud-turin/ii-conclusion-new-trial.html
David Montero, «3.3.2.Conspiraciones.», La sombra en el sudario, accedido 14 de agosto de 2023, https://sombraenelsudario.wordpress.com/category/contenidos/3-estudios-sobre-el-lienzo/3-3-radiocarbono/3-3-2-conspiraciones/
Gove, Relic, Icon or Hoax?, 157.